Guyana ante su elección más crucial: ¿bonanza petrolera o más de lo mismo?
Con miles de millones de dólares fluyendo gracias al petróleo, el país vive una encrucijada política que definirá su futuro económico y social
Un país joven con una riqueza recién descubierta
Guyana, una nación pequeña en América del Sur de apenas 794,000 habitantes, se encuentra hoy en el centro de una transformación económica sin precedentes. Lo que antes era un país dependiente del oro, el azúcar, el arroz y la madera, ahora ha emergido como la economía de más rápido crecimiento del planeta, gracias al descubrimiento y explotación de vastas reservas de petróleo en sus aguas territoriales.
Actualmente, Guyana produce casi 900,000 barriles de petróleo diario, lo que ha cambiado radicalmente sus perspectivas de ingresos. Según el Banco Mundial, su Producto Interno Bruto ha crecido a un promedio del 15% anual en los últimos seis años, una cifra sin precedentes incluso entre países ricos en recursos energéticos. Se proyecta que los ingresos por petróleo alcancen los 10 mil millones de dólares anuales, una cifra colosal para una nación de su tamaño.
Elecciones con impacto petrolero
En este contexto se celebran las elecciones generales del país, calificadas por muchos analistas como las más importantes desde la independencia de Guyana del Reino Unido en 1966. Con seis partidos en las papeletas, hay tres principales protagonistas que se disputan no solo la presidencia, sino también el control del Parlamento —con 65 escaños— y, más importante aún, el poder de decidir cómo se administra y distribuye la bonanza petrolera.
Los actores principales
- Partido Progresista del Pueblo (PPP): Actualmente en el poder, liderado por el presidente Irfaan Ali, de 45 años. Oriundo del sector urbano y con formación como planificador, Ali ha centrado su campaña en prometer continuidad, eficiencia y crecimiento: “Les pedimos que confíen en nosotros una vez más para entregar más, mejor y más rápido”, dijo a una multitud entusiasta.
- A Partnership for National Unity (APNU): La principal fuerza opositora, liderada por Aubrey Norton, un politólogo de 68 años que acusa al gobierno de corrupción, nepotismo y mala gestión de los ingresos del petróleo. “Nuestro objetivo es restaurar la decencia en Guyana”, afirmó en su cierre de campaña.
- We Invest In Nationhood (WIN): Un recién llegado que ha cambiado la dinámica política del país. Fundado apenas en mayo, el partido está liderado por Azruddin Mohamed, un empresario sancionado por Estados Unidos pero muy popular entre votantes jóvenes e independientes. “Él ya es millonario, no necesita robar”, dijo DeLinda Henry, madre indígena de cuatro hijos, al justificar su apoyo.
¿Corrupción o percepción?
Uno de los principales puntos de debate en estas elecciones es la administración de los recursos petroleros. Norton y el APNU acusan al gobierno de “malversación de fondos y uso irresponsable” de los ingresos. Por su parte, el presidente Ali ha insistido en que su partido ha manejado el dinero con experiencia y visión a largo plazo.
La controversia se intensifica con la figura de Mohamed, quien a pesar de su creciente popularidad, enfrenta acusaciones formales por corrupción. En 2023, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos lo sancionó junto a su padre y su empresa exportadora de oro por su supuesta participación en un esquema de sobornos entre 2019 y 2023. Mohamed niega las acusaciones, pero la embajadora de EE.UU. en Guyana ha declarado que, de ser elegido, evitarán contacto directo con él. Esto podría complicar las relaciones diplomáticas y comerciales.
Una abstención con consecuencias
Guyana tiene oficialmente 757,000 votantes registrados, en un país con una población estimada de 794,000 habitantes. Esa cifra ha levantado sospechas y críticas, especialmente por parte de observadores internacionales como The Carter Center, la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Comunidad del Caribe (Caricom). Estas entidades han destacado la falta de transparencia debido a la no publicación del censo de 2022, lo que ensombrece la comprensión pública de las demografías electorales.
¿Qué puede pasar después del 1 de septiembre?
Si el PPP se mantiene en el poder, probablemente continuará su plan de expansión económica, impulsado por nuevos campos petroleros. ExxonMobil ya ha solicitado permisos para abrir hasta cuatro nuevos yacimientos, lo que podría multiplicar los ingresos nacionales. No obstante, los críticos insisten en que esta riqueza aún no se traduce en bienestar para la mayoría.
La pensión estatal para mayores de 65 años es de apenas 200 dólares mensuales, una cifra considerada inadecuada por muchos, como Evelyn Crawford, una jubilada de 75 años: “No es suficiente. Me gustaría ver que la gente salga de la pobreza”, dijo después de emitir su voto.
El factor étnico y el poder tradicional
El sistema político de Guyana ha estado largamente dominado por líneas étnicas. El PPP cuenta con el apoyo mayoritario de la población indo-guyanesa, mientras que la APNU es fuerte entre la población afro-guyanesa. La aparición de WIN puede romper por primera vez esa lógica, al aglutinar partidarios de diversos orígenes raciales y geográficos, especialmente en zonas indígenas.
Sin embargo, la historia muestra que los partidos nuevos en Guyana rara vez sobreviven más allá de una elección. Mohamed tendrá que demostrar que su movimiento no es solo una moda o una reacción previa a las urnas, sino una estructura sostenible.
Perspectivas a mediano plazo
Más allá de los resultados, los próximos cinco años serán decisivos para el futuro del país. Se espera que el Fondo de Riqueza Soberana de Guyana, impulsado por los ingresos del petróleo, supere los 38 mil millones de dólares para 2030. Si ese dinero se administra con visión social, puede significar una verdadera transformación para miles de guyaneses.
Por otro lado, si cae en manos de liderazgos cuestionables o débiles institucionalmente, el país podría sumarse a la lista de naciones víctimas de la llamada “maldición de los recursos”, donde la riqueza natural genera corrupción, desigualdad y conflictos en lugar de prosperidad.
La elección del 1 de septiembre no es entonces solo una contienda de partidos: es una pregunta abierta sobre el destino de toda una generación. Guyana está en una encrucijada histórica y cada voto cuenta más que nunca.