Inundaciones históricas en Punjab: drones de rescate, tensiones diplomáticas e incertidumbre climática

Más de 700,000 evacuados, pueblos sumergidos y nuevas tecnologías en la peor inundación registrada en la región

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Por: Redacción Mundo

Un desastre anunciado en el sur de Asia

La provincia de Punjab, en Pakistán, es actualmente escenario de una de las peores inundaciones de su historia. Desde finales de junio, una combinación de lluvias monzónicas inusualmente intensas, la liberación de aguas de represas desde la vecina India y una infraestructura insuficiente han provocado una catástrofe humanitaria y climática sin precedentes.

El Departamento Meteorológico de Pakistán ha registrado un aumento del 26.5% en las precipitaciones monzónicas de julio y agosto comparado con el año anterior. Esta sobrecarga pluvial, combinada con el agua liberada desde los ríos Ravi, Chenab y Sutlej por India la semana pasada, ha generado una emergencia nacional. Pueblos enteros de los distritos de Jhang, Multan, Narowal y Kasur permanecen completamente bajo agua.

Rescate con drones: la tecnología al servicio de la vida

La magnitud del desastre ha obligado al gobierno provincial a emprender el mayor operativo de rescate de su historia. Irfan Ali Kathia, director general de la Autoridad de Gestión de Desastres de Punjab, ha confirmado que se han evacuado a más de 700,000 personas hasta el momento, además de más de 500,000 animales de granja.

En un giro tecnológico sin precedentes para el país, las autoridades han desplegado drones en Multan, Jhang y otras zonas, con la finalidad de ubicar personas atrapadas en tejados o islas de tierra entre los canales de inundación. “Estamos respondiendo a la mayor emergencia de nuestra historia con todos los recursos disponibles y la tecnología más avanzada”, declaró Kathia.

Una vida desplazada: testimonios del abandono

En los bordes de caminos polvorientos, a salvo de las crecidas, miles de familias intentan sobrevivir bajo el cielo abierto. Sin alimentos, agua limpia ni refugios, la desesperación crece.

Haleema Bibi, de 54 años, comparte: “Hemos perdido todo en esta inundación. Lo poco que teníamos para comer ya se está acabando”. Mientras tanto, Allah Ditta, un agricultor local, explica que duermen sobre láminas de plástico y carretas: “Los rescatistas vinieron una vez en un bote, pero nadie ha traído provisiones”.

El gobierno asegura haber instalado más de 1,000 campamentos de ayuda, pero menos de 37,000 personas han podido acceder a ellos. Esto deja a cientos de miles de desplazados fuera del sistema oficial de auxilio.

Contexto climático y estratégico: Pakistán en la encrucijada

Estas lluvias no son un fenómeno puramente climático sino también geopolítico. Pakistán acusa a India de haber exacerbado la situación con la liberación de aguas sin coordinación previa, aunque Nueva Delhi sí notificó oficialmente de los vertidos. Este fue el primer contacto diplomático estructurado entre ambos países desde la escalada militar de 2022.

Según autoridades en la provincia de Sindh, más al sur, la crecida del río Indo amenaza con transformarse en una “super inundación” si supera los 900,000 pies cúbicos por segundo. Ante este escenario, Pakistán puede estar enfrentando una versión intensificada del desastre de 2022, que dejó más de 1,700 muertos y un tercio del país bajo agua, según la ONU.

Punjab: epicentro agrícola en peligro

El desastre golpea especialmente a Punjab, considerada la despensa agrícola de Pakistán. Esta provincia, hogar de cerca de 150 millones de personas, es responsable de una porción significativa de la producción de trigo y granos del país. Aunque las cifras oficiales de fallecimientos (33 en 10 días al momento del informe) son mucho menores que en 2022, el impacto económico y alimentario podría ser más duradero.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ya ha alertado que el ciclo agrícola de 2024 podría verse seriamente comprometido si los campos no están listos para la siembra post-monzón.

¿Cambio climático o mal manejo político?

De fondo, se mantiene un debate sobre cuán atribuibles son estos eventos al cambio climático y cuánto deben cargarse al manejo político y territorial en la región.

En un estudio de 2022, científicos de la World Weather Attribution determinaron que el cambio climático había hecho que las lluvias de ese año fueran hasta 50% más intensas. Esta conclusión parece mantenerse vigente también para 2024. Sin embargo, la falta de preparación, planificación territorial e inversión en infraestructura de represas y drenajes posiciona a Pakistán como un caso frágil frente a la crisis climática global.

India, Rusia y la estrategia energética que complica la ayuda

En medio del desastre natural, la geopolítica energética añade presión. La cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái en China sirvió como plataforma para que India y Rusia reforzaran su alianza energética. Narendra Modi y Vladimir Putin reafirmaron su acuerdo estratégico mientras las tensiones entre India y EE. UU. aumentan por las compras de petróleo ruso a precios reducidos.

India importa cerca del 37% de su crudo de Rusia, lo que consolida a Moscú como su principal proveedor. Este reajuste ha enfriado las relaciones con Washington, dificultando potenciales paquetes de ayuda multilateral hacia Pakistán debido a los alineamientos político-económicos regionales.

¿Dónde están las organizaciones internacionales?

Aunque se han enviado equipos de ayuda técnica y se han iniciado mecanismos de colaboración, grandes actores como la ONU o el Banco Mundial aún no han desplegado una respuesta proporcional al nivel de catástrofe. Parte del retraso se explica por la complejidad diplomática del sur de Asia y la constante subvaloración internacional de desastres en países en desarrollo.

Pakistán, que representa menos del 1% de las emisiones globales contaminantes, ha sido definido por el secretario general de la ONU, António Guterres, como uno de los países “más afectados injustamente” por la crisis climática.

El futuro de millones en juego

Con el monzón previsto para durar hasta fines de septiembre, la situación dista mucho de estabilizarse. No sólo están en riesgo vidas humanas, sino también el sustento socioeconómico y la estabilidad social de amplios sectores poblacionales en Punjab y Sindh.

La pregunta ahora es si la comunidad internacional responderá de forma contundente, si India y Pakistán podrán establecer mecanismos cooperativos más duraderos, y, sobre todo, si estas tremendas catástrofes servirán como catalizador para una política climática realista, urgente y justa.

Por ahora, los rostros anónimos entre el lodo y el agua siguen esperando algo más que noticias: necesitan acción.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press