‘Kokuho’: El fenómeno que revive el Kabuki y conquista la taquilla japonesa
Con más de 10 mil millones de yenes recaudados, esta epopeya visual entre bambalinas y rivalidades ha encendido un nuevo interés por el legado cultural de Japón
Un tesoro en la gran pantalla
En un país donde el anime y los efectos especiales dominan las salas de cine, ‘Kokuho’ ha roto todos los pronósticos al convertirse en un fenómeno cinematográfico inesperado. Su éxito, rotundo y casi sin parangón, radica en una historia envolvente que mezcla drama, tradición, estética e intensidad emocional en la mágica atmósfera del Kabuki.
Con una duración de tres horas y una trama centrada en la relación entre dos actores rivales del teatro Kabuki, 'Kokuho' —término que también significa “tesoro nacional” en japonés— ha recaudado ya más de 10 mil millones de yenes (unos 68 millones de dólares), colocándose como la segunda película de acción real más taquillera en la historia del país.
Ryo Yoshizawa y Ryusei Yokohama: duelistas del alma
Los protagonistas, Ryo Yoshizawa y Ryusei Yokohama, son dos de los rostros más codiciados por la pantalla japonesa. Pero aquí no se limitan a encantar con su presencia: ofrecen interpretaciones desgarradoras y físicas tras meses de entrenamiento con actores reales de Kabuki para interpretar a "onnagata", especialistas en papeles femeninos dentro del arte kabuki. Una elección de casting que ha sorprendido incluso a puristas del género.
Su química es palpable, resultado de una relación en pantalla que balancea rivalidad artística y una conexión íntima que raya en lo espiritual. La obra permite así un despliegue de emociones en escenarios cargados de simbolismo y belleza.
Una joya cultural en pleno auge
El Kabuki, ese arte tradicional que data del siglo XVII, parece experimentar un renacimiento cinematográfico gracias a este filme. Conocido por su exageración estilística, sus trajes elaborados y su representación exclusiva por parte de hombres, este tipo de teatro ha quedado a menudo fuera del radar de los jóvenes. Sin embargo, 'Kokuho' está despertando un interés inusitado entre las nuevas generaciones.
Una clara muestra de su impacto es que 7.4 millones de personas ya han asistido a verla en salas japonesas en solo sus primeras 73 días en cartelera. Muchas de ellas, repitiendo funciones.
Una elegida para el Oscar
Japón ha decidido apostar por 'Kokuho' como su representante en la categoría de mejor largometraje internacional en la próxima edición de los Premios de la Academia. Su estilo visual, la profundidad temática y su conexión con las raíces culturales la convierten en una fuerte candidata. El 16 de diciembre se conocerán los 15 filmes preseleccionados de los cuales saldrán los nominados definitivos.
Kabuki, Yakuza y Shakespeare en un solo plano
El argumento no es lo que uno esperaría de un blockbuster: intrigas familiares, legado artístico, drama existencial y una fuerte carga de identidad cultural. Entre los decorados coloridos y danzas rituales, surge una historia que también se inspira, de forma indirecta, en thrillers y películas de gánsteres al estilo de 'El Padrino'. Uno de los personajes es el hijo de un yakuza, y eso añade una tensión subyacente a la ya exigente vida de los actores tradicionales.
El director Sang-il Lee, conocido por títulos como 'Hula Girls' (2007) y 'Pachinko' (2022), demuestra una vez más su capacidad para humanizar relatos complejos. Guiado por una narrativa cercana pero cargada de simbolismo, nos sumerge en un mundo que transita entre lo real y lo onírico.
La cámara como lienzo emocional
Destaca especialmente el trabajo del cinefotógrafo Sofian El Fani ('Blue is the Warmest Color'), quien apuesta por una estética casi íntima. En lugar de seguir la tradición de planos generales en el kabuki, su cámara nos regala primeros planos hipnóticos que revelan la vulnerabilidad de los actores. Esos rostros maquillados, esos ojos que delatan sufrimiento, se convierten en ventanas hacia las almas de los personajes.
Los momentos escénicos incluyen la representación de piezas legendarias del Kabuki como 'Musume Dojoji' y 'Sagi Musume', que aportan dramatismo visual y resonancia emocional.
Mucho más que nostalgia
En opinión del académico Yosuke Kon, especialista en turismo cultural, 'Kokuho' ha tocado una fibra presente en muchos japoneses: el anhelo de identidad y pertenencia. "El mundo del Kabuki parece exclusivo, pero refleja una mentalidad presente en muchos lugares del país: comunidades cerradas, estructuras tradicionales, presión social", comenta. Esto explica en parte por qué tanta gente se ve reflejada en el film.
Una cantante, Sara Akino, expresó: “Se trata de vivir tan fiel a ti misma que estás dispuesta a dar tu vida por ello”. Para la nutricionista Miho Anzai, “la belleza visual era simplemente abrumadora”. Y para el maestro de arte floral Hiroyuki Okada, el film fue “como ver teatro de calidad superior, con una representación sublime del equilibrio entre la locura estética y la cordura social”.
Una mirada que conecta generaciones
En sus propias palabras, el director Sang-il Lee quedó profundamente conmocionado al ver a jóvenes y mayores llorar juntos en las salas de cine. “Ahí se borraban las barreras generacionales. Fue una prueba viviente de que todos buscamos ese momento que realmente nos conmueva”, afirmó. Y resumió el poder del cine con una frase que muchos críticos han repetido desde que 'Kokuho' llegó a la pantalla:
“Las películas valen la pena.”
Una lectura moderna de un arte eterno
El autor de la novela en la que se basa la película, Shuichi Yoshida, no es un simple espectador del Kabuki: trabajó años como utilero tras bastidores para entender la práctica desde dentro. No es de extrañar entonces que el guion respire autenticidad en cada escena y refleje el duro compromiso emocional, físico y espiritual que exige este arte milenario.
Este proyecto representa más que una película. Es un manifiesto visual sobre la belleza que emerge del dolor, la técnica que surge de la tradición, y la cultura que perdura adaptándose a nuevas formas sin traicionar su esencia. Un hito no solo comercial, sino cultural.