Una nueva era de aliados autoritarios: Desfile militar en China y el giro geopolítico hacia el Este
El desfile del 80º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial en Beijing revela no solo poderío bélico, sino también un eje estratégico entre China, Rusia y Corea del Norte frente a Occidente
El 3 de septiembre de 2025, Beijing se convirtió en el epicentro de una demostración de poder, diplomacia e ideología. Mientras soldados marchaban en perfecta sincronía y los últimos avances en tecnología militar china volaban sobre la ciudad, el desfile conmemorativo del 80º aniversario de la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial adquiría una relevancia mucho mayor: la consolidación de un nuevo bloque geopolítico entre potencias autoritarias: China, Rusia y Corea del Norte.
Una ostentación bélica sin precedentes
El evento fue cuidadosamente coreografiado. Cientos de vehículos militares, incluyendo misiles balísticos intercontinentales, tanques de última generación, drones estratégicos y aviones furtivos, desfilaron frente a la mirada atenta del presidente Xi Jinping, quien también lidera el Partido Comunista chino y la Comisión Militar Central. Incluso se mostraron armamentos que nunca antes habían sido revelados al público.
Entre las novedades tecnológicas más destacadas se encuentran:
- Misiles DF-41: Podrían alcanzar objetivos en cualquier parte del mundo, incluso en EE. UU., con múltiples ojivas nucleares.
- Aviones hipersónicos y ‘stealth’: Diseñados para burlar radares y atacar con precisión a larga distancia.
- Drones 100% autónomos: Capaces de realizar misiones de inteligencia o ataque sin intervención humana directa.
Todo esto no solo apuntaba a enviar un mensaje al pueblo chino sobre la fortaleza del país, sino también al mundo, en especial a Estados Unidos y sus aliados asiáticos como Japón o Corea del Sur, que decidieron no participar del evento.
Putin, Kim Jong Un y el eje del Este
La presencia de líderes internacionales reveló las nuevas alianzas geoestratégicas que se están consolidando en el escenario global. Vladimir Putin (Rusia), Kim Jong Un (Corea del Norte) y una delegación iraní fueron recibidos como invitados de honor. En palabras de Xi Jinping, Putin es un “viejo amigo”, mientras que el mandatario ruso lo llamó su “estimado amigo” y aseguró que “nuestras relaciones se encuentran en su punto más alto de la historia”.
El desfile marca también un retorno simbólico a una narrativa común: la Segunda Guerra Mundial. Aunque la Unión Soviética fue neutral durante gran parte del conflicto en Asia, sí intervino al final, apoyando a China contra la ocupación japonesa. “Estuvimos juntos entonces, y seguimos estando juntos ahora”, afirmó Putin durante su visita, enfatizando la sangre compartida contra un enemigo común: el imperialismo occidental.
¿Camino hacia un nuevo orden mundial?
Analistas geopolíticos están interpretando este desfile como algo más que una conmemoración histórica. Es la cristalización simbólica de una respuesta al liderazgo global de Estados Unidos. Desde la invasión rusa a Ucrania en 2022 y las continuas tensiones en el mar de la China Meridional, hasta las sanciones económicas y los bloqueos tecnológicos, las potencias autoritarias están formando una especie de ‘OTAN del Este’.
China ha mantenido un supuesto rol neutral respecto a Ucrania, pero ha servido como salvavidas económico para Rusia, ofreciendo canales de comercio alternativos, inversiones en rublos y yuanes, y colaboraciones industriales. Algunas compañías chinas han sido acusadas por Occidente de ayudar al complejo militar ruso, lo cual complica aún más el equilibrio diplomático.
El simbolismo detrás del control
A diferencia de los desfiles del Día de la Bastilla en París o del 4 de julio en Washington, este evento estuvo totalmente cerrado al público. Solo mediante la televisión estatal o transmisiones oficiales se podía observar. Literalmente, hubo barreras físicas y digitales para mantener a la población a un bloque de distancia. Las concesiones privadas fueron cerradas y el orden fue absoluto.
