China, Rusia, Corea del Norte e Irán: El nuevo eje del poder desafía el orden occidental en Pekín

La imponente parada militar en China por el 80º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial evidenció una coalición alternativa al bloque liderado por EE.UU., con Xi Jinping, Putin y Kim Jong Un al frente

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Un desfile cargado de simbolismo geopolítico

Beijing se convirtió en el epicentro diplomático del mundo cuando el presidente chino, Xi Jinping, recibió a mandatarios de 26 países durante la conmemoración del 80º aniversario de la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial. Mientras los líderes de Occidente —como los de Estados Unidos, Japón o la Unión Europea— se ausentaban deliberadamente, potencias rivales y emergentes formaban parte del espectáculo cuidadosamente orquestado de fuerza militar y unidad estratégica promovido por el gigante asiático.

La disposición en la tarima fue tan potente como los blindados y misiles en la plaza Tiananmén: Xi Jinping, Vladímir Putin y Kim Jong Un formaban la primera línea, flanqueados por Masoud Pezeshkian de Irán y el presidente bielorruso, Alexander Lukashenko. Un mensaje visual directo: el eje sino-ruso y sus aliados está más sólido que nunca.

Este despliegue se percibe como una alternativa al orden dominado por Estados Unidos desde la posguerra. Según analistas internacionales, es un desafío directo al sistema internacional liderado por Occidente, y un intento de atraer a países del llamado Sur Global a una esfera de influencia distinta.

¿Quiénes estuvieron presentes y quiénes no?

La lista de asistentes a la conmemoración revela mucho más que una simple preferencia diplomática; demuestra una realineación geopolítica en evolución.

  • Asistentes clave de Asia: Prabowo Subianto (Indonesia), Luong Cuong (Vietnam), Anwar Ibrahim (Malasia), el rey Norodom Sihamoni (Camboya), Min Aung Hlaing (Myanmar), Shehbaz Sharif (Pakistán), Kassym-Jomart Tokayev (Kazajistán).
  • De África: Emmerson Mnangagwa (Zimbabue) y Denis Sassou Nguesso (Congo).
  • De América Latina: Miguel Díaz-Canel (Cuba), único representante en este bloque geográfico.
  • De Europa: Aleksandar Vučić (Serbia) y Robert Fico (Eslovaquia). Algunos ex primeros ministros rumanos también aparecieron en la foto grupal.

En contraposición, los países democráticos más relevantes brillaron por su ausencia: EE.UU., Reino Unido, Francia, Alemania, Japón e India evitaron completamente el evento, una clara señal de rechazo.

Putin, Xi y Kim: el triángulo que desafía al mundo

El momento en que los tres líderes más notorios del bloque anti-occidental —Putin, Xi y Kim— ascendieron a la plataforma principal mientras charlaban animadamente, representó visualmente una alianza estrecha y peligrosa para el statu quo. Pese a sus diferencias ideológicas, los tres han encontrado objetivos comunes:

  • Reducir la influencia global de Estados Unidos.
  • Apoyar modelos autoritarios como alternativa al liberalismo.
  • Promover la expansión del orden multipolar.

Kim Jong Un, cuyo viaje al extranjero fue una rara excepción, subrayó la importancia del evento. La última vez que salió de Corea del Norte fue para reunirse con Putin en Rusia en 2023. Esta visita refuerza una renovada cooperación armamentística y política entre Pyongyang y Moscú.

Una alianza militar y diplomática en gestación

No es casualidad que la mayoría de los asistentes también participaran en la Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) días atrás, un foro cada vez más influyente que promueve el multilateralismo sin intervención occidental. La OCS consolidó acuerdos militares, comerciales y de seguridad regional entre sus miembros, y la parada militar sirvió como símbolo visual de esa cooperación.

Putin, tras haber sido condenado por la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra, encuentra en estos foros respaldo diplomático y refuerzo para sostener su hegemonía en Eurasia. A su vez, Xi Jinping refuerza su liderazgo en el hemisferio oriental, desplazando lentamente a Estados Unidos en el mapa geopolítico asiático.

La ausencia de Occidente y el rol del Sur Global

Países como India y Turquía, que a menudo juegan roles ambivalentes, desistieron a última hora de participar en la conmemoración. No obstante, las relaciones de Modi con Xi y Putin continúan en un delicado equilibrio, como muestran las publicaciones recientes del mandatario indio.

Mientras tanto, el Sur Global —países latinoamericanos, africanos y del sudeste asiático— se convierte en el nuevo campo de batalla diplomático. Xi busca construir una coalición económica y política que desplace el dominio de instituciones como el FMI, el Banco Mundial y la OTAN. La asistencia del presidente de Zimbabue o de Cuba refuerza esta estrategia de Xi de ganar legitimidad y expansión sin recurrir a armas.

¿Nuevo orden internacional a la vista?

Este evento en Beijing marca un antes y un después. Occidente ha adoptado una postura defensiva frente a la diplomacia ofensiva y simbólica de Pekín y Moscú. Al utilizar eventos históricos para proyectar liderazgo, China intenta apropiarse del relato victorioso de la Segunda Guerra Mundial, desplazando incluso a los Aliados originales.

Este tipo de encuentros tienen un potencial enorme para redefinir alianzas, construir rutas alternativas —como la Iniciativa de la Franja y la Ruta— y transformar un mundo que ya no gira exclusivamente alrededor de Washington, Bruselas o Tokio.

Como diría el analista Peter Doran, del think tank Foundation for Defense of Democracies: “Estamos ante una peligrosa erosión del liderazgo occidental, mientras se configura un bloque de poder que combina autoritarismo con ambición geoestratégica”.

Los desafíos que enfrentan EE.UU. y sus aliados

Washington no solo tiene que responder militar y diplomáticamente a Rusia y China, sino también hacer frente a movimientos migratorios complejos, polarización interna y la erosión de valores democráticos. Líderes como Donald Trump se muestran favorables a buscar acuerdos de poder con estos regímenes autocráticos, abriendo divisiones al interior de los bloques tradicionales.

Con aproximadamente 10.000 tropas estadounidenses estacionadas en Polonia, la continuidad de la presencia multinacional en Europa del Este y Asia se pone bajo escrutinio. A la par, ejercicios militares conjuntos entre Rusia y Bielorrusia cerca de las fronteras de la OTAN provocan escaladas innecesarias en un momento en que la diplomacia parece menos efectiva que nunca.

Geopolítica visual: el uso de los símbolos como arma

En China, la estrategia de Xi combina elementos culturales, históricos y militares con maestría. Los actos conmemorativos sirven menos para recordar el pasado que para proyectar poder en el presente y moldear el futuro. La Segunda Guerra Mundial termina convirtiéndose en el escenario perfecto para redefinir amigos y enemigos en pleno siglo XXI.

Las fotos de líderes como Putin, Kim y Xi estrechándose manos entre tanques, misiles DF-41 y formaciones impecables de soldados deben entenderse como mensajes potentes. Son imágenes que resuenan en todo el mundo, especialmente en países que se identifican con la narrativa antiimperialista y desafían el dominio de Washington.

¿Qué sigue?

Con el telón de fondo de conflictos no resueltos como la guerra en Ucrania, crecientes tensiones en el mar de China Meridional y pugnas comerciales globales, lo acontecido en Beijing no es un evento aislado. Representa un ensayo de lo que podría llegar a ser un nuevo orden mundial multipolar, más competitivo, menos predecible… y sin un liderazgo occidental claro.

En palabras del historiador británico Niall Ferguson: “El siglo XXI no será chino, ni estadounidense. Será el siglo del conflicto entre modelos”.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press