China y su desfile del siglo: ¿mensaje de paz o demostración de poder militar?

Xi Jinping celebra el 80º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial con una ceremonia colosal que replantea el papel global de China

  •  EnPelotas.com
    EnPelotas.com   |  

El miércoles 3 de septiembre de 2025, el corazón político de Pekín vibró con los ecos de tambores y botas militares en perfecta sincronía. En un imponente evento, China celebró el 80º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial con uno de los desfiles militares más espectaculares de la última década. El presidente Xi Jinping, flanqueado por dos figuras igualmente controversiales —Vladimir Putin y Kim Jong Un—, ofreció un discurso cargado de simbolismo, ambigüedad y firmeza nacionalista.

Una conmemoración estratégica

Lejos de tratarse solamente de una ceremonia histórica, este evento fue una exhibición estratégicamente diseñada para reforzar el liderazgo de Xi, consolidar el lugar de China en la política internacional y moldear la narrativa bélica a favor de Pekín. Xi arrancó evocando la memoria de los millones de chinos que murieron durante la invasión japonesa y la Guerra de Resistencia contra Japón (1937-1945), alineada temporalmente con el conflicto global iniciado en 1939.

La ceremonia se inauguró con una salva de 80 cañonazos que marcaron los ochenta años transcurridos desde la rendición del Imperio Japonés. Luego, la multitud entonó el himno nacional, La Marcha de los Voluntarios, composición de 1935 y emblema del patriotismo comunista chino.

Putin, Kim y Xi: una foto, mil interpretaciones

La presencia de Vladimir Putin y Kim Jong Un no fue casualidad ni gesto diplomático superficial. Al contrario, fue una declaración sutil pero poderosa para Occidente, especialmente hacia Estados Unidos. La fotografía de los tres líderes en la Puerta de Tiananmén no solo remite a un recuerdo bélico, sino que dibuja un nuevo eje geopolítico en el siglo XXI.

“El pueblo chino no teme a la violencia. Somos autosuficientes y fuertes, pero también avanzamos por el camino del desarrollo pacífico”, afirmó Xi durante su discurso televisado.

Estas palabras reflejan la dualidad del mensaje de Pekín: una potencia que no busca el conflicto, pero que no lo rehuye si cree necesaria su participación.

Una historia que quiere ser reescrita

China desempeñó un papel fundamental durante la Segunda Guerra Mundial en Asia. Fue el primer país en enfrentarse a las fuerzas del Eje (Japón) desde 1937 y uno de los mayores contribuyentes en número de muertos civiles y militares, superando los 15 millones de fallecidos, según estimaciones del historiador Rana Mitter.

Sin embargo, su rol ha sido minimizado en el imaginario colectivo internacional, más enfocado en Europa, el frente del Pacífico estadounidense y el desembarco de Normandía. Con actos como este desfile, Pekín reclama su sitio en el podio de vencedores de la guerra y busca reconfigurar las narrativas hegemónicas de la historia moderna.

Una demostración sin precedentes de músculo militar

Después del discurso de Xi, comenzó una ostentosa muestra de poderío militar. Misiles hipersónicos, drones furtivos, tanques nuevos y cazas de quinta generación desfilaron frente a una audiencia cuidadosamente organizada. Algunas tecnologías estaban siendo mostradas públicamente por primera vez.

Xi, en su rol de comandante supremo del Ejército Popular de Liberación, hizo el recorrido en una limusina negra descapotable, saludando a los soldados y proclamando lemas como “¡Servimos al pueblo!”

¿Paz o propaganda armada?

El uso simbólico de la Segunda Guerra Mundial como punto de partida de una nueva etapa para China ha sido recurrente bajo el mandato de Xi Jinping. El concepto de revitalización nacional o “rejuvenecimiento de la nación china” es ahora una doctrina política que embebe todas las ramas del Estado.

Xi lo dejó claro nuevamente:

“La revitalización del pueblo chino no puede ser frenada. El desarrollo pacífico de la civilización humana es nuestro noble objetivo.”

No obstante, la presencia de misiles intercontinentales y fuerzas especiales en un evento denominado “conmemorativo” ha generado críticas en varios sectores académicos y diplomáticos.

Una visión selectiva de la cooperación internacional

En un detalle revelador, Xi no mencionó por nombre a Estados Unidos ni al Reino Unido, sus entonces aliados durante la guerra. En cambio, se refirió vagamente a “los países que ayudaron a China a resistir la invasión japonesa”. Esto fue interpretado por analistas como una omisión deliberada en medio de la creciente rivalidad con Washington.

El expresidente estadounidense Donald Trump aprovechó el evento para publicar en sus redes sociales:

“La gran pregunta de hoy es: ¿reconocerá Xi la contribución de los soldados estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial? Envía mis saludos a Putin y Kim mientras conspiran contra Estados Unidos.”

El Partido Comunista como eje de la identidad nacional

Durante el desfile se corearon canciones como “Defender el Río Amarillo” y “No hay nueva China sin el Partido Comunista”. El mensaje fue claro: el Partido Comunista no solo lidera, sino que es la única fuerza legítima que puede guiar a China en este siglo.

El desfile, más allá de su esplendor visual, es una herramienta para legitimar la continuidad del poder de Xi Jinping, quien eliminó los límites de mandatos presidenciales en 2018 y se perfila como el dirigente más longevo desde Mao Zedong.

Unir pasado y futuro bajo la misma bandera

La elección del lugar, Tiananmén, también tiene carga simbólica. Más allá de ser el punto central donde se proclamó la fundación de la República Popular en 1949, es también sitio de memoria dolorosa por los eventos de 1989. Al colocar a Putin y a Kim a su lado en ese lugar sagrado, Xi proyecta la idea de que el nuevo siglo no puede basarse en los preceptos democráticos de Occidente, sino en un modelo autoritario, soberano y autocentrado.

Implicaciones geopolíticas: el giro hacia el Este

El evento ha sido interpretado por muchos observadores internacionales como un indicio claro de que China ya opera de facto como una potencia global independiente de Occidente y con visión distinta sobre el orden mundial.

El experto en seguridad asiática, Oriana Skylar Mastro, expresa:

“Este desfile no es sobre historia ni solamente sobre el orgullo nacional. Es un manifiesto. China se está diciendo a sí misma y al mundo: el siglo XXI nos pertenece, con nuestras reglas y nuestros aliados.”

Rusia, Corea del Norte, e incluso Irán y algunos países africanos o latinoamericanos, han venido reforzando sus lazos diplomáticos con Pekín en foros alternativos como la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) o los BRICS. Es un mundo multipolar, pero no necesariamente multilateral.

¿Qué sigue?

Mientras las potencias occidentales reconfiguran sus alianzas, China ha dado un paso firme en la escenificación de su poder. Lo ha hecho bajo la narrativa de la memoria histórica, la justicia nacional y la cooperación pacífica. Sin embargo, lo ha acompañado con misiles, tanques y la presencia de sus más estrechos aliados autocráticos.

La pregunta que queda en el aire no es solo si el mundo está preparado para un orden liderado por China, sino si China está construyendo un liderazgo inclusivo o un bloque de poder que busca reemplazar, en vez de reparar, las estructuras desgastadas del viejo orden global.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press