Rafael Devers, los 30 jonrones y la chispa que encendió la polémica en Denver
Un análisis profundo sobre la noche en la que Devers hizo historia, provocó un altercado y reavivó la llama ofensiva de los Gigantes
Por fin, Rafael Devers ha llegado a los 30 jonrones esta temporada. Una marca impresionante que, incluso por sí sola, merecería titulares y ovaciones. Sin embargo, lo que ocurrió en Denver no fue simplemente un batazo más sobre la barda. Fue una noche cargada de emoción, confrontaciones inesperadas y una reconfiguración significativa para los Gigantes de San Francisco. Desde su celebración hasta su reposicionamiento en el diamante, todo en torno a Devers esa noche fue noticia.
Un batazo que encendió la polémica
El cuadrangular número 30 de Devers llegó en el primer inning contra Kyle Freeland, lanzador de los Rockies de Colorado. El dominicano conectó un sweeper que dejó el bat con autoridad en dirección al jardín derecho. Pero la atención no solo fue para la pelota en vuelo, sino para la celebración de Devers en su camino hacia la primera base. Ese gesto, quizá interpretado como efusivo o burlón, provocó una respuesta explosiva de Freeland.
Según se observó, Freeland comenzó a gritarle a Devers mientras este pasaba por la inicial. Como reacción inmediata, los jugadores de ambos equipos invadieron el terreno. Matt Chapman y Willy Adames —ambos de San Francisco— se involucraron directamente en el altercado. Chapman incluso pareció tener contacto físico con Freeland, y Adames estuvo en el centro del tumulto. El resultado: los tres fueron expulsados.
No hubo golpes visibles, pero sí mucha tensión. Devers, desconcertado, esperó pacientemente en la primera base mientras el cuerpo umpiral deliberaba sobre lo sucedido. Una vez restaurado el orden, el dominicano pudo culminar su viaje alrededor de las bases... minutos después de haber pegado su cuadrangular.
Rompiendo una sequía histórica para los Giants
El cuadrangular de Devers no solo desató una trifulca; también fue un hito significativo para los Gigantes de San Francisco. Con ese batazo, se convirtió en el primer jugador desde Barry Bonds en 2004 en alcanzar los 30 jonrones en una temporada con el uniforme del equipo californiano.
Claro, hay que hacer una salvedad crucial: Devers había conectado 15 de esos jonrones mientras aún vestía el uniforme de los Boston Red Sox, antes de ser traspasado a San Francisco a mitad de campaña. Pero los otros 15 cuadrangulares, incluyendo el histórico número 30, sí los ha registrado como Gigante.
Este hecho es relevante porque evidencia la falta de poder ofensivo sostenido que ha caracterizado a la franquicia en las últimas dos décadas tras la era Bonds. El hecho de que ningún pelotero haya alcanzado esa cifra desde 2004 muestra que la llegada de Devers podría marcar un antes y un después en la configuración ofensiva del equipo.
Implicaciones en la alineación y el diamante
Tras las expulsiones, los Gigantes se vieron obligados a reorganizarse defensivamente.
- Rafael Devers fue movido a la tercera base, posición en la que no había jugado desde que llegó desde Boston.
- Christian Koss se desplazó del intermedio al campocorto.
- Casey Schmitt ingresó para cubrir la segunda base.
- Dominic Smith fue añadido al roster en la primera base.
Esta reorganización obligada dejó en evidencia una profundidad de plantilla clave para aspirar a los playoffs. A pesar de las tensiones y bajas, el equipo pudo mantenerse competitivo durante el resto del encuentro.
Un Devers más maduro, pero aún pasional
La respuesta vehemente de Freeland deja entrever que la celebración de Devers fue interpretada como provocativa. Pero no debería sorprender totalmente considerando la personalidad pasional que lo caracteriza desde sus primeros días en Grandes Ligas. Devers ha sido un jugador que juega con mucha emoción, pero en 2025 hemos visto más madurez y liderazgo de su parte, sobre todo tras el cambio de franquicia.
"Rafael es un competidor feroz. No creo que haya tenido intención de incomodar a nadie con su celebración", dijo uno de sus compañeros tras el partido, bajo anonimato.
Este tipo de roces en el béisbol no son nuevos. Desde Bat Flips famosos de José Bautista hasta las múltiples peleas protagonizadas por Yasiel Puig, los códigos no escritos del béisbol siempre han sido un tema de interpretación y controversia.
Los Gigantes y el resurgir de la ofensiva
Más allá del drama, lo cierto es que el batazo de Devers parece inyectar energía a una ofensiva de los Gigantes que ha tenido altibajos esta temporada. La marca individual del dominicano sirve como espejo para analizar el rendimiento ofensivo colectivo.
Antes del juego en Denver, los Gigantes estaban en una racha de tres derrotas consecutivas, en las que apenas habían anotado 7 carreras en total. Si Devers puede mantener este ritmo con el madero, y si el resto de la alineación responde con consistencia, San Francisco aún podría luchar por un comodín en la Liga Nacional.
Boston extraña a Devers... y se lesiona Roman Anthony
El éxito post-cambio de Devers contrasta con una noche gris para su exequipo, los Boston Red Sox. En el mismo momento en que su exestrella brillaba en Denver, en Boston Roman Anthony, la nueva joya del equipo, sufría molestias en el oblicuo y debía abandonar el juego.
Anthony, quien estaba teniendo un impacto inmediato desde su debut en junio con 8 HR, 32 impulsadas y un promedio de .292, parecía ser el favorito para terminar segundo en la carrera por el Novato del Año. Su lesión, aunque clasificada como "molestia", podría significar un golpe importante para los Bostonianos, quienes aún tienen remotas aspiraciones de postseason.
Mike Trout: otra ausencia que preocupa
En un ángulo diferente, pero relacionado por el contexto de la jornada, Mike Trout fue descartado por los Angels debido a una infección cutánea. El legendario jardinero está a dos jonrones de los 400 en su carrera, cifra que lo posicionaría entre los grandes de la historia. Sin embargo, las lesiones y contratiempos médicos lo han perseguido en las últimas campañas. En 2025, su promedio baja a .231, aunque mantiene 20 HR y 54 impulsadas.
¿Un nuevo rostro del poder ofensivo?
Con figuras como Shohei Ohtani dejando huella en la Liga Nacional y Mike Trout acercándose al ocaso de su carrera, el béisbol de Grandes Ligas necesita nuevas caras de poder y liderazgo. Rafael Devers, con apenas 28 años, promedio sólido, poder estable y una trayectoria creciente, parece llamado a ocupar ese lugar.
Su noche en Denver no solo fue histórica por los números, sino por todo lo que representó: pasión, controversia, liderazgo, versatilidad e impacto inmediato en el equipo.
Si logra mantener ese nivel, no solo podría romper más marcas individuales, sino también liderar a los Gigantes de regreso a la postemporada—aunque aún falta mucho por jugar en esta campaña. Pero si podemos sacar una lectura de esta noche de septiembre, es que el corazón del lineup californiano vuelve a latir fuerte.
Y ese latido tiene nombre y apellido: Rafael Devers.