¿Tarifas para las medicinas? El polémico plan de Trump que podría disparar los precios

Mientras promete medicamentos más baratos, Trump propone aranceles de hasta 200% que podrían provocar escasez, encarecimiento y una grave reconfiguración del mercado farmacéutico en EE.UU.

Una estrategia económica bajo fuego

Donald Trump ha vuelto con fuerza a la escena política estadounidense y, como es habitual, su impronta se siente en la arena comercial. Esta vez, el ex presidente ha puesto en la mira a uno de los sectores más delicados para la ciudadanía: la industria farmacéutica. Su propuesta de imponer aranceles de hasta 200% a los medicamentos importados ha encendido todas las alarmas.

Durante décadas, EE.UU. permitió que los fármacos ingresaran al país con aranceles mínimos o incluso nulos. Pero eso puede llegar a su fin si se materializa la reciente amenaza arancelaria de Trump, que ya ha comenzado con la imposición de un 15% a algunos productos farmacéuticos europeos como parte de un nuevo acuerdo comercial.

De la promesa de medicamentos baratos a encarecerlos más

Paradójicamente, Trump ha prometido en varias ocasiones reducir el precio de los medicamentos en EE.UU., una de las quejas más frecuentes entre los ciudadanos, especialmente los de edad avanzada. Y sí, el precio promedio de los fármacos en EE.UU. es de los más altos del mundo, hasta 2.5 veces más que en otros países desarrollados.

Sin embargo, economistas como Diederik Stadig (ING) han advertido que los aranceles podrían tener el efecto opuesto: disparar los precios. “Un arancel afectaría principalmente a los consumidores, quienes verían el efecto inflacionario directamente en la farmacia y de forma indirecta a través de primas más altas de seguros médicos”, explicó. Según sus proyecciones, incluso un arancel del 25% podría incrementar los precios entre 10% y 14% conforme disminuyan los inventarios actuales.

Una industria globalizada en el punto de mira

La industria farmacéutica ha sido uno de los sectores más globalizados en las últimas décadas. En la búsqueda de menores costos, las grandes farmacéuticas trasladaron la producción de principios activos hacia países como India, China, Irlanda y Suiza.

El resultado: en 2023, el déficit comercial de EE.UU. en productos medicinales y farmacéuticos alcanzó los $150 mil millones. Y lo más importante, según datos del American Action Forum, el 97% de los antibióticos, el 92% de los antivirales y el 83% de los medicamentos genéricos más utilizados en EE.UU. tienen, al menos, un ingrediente activo producido en el extranjero.

Cadenas de suministro en peligro

Este punto resuena especialmente tras la experiencia de la pandemia de COVID-19. Muchos países, incluyendo China, restringieron la exportación de insumos médicos clave. Esta vulnerabilidad generó un amplio consenso sobre la necesidad de fortalecer cadenas de suministro. Pero, ¿es un arancel del 200% la mejor forma de hacerlo?

Maytee Pereira, experta de PwC, alertó que una medida tan radical tendría un efecto sin precedentes en un sector cuya base arancelaria antes era del 0%. “Se pasaría de cero a 200%; es un impacto brutal”, advirtió.

Además, la aplicación de estos aranceles también afectaría a los ingredientes importados usados por fábricas instaladas en EE.UU., lo que implica que para evitar los costos adicionales, los laboratorios deberían construir cadenas de suministro completas dentro del país. Una tarea titánica.

¿Quién absorberá el impacto?

Las grandes farmacéuticas de marca, con márgenes de ganancia más amplios, podrían trasladar parte de sus operaciones y soportar el golpe. Roche ha anunciado una inversión de $50 mil millones para expandir su base en EE.UU. y Johnson & Johnson planea gastar $55 mil millones. Su CEO, Joaquin Duato, afirmó que su objetivo es producir todos sus medicamentos para el mercado estadounidense dentro del país.

