Protestas en EE. UU. revelan la creciente ira popular: salario digno, derechos laborales y resistencia al poder de los multimillonarios
Marchas en múltiples ciudades marcan el Día del Trabajo con demandas de justicia económica, rechazo al autoritarismo y apoyo a los trabajadores inmigrantes.
Un Día del Trabajo de lucha en EE. UU.
Estados Unidos vivió un Día del Trabajo diferente. Lejos de ser sólo una jornada de descanso y conmemoración, se convirtió en una fecha cargada de protestas, consignas y reivindicaciones sociales. En ciudades como Chicago, Nueva York, Washington D.C., San Francisco, Seattle y Los Ángeles, miles de ciudadanos salieron a las calles para denunciar las crecientes desigualdades económicas, exigir un salario digno y manifestarse contra la figura aún influyente del expresidente Donald Trump.
¿Por qué protestan?
Los manifestantes, unidos por el colectivo One Fair Wage y otras organizaciones obreras y sociales, centraron sus demandas en tres ejes:
- El estancamiento del salario mínimo federal, que permanece en $7.25 desde 2009.
- Una oposición frontal a la influencia del expresidente Trump y sus políticas.
- El rechazo al poder desproporcionado que tienen las grandes fortunas en la configuración de la vida política y económica del país.
El mensaje fue contundente: "Los trabajadores merecen más, la democracia está bajo ataque y no permitiremos la militarización de nuestras calles".
El salario mínimo en EE. UU.: ¿una cifra histórica o vergonzosa?
Desde julio de 2009, el salario mínimo federal no ha cambiado: $7.25 por hora. Esto significa que, en términos reales, los trabajadores que dependen de este ingreso han perdido casi un 30% de su poder adquisitivo debido a la inflación acumulada.
Un informe de Economic Policy Institute (2023) reveló que, para cubrir necesidades básicas como vivienda, alimentación, transporte y cuidados médicos, un trabajador en cualquier ciudad importante de EE. UU. necesitaría al menos $16 por hora. Por eso, muchos estados y ciudades han optado por establecer salarios mínimos superiores al federal, pero millones de trabajadores —especialmente en el sur y medio oeste del país— siguen atrapados en salarios bajos.
La desigualdad estructural y el poder de los multimillonarios
El colectivo May Day Strong, activo en ciudades como San Francisco, Los Ángeles y Portland, declaró tajantemente: "Los multimillonarios están robando a las familias trabajadoras, destruyendo nuestra democracia y construyendo ejércitos privados para atacar nuestras ciudades".
Y no es una exageración retórica. Según Forbes, la riqueza combinada de los 400 estadounidenses más ricos alcanzó en 2023 los 4.5 billones de dólares, mientras 25 millones de personas viven con menos de $15.000 al año. ¿Cómo se sostiene la democracia en un país donde la acumulación extrema convive con la pobreza estructural?
Trump como símbolo del poder económico y el autoritarismo
Aunque Donald Trump ya no reside en la Torre Trump en Manhattan, el edificio sigue siendo un epicentro de protesta. Las manifestaciones en Nueva York y Chicago estuvieron marcadas por cánticos como "¡Trump debe irse!", "¡No a la Guardia Nacional!" y "¡Enciérrenlo!". Muchos lo acusan de haber promovido políticas que agudizaron la desigualdad, criminalizaron la migración y militarizaron la política interna.
En palabras de Daniel Biss, alcalde de Evanston, Illinois: "Estamos aquí porque nuestros valores fundamentales están siendo amenazados. Nos quieren amedrentar con militares en nuestras calles. Es hora de resistir".
Las voces que construyen resistencia
Entre la multitud en Chicago, una de las manifestantes, Ziri Marquez, resumió la conexión entre distintos frentes de lucha: "Estamos lidiando con bajos salarios, una economía estancada y actitudes antimigrantes. Los inmigrantes son usados como chivos expiatorios mientras otros concentran riqueza y poder". Ziri también hizo un paralelo entre las injusticias locales y crisis internacionales como la situación en Gaza, reflejando un necesario enfoque interseccional: justicia no solo en EE. UU., sino también en el mundo.
Una protesta con sabor a revolución cultural
A lo largo de la Costa Oeste, desde San Diego hasta Seattle, la movilización incluyó manifestaciones artísticas, música en vivo y discursos multilingües. Se destacó la participación de grupos de trabajadores inmigrantes, sindicatos y organizaciones jóvenes que llamaban a construir un futuro con más equidad y respeto a los derechos laborales.
En Los Ángeles, asociaciones de trabajadores federales se unieron a la marcha. En Portland, Lynda Oakley explicó sus motivos para protestar: "La atención médica es inalcanzable, y estamos viendo recortes en seguridad social y derechos laborales. Estoy harta de lo que ocurre en mi país".
No es solo Trump, es el sistema
Si bien Trump fue un blanco evidente de las protestas, el fenómeno que se denuncia va más allá de una figura política. El problema es estructural. Como bien expresó la consejera del condado de King, Teresa Mosqueda, durante una manifestación en Seattle: "Los trabajadores deben tener más poder que una pequeña élite multimillonaria".
Esta afirmación resuena en una nación donde el 1% más rico posee más de un 30% de la riqueza total, mientras la clase media sigue reduciéndose según múltiples estudios del U.S. Census Bureau. La lucha es, en esencia, por la supervivencia de una democracia real y participativa.
Un llamado a la acción colectiva
La protesta del Día del Trabajo en EE. UU. es solo una muestra del malestar acumulado que empuja cada vez a más ciudadanos a organizarse. Colectivos y movimientos como One Fair Wage, May Day Strong, Fight for $15 y muchos sindicatos locales, están logrando visibilidad y creando redes de solidaridad esenciales para avanzar en las luchas sociales.
En esta encrucijada histórica, parece claro que la protesta no es simplemente una reacción emocional, sino parte de una estrategia de resistencia y transformación. Donde antes reinaba el silencio, ahora hay cánticos, pancartas y megáfonos. En lugar de resignación, hay organización.
Como diría el lema coreado en Washington D.C.: "¡Ningún invasor de ICE en nuestras comunidades! ¡Liberen a D.C.!"
Estados Unidos está cambiando. Basta ver las calles para entenderlo.