El regreso a casa y a las raíces: Siria e Irak avanzan entre la reconstrucción y la esperanza

El masivo retorno de refugiados sirios y la restauración de la gran Mezquita al-Nuri simbolizan un nuevo capítulo para Medio Oriente marcado por pérdidas, resistencia y reconstrucción.

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Un éxodo que empieza a revertirse: El regreso de los refugiados sirios

Desde la caída del régimen de Bashar al-Assad en diciembre de 2024, Siria comienza a vivir una nueva etapa. Más de 850,000 refugiados sirios han regresado desde países vecinos, y las cifras podrían alcanzar el millón en las próximas semanas, según declaró Kelly T. Clements, Alta Comisionada Adjunta de ACNUR, durante su visita a Damasco.

En paralelo, aproximadamente 1.7 millones de desplazados internos también han vuelto a sus comunidades de origen. “Es un período dinámico, una oportunidad para encontrar soluciones a uno de los mayores desplazamientos globales de los últimos 14 años”, expresó Clements. El conflicto sirio, iniciado en marzo de 2011, ha cobrado la vida de casi medio millón de personas y desplazado a la mitad de la población que, antes de la guerra, era de 23 millones.

¿Qué motiva el retorno?

Las razones para regresar son tan variadas como las historias de quienes huyen. Algunos buscan reconstruir sus vidas tras la salida de Assad, otros aguardan para ver cómo evolucionan los cambios políticos y de seguridad. “Todo el mundo tiene motivos diferentes”, explicó Clements.

El regreso masivo ha sido acelerado por medidas locales, como la excepción temporal otorgada por el gobierno libanés a los refugiados ilegales, permitiéndoles volver a Siria sin sanciones, hasta fines de agosto. De hecho, muchos sirios cruzaron la frontera desde el Líbano en las últimas semanas en largas filas que aún se observan en los cruces fronterizos.

Persisten las tensiones sectarias

Sin embargo, no todo es optimismo. Tras la caída del régimen de Assad, crímenes sectarios han afectado a comunidades como los alauitas en la región costera y los drusos en la provincia sureña de Sweida. En esta última, los enfrentamientos en julio desplazaron a unas 190,000 personas, tras choques entre milicias progubernamentales y combatientes drusos.

ACNUR ha sido clave en la entrega de 21 convoyes humanitarios a Sweida, y la reapertura de la carretera entre Damasco y esta provincia representa un alivio logístico para quienes dependen de la ayuda internacional.

La memoria reconstruida en Mosul: la Mezquita al-Nuri renace

Mientras Siria busca estabilizarse, en la vecina Iraq, otro símbolo de resistencia y renacimiento emergía. El primer ministro Mohammed Shia al-Sudani presidió la reapertura de la histórica Gran Mezquita al-Nuri en Mosul, que fue destruida en 2017 por combatientes del Estado Islámico mientras enfrentaban la derrota ante el ejército iraquí.

La mezquita, famosa por su minarete inclinado que se mantuvo en pie durante 850 años, fue el lugar donde Abu Bakr al-Baghdadi proclamó el “califato” del grupo en 2014. La reconstrucción fue liderada por UNESCO y autoridades religiosas iraquíes sunníes, utilizándose técnicas tradicionales y materiales recuperados de los escombros. El proyecto contó con un presupuesto de 115 millones de dólares financiado en su mayoría por Emiratos Árabes Unidos y la Unión Europea.

Un renacimiento cultural, no solo religioso

Además del templo islámico, varias iglesias cristianas dañadas por la guerra también fueron restauradas como parte del mismo esfuerzo, reflejando una apuesta por preservar la esencia multicultural de Mosul. El primer ministro al-Sudani fue enfático: “Mosul abraza a todas sus comunidades y encarna todas las características de la sociedad diversa de Iraq”.

La reconstrucción no es solo simbólica. Representa una afirmación de identidad, una declaración de victoria cultural frente a quienes quisieron borrar todo vestigio de diversidad étnica y religiosa. Al respecto, la Alta Comisionada de la ONU para los derechos humanos ha señalado que el Estado Islámico cometió crímenes de guerra contra los cristianos en Iraq: confiscación de propiedades, violaciones, conversiones forzadas y destrucción de sitios religiosos y culturales.

Mosul: de la tragedia a la esperanza

En 2003, la ciudad albergaba a unos 50,000 cristianos. Hoy, solo quedan alrededor de 20 familias, aunque algunos exiliados regresan ocasionalmente para asistir a celebraciones religiosas. El renacimiento de Mosul podría convertirse en un modelo para la restauración de patrimonio destruido en zonas de conflicto, incluida Siria, donde el derrumbe del poder autoritario permite pensar en reconstrucción.

Educación en las sombras de la guerra: el caso de Ucrania

Mientras Siria e Iraq buscan sanar heridas, Ucrania enfrenta el reto de mantener la educación en medio de una guerra que ya cumple más de dos años. En la localidad de Bobryk, cerca de la frontera rusa, una escuela ha trasladado sus clases a un sótano subterráneo, lejos de drones y bombardeos. Se trata de un centro pequeño, con clases de apenas 10 estudiantes. Este año, solo siete ocuparon el aula de primer grado.

Oleksii Korenivskyi, su director, lo resume con determinación: “Debemos hacer todo para que esta generación no se pierda. El tiempo no se recupera. Este es nuestro futuro y debemos darle todo lo que tenemos”.

La rutina de lo extraordinario

Durante el primer día de clases, mientras las voces infantiles llenaban los pasillos subterráneos, una alumna de tercer grado rompió el ambiente con una frase que resume el trauma colectivo: “Un dron Shahed fue interceptado sobre nosotros y cayeron fragmentos”.

La escuela funciona en dos turnos y con horarios reducidos. El edificio original, una joya arquitectónica de principios del siglo XX, se encuentra vacío, esperando el fin del conflicto para volver a llenarse de vida.

Entre sonrisas nerviosas e incertidumbre, Eva Tui, de 7 años, dijo que desea “volver al aula normal” y que su sueño más grande es “que la guerra termine”.

Reconstrucción, retorno y resistencia: lecciones compartidas

Desde Mosul hasta Bobryk, pasando por Sweida y Damasco, las historias de reconstrucción y resiliencia se entrelazan. Aunque los contextos difieren —una guerra civil, una ocupación extremista y una invasión a gran escala— los desafíos de sanar heridas, reconstruir infraestructuras y restaurar la confianza son comunes. Sea desde la vuelta de los refugiados en Siria, la restauración de símbolos identitarios en Iraq, o la educación subterránea en Ucrania, el espíritu humano demuestra una y otra vez su capacidad de sobrevivir y reconstruirse.

Estas experiencias nos dejan una lección indispensable: la paz no llega solo con el alto al fuego; se construye ladrillo a ladrillo, aula tras aula, y regresando a casa.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press