Pero no todos tienen esa capacidad. Los fabricantes de genéricos –que representan el 92% de las recetas en farmacias minoristas y por correo en EE.UU.– operan con márgenes mucho más reducidos. Cualquier sobretasa podría hacerles salir del mercado, como explica Marta Wosińska, analista de Brookings Institution.

“Una interrupción en una fábrica en India provocó recientemente una escasez de quimioterapias en EE.UU. Ese tipo de mercados no son resilientes”, alertó. De hecho, los genéricos podrían requerir subsidios públicos si se les exige producir en territorio estadounidense.

Proyecciones a futuro: efectos diferidos, impacto profundo

Algunos analistas sostienen que el golpe tardará en manifestarse. David Risinger (Leerink) calculó que las empresas ya han comenzado a acumular inventario, y muchas cuentan con reservas para entre 6 y 18 meses. Eso podría mitigar temporalmente el impacto de las tarifas que comenzarían en 2026. No obstante, una vez se agoten las reservas, el sistema farmacéutico estadounidense podría entrar en zona de turbulencia.

El analista David Windley (Jefferies) coincide: el efecto real se sentiría probablemente en 2027 o incluso en 2028. Sin embargo, a largo plazo, y sin medidas adicionales, los precios podrían seguir subiendo con fuerza.

Una estrategia más política que sanitaria

En el fondo, la propuesta tarifaria parece tener un trasfondo político. Trump ha usado el argumento de la “seguridad nacional” — invocando la Sección 232 del Trade Expansion Act de 1962 — para justificar los aranceles a medicamentos y sus ingredientes, igual que hizo con el acero y el aluminio en su primera presidencia.

En ese contexto, hay analistas que consideran que estas medidas están pensadas más para alimentar el discurso nacionalista y proteccionista de Trump que para resolver los problemas estructurales del sector salud en EE.UU.

Los turistas también lo pagan: ¿imágenes que espantan?

Mientras tanto, otro sector ya está experimentando las consecuencias indirectas de la política exterior de Trump: el turismo. Ciudades como Las Vegas, Buffalo y Washington DC han reportado bajas significativas en visitantes extranjeros. Se culpa a las tarifas, pero también al clima antiinmigrante, los controles migratorios estrictos, e incluso comentarios como la idea de anexar Canadá o Groenlandia.

Visit Buffalo Niagara, por ejemplo, lanzó una campaña titulada “Buffalo Loves Canada” con premios y promociones, pero no logró revertir el descenso. Según Statistics Canada, en julio de este año las entradas de canadienses a EE.UU. por carretera bajaron un 37% y los retornos en avión un 26%. Por primera vez, más estadounidenses cruzaron a Canadá que al revés desde hace casi 20 años.

Los efectos se hacen sentir en varios niveles de la economía: desde farmacias hasta hoteles, desde farmacéuticas multinacionales hasta pequeños comercios de ciudades fronterizas.

¿Reindustrialización real o ilusión costosa?

Reindustrializar un país como EE.UU. en un sector tan complejo como el farmacéutico parece más una ilusión política que una solución pragmática. No solo se requieren años y miles de millones de dólares, también es necesario repensar todo el sistema de regulaciones, precios y seguros.

Como advirtió Wosińska: “En un mundo ideal, produciríamos todo lo importante en casa. Pero cuesta muchísimo dinero... ¿Estamos realmente dispuestos a pagar ese precio?”

Esto también plantea una incómoda realidad: muchos de los subsidios, recortes y beneficios fiscales se han conformado precisamente sobre la base de una producción offshore que ha permitido a los estadounidenses acceder a medicamentos a precios (relativamente) bajos, aunque aún altos en comparación internacional.

Trump se enfrenta al dilema eterno: entre una estrategia proteccionista que suena bien en campaña y una realidad económica que amenaza con pasarle una dolorosa factura política y social a corto y mediano plazo.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press