Esto revela otra faceta clave del evento: el control social. Así como el Estado domina el relato histórico —colocándose como víctima de la guerra y como vencedor moral y militar— también domina los canales de participación ciudadana. La narrativa es uniforme, disciplinada y contundente: “El Partido protege, el Partido guía, el Partido vence”.
El ausente poder Occidental
Ni el presidente estadounidense Joe Biden, ni los líderes de Francia, Alemania, Japón, India ni Corea del Sur participaron. Esto fue quizá lo más revelador del evento. El aislamiento diplomático no fue accidental; representó una ausencia intencionada en un contexto de creciente rivalidad. Aquellos países no quisieron legitimar la exhibición de una potencia que, a ojos de muchos en Occidente, se acerca demasiado a regímenes dictatoriales y expansionistas.
Sin embargo, la ausencia dejó el protagonismo libre para que China fortaleciera su narrativa: la de que Occidente está en decadencia moral y militar, y que el verdadero liderazgo del siglo XXI vendrá desde Eurasia.
Contexto histórico y renacimiento imperial
Este no es el primer desfile de estas características. En 2019, China presentó su maquinaria militar con motivo del 70º aniversario del régimen comunista. Pero este evento de 2025 se encuentra en otro plano: el de la respuesta política global frente a un orden liberal que, según los organizadores, ha fracasado.
En pleno siglo XXI, China está recuperando el mito del Mandato del Cielo, actualizado al lenguaje del comunismo moderno. Así como los emperadores antiguos justificaban su poder por la armonía que traían al pueblo, hoy Xi Jinping presenta al Partido como el portador del orden y el guardián de la soberanía nacional frente al caos exterior.
El rol de Corea del Norte, un peón estratégico
La asistencia de Kim Jong Un fue uno de los momentos más llamativos del evento. Hace años que el líder norcoreano no realizaba un viaje internacional y eligió este como símbolo de alineación total con el eje sino-ruso.
La presencia de Corea del Norte refuerza su papel como país buffer (colchón estratégico) entre China y el bloque pro-occidental del Pacífico. A cambio, Pyongyang obtiene respaldo político, económico y quizá industrial para sus proyectos atómicos y de misiles, lo cual resulta profundamente preocupante para Japón y Corea del Sur.
¿Y América Latina? El caso Bolsonaro
Mientras China miraba al pasado para proyectar el futuro, una crisis de otro tipo estallaba al otro lado del mundo. El expresidente brasileño Jair Bolsonaro enfrentaba un juicio por intentar subvertir las elecciones de 2022 y mantener el poder mediante un plan ilegal, según la Fiscalía. Aunque aparentemente desconectada, esta historia encaja en la narrativa de lucha entre regímenes autoritarios y democráticos.
La solidaridad entre Bolsonaro y Donald Trump, quien calificó el juicio como una “caza de brujas”, resalta cómo incluso en América, el orden democrático es objeto de disputas abiertas. Mientras tanto, China, Rusia y Corea del Norte ofrecen un modelo sin elecciones libres, donde el poder se perpetúa mediante la fuerza y el control informativo.
La sombra de un nuevo orden multipolar
Estamos presenciando un momento de quiebre. El desfile militar en Beijing no fue solo un espectáculo visual, sino una potente declaración de intenciones. Una proyección de poder militar, cohesión política y alineación ideológica que busca desafiar el sistema internacional post Segunda Guerra Mundial liderado por Occidente.
¿Será este el preludio de un nuevo bloque de poder autoritario? ¿Podrá el equilibrio global resistir la presión combinada de tres países con ambiciones expansionistas? El tiempo lo dirá, pero mientras tanto, los cielos de Beijing anunciaron algo más que fuegos artificiales. Anunciaron un cambio profundo que ya está en marcha.