Gaza: Entre el fuego cruzado, el hambre y la acusación de genocidio

Mientras Israel intensifica su ofensiva en Gaza, expertos en genocidio se pronuncian y la crisis humanitaria alcanza niveles insostenibles para los civiles atrapados

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La guerra que no cesa: Gaza bajo fuego

Desde el 7 de octubre de 2023, la Franja de Gaza se ha convertido nuevamente en un escenario caótico de destrucción y muerte. Tras un ataque sin precedentes liderado por Hamas contra el sur de Israel, que dejó 1.200 personas muertas y 251 secuestradas, el Estado israelí respondió con una ofensiva terrestre y aérea que ha devastado ciudades enteras y cobrado un alto costo en vidas civiles.

Según el Ministerio de Salud de Gaza, administrado por la autoridad de salud pública del gobierno de Hamas, hasta la fecha se han registrado más de 63.557 muertes y 160.660 personas heridas, muchas de ellas mujeres y niños. Aunque Israel sostiene que su objetivo es desmantelar la infraestructura de Hamas, las cifras de víctimas apuntan a una catástrofe humanitaria de enormes proporciones.

La doble amenaza: guerra y hambruna

Además del peligro constante de los bombardeos y la artillería, los habitantes de Gaza, desplazados una y otra vez de sus hogares, enfrentan otro enemigo igualmente letal: el hambre. La Red Mundial contra las Crisis Alimentarias, impulsada por la ONU y otras agencias internacionales, confirmó en mayo de 2024 que Gaza enfrenta condiciones de hambruna total.

Esto se debe a una combinación mortal de factores: bloqueos sostenidos por parte de Israel, el colapso de la infraestructura agrícola y la destrucción masiva de almacenes, hornos y sistemas de irrigación. En el norte de Gaza, la situación es particularmente desesperada: el acceso a los alimentos y al agua potable está restringido por operaciones militares aún activas.

Robots explosivos y zonas de combate

En las zonas de combate, especialmente en Ciudad de Gaza y el campo de refugiados de Jabaliya, testigos han reportado el uso de robots explosivos para demoler edificios. Estas tecnologías, que Israel argumenta son necesarias para evitar bajas entre sus tropas, incrementan los daños estructurales en zonas densamente pobladas y contribuyen a la sensación de asedio perpetuo.

Saeed Abu Elaish, un médico que ha tenido que refugiarse en el noroeste de Ciudad de Gaza, describió una reciente noche como “otra noche despiadada”, subrayando el sufrimiento constante de la población civil atrapada entre los escombros.

Acusaciones graves: ¿es genocidio?

El pasado lunes, la Asociación Internacional de Estudios sobre Genocidio (IAGS, por su siglas en inglés) emitió una resolución contundente: Israel está cometiendo genocidio en Gaza. Con más del 86% de sus 500 miembros votando a favor, esta organización de académicos se suma a Amnistía Internacional, Human Rights Watch y hasta ONG israelíes como B'Tselem, que han condenado la magnitud de los ataques.

“Las políticas y acciones de Israel en Gaza cumplen con la definición legal de genocidio, además de constituir crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad”, resumió Melanie O'Brien, presidenta de la IAGS y profesora de derecho internacional. O'Brien destacó también que “los expertos en estudios de genocidio tienen la responsabilidad de nombrar lo que otros temen decir: estamos presenciando una masacre sistemática”.

La respuesta de Israel

Desde su creación en 1948 tras el Holocausto, Israel ha visto con particular sensibilidad cualquier acusación relacionada al genocidio. El Ministerio de Asuntos Exteriores tildó la declaración como “una vergüenza profesional” que se basa completamente en “la maquinaria de propaganda de Hamas”.

Israel sostiene que se trata de una guerra defensiva contra una organización terrorista responsable de actos genocidas previos, refiriéndose al ataque del 7 de octubre como un intento deliberado de exterminar a civiles israelíes.

¿Dónde están los rehenes?

