La ruptura de Kraft Heinz: ¿una reinvención o el fin de un gigante alimenticio?

El coloso de la comida empacada se divide en dos compañías tras años de desafíos financieros y el cambio en los hábitos de consumo

Una década que no salió como se planeó

En 2015, la fusión entre Heinz y Kraft fue presentada como una jugada maestra: unir dos titanes con marcas legendarias bajo una sola bandera con la esperanza de aprovechar su escala masiva para dominar el sector de alimentos empacados. Respaldado por Warren Buffett y la firma brasileña 3G Capital, el acuerdo de $23 mil millones fue el más grande en la historia del sector hasta ese momento.

Pero el sueño pronto se tornó en una pesadilla corporativa. Con el paso de los años, Kraft Heinz no logró adaptarse a una realidad que estaba cambiando: el consumidor moderno empezó a rechazar los alimentos ultraprocesados y buscó opciones más saludables, orgánicas y frescas. En este contexto, productos como Kool-Aid, Velveeta o Kraft Singles comenzaron a perder atractivo.

El anuncio: escisión en dos compañías

Ahora, en 2025, Kraft Heinz ha anunciado una división estratégica en dos nuevas entidades como parte de su transformación post-fusión:

  • Global Taste Elevation Co.: Se centrará en comidas listas para consumir y contará con marcas tan emblemáticas como Heinz (kétchup, mostazas, salsas), Philadelphia Cream Cheese y Kraft Mac & Cheese.
  • North American Grocery Co.: Incluirá productos como Oscar Mayer, Kraft Singles, Lunchables y otras marcas icónicas orientadas al mercado estadounidense.

El actual CEO de Kraft Heinz, Carlos Abrams-Rivera, liderará North American Grocery Co., mientras que Global Taste Elevation Co. está en busca de un nuevo CEO.

La historia que llevó a la división

Para entender este giro estratégico, hay que mirar hacia atrás. En 2013, Warren Buffett y 3G Capital compraron Heinz. Dos años después, adquirieron Kraft y la fusionaron con Heinz en un intento de construir una súper empresa de alimentos. El objetivo era claro: aprovechar sinergias, recortar costos —uno de los sellos de 3G— y aumentar el margen de ganancias.

La estrategia se basaba en el modelo de presupuesto base cero, que exige justificar cada gasto desde cero cada trimestre, impulsando una cultura de austeridad extrema que comenzó con despidos masivos y continuó con una reducción en innovación y marketing.

Pero lo que parecía ser eficiencia económica se convirtió, a la larga, en un lastre estructural. Como dijo El Executive Chair Miguel Patricio en el anuncio de la escisión:

“Kraft Heinz tiene marcas icónicas y queridas, pero la complejidad de nuestra estructura actual dificulta la asignación efectiva de capital, la priorización de iniciativas y el crecimiento en nuestras áreas más prometedoras.”

Una realidad que cambió sin ellos

Mientras Kraft Heinz se centraba en recortar gastos, el comportamiento del consumidor dio un giro. Datos de Nielsen indican que, desde 2015, las ventas de productos alimenticios saludables y orgánicos crecieron un 20%, mientras que los productos ultraprocesados cayeron en participación de mercado. Los consumidores exigen etiquetas limpias, menos conservantes, y alternativas plant-based (basadas en plantas).

Además, marcas más jóvenes y ágiles comenzaron a ganar terreno rápidamente, aprovechando canales de venta directa al consumidor y adaptándose con rapidez en el diseño de productos. Empresas como Beyond Meat, Chobani o Oatly se convirtieron en referentes en menos de una década.

Una identidad diluida

La estrategia de fusión luchó contra una fuerza imparable: la erosión del valor de marca. En 2019, Kraft Heinz admitió un golpe devastador: una disminución de $15.4 mil millones en el valor de sus marcas Oscar Mayer y Kraft. Analistas como David Palmer de Evercore ISI señalaron que "la búsqueda obsesiva de ahorro destruyó las bases creativas y diferenciales de la compañía".

Lo peor fue que los productos de Kraft Heinz comenzaron a perder la batalla en precio frente a marcas blancas. Una botella de kétchup Heinz costaba $2.98 dólares en Walmart, frente a los $0.98 del kétchup de marca Great Value. Ésas son cifras difíciles de justificar para un consumidor moderno.

Intentos de corrección que llegaron tarde

En un esfuerzo por adaptarse, en 2021 Kraft Heinz vendió negocios como Planters (nueces) y su línea de quesos naturales, prometiendo enfocarse en marcas de crecimiento como Lunchables o P3 Snacks. Pero el daño ya estaba hecho.

Desde 2020, la empresa ha visto cómo sus ingresos netos disminuyen cada año, después de un breve repunte por el aumento de compras durante la pandemia. En abril de 2025, la empresa redujo sus proyecciones de ingresos y beneficios para todo el año, culpando a la desaceleración del gasto en EE.UU. y al impacto de aranceles impuestos bajo la administración Trump.

¿Hay futuro tras la ruptura?

La pregunta obvia es: ¿qué pasará ahora? Las compañías escindidas tendrán enfoques más claros y podrán adaptarse con mayor agilidad a sus respectivos públicos objetivos:

  • Global Taste Elevation Co. tiene el potencial de posicionarse como una casa global de salsas y sabores listos para servir, compitiendo en un mercado que valora la conveniencia de forma creciente pero bajo estándares de salud y sabor más elevados.
  • North American Grocery Co. podría reformular marcas nostálgicas, relanzar productos con fórmulas más saludables y explorar alianzas con marcas emergentes.

El mercado reaccionó de forma moderadamente positiva: las acciones subieron ligeramente al anuncio, anticipando que esta movida podría desbloquear valor accionarial si ambas compañías logran una ejecución eficiente.

La lección de Kraft Heinz: más allá del control de costos

En el mundo corporativo, este caso será analizado por años. La mega fusión que prometía revolucionar el sector se topó con una dura realidad: no basta con cortar costos para crear una empresa duradera. Hace falta innovación, agilidad y conexión con el consumidor.

El caso Kraft Heinz nos recuerda el poder que tienen los hábitos alimenticios de los consumidores para poner de rodillas incluso a los gigantes más sólidos. Esa es la cara del nuevo capitalismo de consumo: uno que exige propósito, salud y autenticidad.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press