‘La Voz de Hind Rajab’: un grito desde Gaza que resuena en el Festival de Cine de Venecia
La cineasta tunecina Kaouther Ben Hania transforma la angustiosa llamada de una niña palestina en medio de la guerra en Gaza en una poderosa película que renueva el cine como herramienta de memoria y denuncia
Una voz que paralizó al mundo
Era enero de 2024 cuando una llamada telefónica, llena de miedo e inocencia, surgió desde lo más profundo del horror en Gaza. Hind Rajab, una niña palestina de apenas seis años, atrapada dentro de un automóvil acribillado por balas, suplicaba que alguien la rescatara. Su voz quedó grabada en las líneas del servicio de emergencias de la Media Luna Roja Palestina. Sus súplicas, desgarradoras, se silenciaron doce días después, cuando se hallaron su cuerpo, el de cinco miembros de su familia y dos paramédicos. Todos habían sido asesinados.
La cineasta tunecina Kaouther Ben Hania convirtió esa tragedia en arte. Su película, “The Voice of Hind Rajab” (La Voz de Hind Rajab), se estrenó en la edición 2025 del Festival Internacional de Cine de Venecia y ha impactado con fuerza. El filme no busca dramatizaciones baratas del horror; se construye íntegramente desde el centro de despacho de la Media Luna Roja Palestina, usando el audio original de la llamada de Hind.
Un cine urgente
“Cuando escuché su voz me sentí impotente”, afirmó Ben Hania en una entrevista. “Sentí que ella me pedía a mí que la rescatara”. La directora tunecina, nominada al Oscar por “The Man Who Sold His Skin” y “Four Daughters”, dejó de lado otros proyectos para dedicar todas sus energías a esta obra cargada de urgencia y dolor.
El enfoque elegido es radical: la cámara nunca abandona el centro de comunicaciones del servicio médico palestino. No muestra cuerpos ni ruinas, sino rostros de operadores envueltos en tensión, impotencia, humanidad. La elección, lejos de disminuir el impacto, lo intensifica: “Ya vemos el horror todos los días en internet. Mostrar imágenes explícitas ya no conmueve”, explicó Ben Hania, “por eso decidí trabajar desde donde la esperanza aún existía”.
El proceso detrás del filme
La primera persona con la que habló la directora fue la madre de Hind, Wissam Hamadah. La mujer compartió con Ben Hania detalles íntimos de su hija: su amor por el mar, sus sueños de ser dentista. A partir de ahí, se conformó el elenco, integrado principalmente por actores palestinos como Saja Kilani, Motaz Malhees, Clara Khoury y Amer Hlehel.
La película se construyó a partir de las transcripciones reales y de las grabaciones del día de la tragedia. El hecho de utilizar las voces originales envuelve al espectador en una experiencia tan cinematográfica como documental. Tal fue la potencia emocional del proyecto, que muchos miembros del equipo rompían en llanto durante el rodaje, y los actores reaccionaban con lágrimas genuinas al oír la voz de Hind en directo.
Entre la realidad y la ficción
“No tuve que inventar nada. Las historias que están ocurriendo en Gaza superan cualquier ficción”, afirmó la directora. En efecto, el guion apenas necesitó adornos; el drama en sí, tan brutal como trágico, funcionó como detonador narrativo. La decisión más desafiante fue encontrar el ángulo estético y ético con el cual abordar una historia como ésta sin caer en el morbo.
El resultado es una película que se parece más a un thriller de Hollywood envuelto en una luz sombría: funcionarios atrapados por la burocracia, decisiones de vida o muerte, fallas logísticas, y una llamada cuya desesperación se convierte en una herida colectiva. Pero a diferencia del cine de acción, aquí no hay héroes que salvan el día. El rescate nunca llega. La tragedia ya ha sucedido antes de que empiece la proyección.
Impacto global y resonancia política
Desde el momento en que el filme se completó y fue seleccionado en Venecia, el apoyo internacional llegó con rapidez. Brad Pitt, Rooney Mara, Joaquin Phoenix, Alfonso Cuarón y Jonathan Glazer se sumaron como productores ejecutivos. Y Túnez anunció que será su candidata oficial en los Premios Oscar 2026 para la categoría de Mejor Película Internacional.
“Quiero que esta película se vea en todo el mundo”, afirmó la cineasta. “No quiero decirle al público qué pensar. Solo quiero que escuchen su voz”.
En paralelo, la guerra continúa escalando. El Ministerio de Salud de Gaza calcula que más de 63,000 palestinos han muerto desde el inicio del conflicto en octubre de 2023, cuando militantes liderados por Hamas mataron a alrededor de 1,200 personas e iniciaron un ataque sin precedentes contra Israel. Aunque la película se centra en una historia puntual, su alcance simbólico y político es más amplio: es una denuncia contra la normalización del horror.
Un cine de resistencia
En medio de festivales y alfombras rojas, “The Voice of Hind Rajab” emerge como un acto de resistencia. Cine como memoria, como testimonio, como espacio de duelo colectivo. La propia directora confiesa que hacer esta película fue, para ella, una forma de honrar la promesa implícita que siente con las víctimas: “Lo único que sé hacer es contar historias. Así puedo tratar de salvar algo”.
No es frecuente que una película conmueva tanto como para generar movimiento en redes, canciones, campañas de derechos humanos, y atención política global. Pero esta historia tiene una protagonista distinta: una niña de seis años cuyo último pedido de ayuda sigue viajando por el mundo, resonando donde menos se espera.
Ben Hania no solo ha realizado una de las películas más comentadas de Venecia 2025. También ha subrayado el poder inalterable del cine como arma política: en contiendas donde las armas definen la narrativa, las historias pueden desafiar el silencio.
Una nominación esperada
Con dos nominaciones previas al Oscar y ahora con una película que ha generado consenso crítico, es probable que “The Voice of Hind Rajab” tenga un recorrido largo en la temporada de premios. Pero incluso si no fuera así, ya ha logrado lo imposible: convertir una grabación de emergencia en una obra inmortal que recuerda al mundo la fragilidad de la vida civil en las guerras modernas.
Es también un llamado de atención a la industria que suele romantizar heroísmos de ficción, mientras ignora las tragedias reales que suceden día a día. ¿Qué nos conmueve más: una historia bien contada o una historia verdadera?
En este caso, son ambas cosas al mismo tiempo.