De los 251 secuestrados durante los ataques iniciales de Hamas, 48 permanecen en Gaza. De ellos, Israel cree que alrededor de 20 están vivos. Las negociaciones para liberarlos han fracasado en varias ocasiones, y mientras uno de los objetivos declarados de la ofensiva israelí es su rescate, los analistas critican que las operaciones militares están poniendo aún más en peligro la vida de estos cautivos.

Simbolismo y protesta en el mar: la flotilla de la esperanza

En un acto de activismo marítimo con importante simbolismo político, la llamada Flotilla Global Sumud había zarpado de Barcelona con el objetivo de romper simbólicamente el bloqueo israelí sobre Gaza. La expedición, que reunía a participantes de 44 países, incluía a la activista climática Greta Thunberg. Sin embargo, una tormenta obligó a regresar a puerto, lo que ha retrasado el intento.

Según los organizadores, los vientos superaban los 56 km/h, y muchas de las pequeñas embarcaciones participantes no podían garantizar la seguridad mínima para sus tripulantes. Aun así, el simple hecho de zarpar representa un desafío directo al bloqueo impuesto desde 2007, que Israel defiende como necesario para evitar el contrabando de armas hacia Hamas.

El bloqueo y sus consecuencias

Israel justifica el cierre casi total del paso de bienes y personas hacia Gaza como un medio para cortar los suministros armamentísticos a Hamas. Sin embargo, múltiples organizaciones alertan que este bloqueo afecta principalmente a los civiles. La ONU ha calificado el embargo como una forma de castigo colectivo.

Además, la ofensiva de los últimos días ha ido acompañada por nuevas restricciones a la entrega de alimentos al norte de Gaza, una decisión que ha sido duramente criticada por instancias internacionales. Los corredores humanitarios, cuando existen, son temporales y frecuentemente insuficientes.

Dimensión histórica del conflicto

Es clave recordar que el conflicto israelí-palestino no es nuevo. Desde la Guerra de los Seis Días en 1967, cuando Israel ocupó Gaza (luego devuelta en 2005) y Cisjordania, la violencia ha oscilado entre escaladas y frágiles treguas. Lo que diferencia esta guerra es su intensidad, duración y el número de víctimas civiles.

Además, el uso moderno de tecnología armamentística de precisión no ha evitado, sino ampliado, la destrucción en áreas residenciales. Incluso hospitales son objeto de bombardeos, bajo la acusación de que Hamas los utiliza como centros de comando, algo que tanto ha sido confirmado como desmentido dependiendo de las fuentes.

¿Y la comunidad internacional?

La reacción de la comunidad internacional ha sido desigual. Mientras países como Estados Unidos y Alemania defienden el derecho de Israel a defenderse, otras naciones como Sudáfrica, Irlanda y Chile han condenado los ataques como desproporcionados y han pedido un alto al fuego inmediato.

El Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha emitido resoluciones, pero las sanciones concretas siguen siendo inexistentes. Las iniciativas judiciales de países como Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia buscan denunciar a Israel por genocidio, pero los procesos son lentos y, por ahora, no tienen un efecto inmediato.

Vidas entre escombros

Mientras tanto, la población de Gaza —más de 2,2 millones de personas— continúa atrapada en un ciclo infernal. Familias enteras viven en ruinas, sin electricidad, con escasos suministros médicos y una amenaza constante en el cielo. Las imágenes son aterradoras: cuerpos bajo los escombros, niños llorando de hambre, edificios reducidos a polvo por bombardeos implacables.

No hay lugar seguro. No hay refugios antiaéreos eficaces. Los hospitales están colapsados, algunos ya fuera de servicio. Los médicos atienden por linterna y sin anestesia. La esperanza, si es que existe, se reduce a un deseo: sobrevivir un día más.

“Lo que me rompe el corazón no son solo los muertos”, dijo un médico local a la cadena Al Jazeera, “es lo que les espera a los vivos”.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press