Chase Field renace: el estadio de los Diamondbacks asegura su futuro con una millonaria renovación

Con una inversión pública y privada que supera los $500 millones, el símbolo deportivo de Phoenix se prepara para seguir siendo el hogar de los Arizona Diamondbacks por tres décadas más

La firma que definió un legado

Este miércoles se vivió una escena inusual y simbólica en el corazón del béisbol de Arizona: la gobernadora Katie Hobbs firmó la House Bill 2704 desde el mismo dugout de los Arizona Diamondbacks, acompañada por líderes políticos, miembros del equipo y trabajadores del estadio. No se trataba de un simple acto ceremonial, sino de la culminación de un proceso de más de siete años en busca de una respuesta a una pregunta clave: ¿cómo mantener y renovar Chase Field sin abandonar el centro de Phoenix?

Con esta legislación, se confirma que los Diamondbacks seguirán jugando en su hogar original durante al menos 30 años más. El acuerdo redirige impuestos recaudados en el estadio y en edificios anexos para financiar una profunda modernización del recinto. Según Derrick Hall, presidente y CEO del club, el plan implica la colaboración entre la entidad pública y la inversión privada del equipo: "Ya hemos invertido más de $200 millones en el estadio. Estamos comprometidos a agregar al menos otros $250 millones", recalcó.

¿Por qué renovar Chase Field?

Desde su apertura en 1998 como una de las innovaciones del Oeste estadounidense con su techo retráctil, Chase Field ha sido sede de algunos de los momentos más memorables del béisbol moderno. Fue hogar del campeón de la Serie Mundial en 2001, ha albergado Juegos de Estrellas, partidos internacionales, e incluso eventos no deportivos. Sin embargo, su infraestructura, en particular su sistema de climatización, ha quedado atrás frente a estándares actuales.

Phoenix es uno de los lugares más calurosos de Estados Unidos, y mantener condiciones óptimas dentro del estadio no es un lujo: es una necesidad vital. Algunas fuentes han revelado que el sistema de aire acondicionado original, instalado hace más de dos décadas, pierde eficiencia cada año, elevando los costos energéticos y afectando la experiencia del aficionado y del equipo.

Una estrategia de financiamiento creativa

La gran innovación del proyecto es su modelo de financiamiento. En lugar de cargar a los contribuyentes con nuevos impuestos, el plan utiliza un mecanismo llamado recaptura fiscal, mediante el cual los impuestos generados por la actividad económica del estadio y sus alrededores se reinvierten automáticamente en la propia infraestructura. Es decir, más dinero generado por los fans equivale a más mejoras para ellos mismos.

Este tipo de estrategia ha sido adoptada en ciudades como Atlanta con el Truist Park o en San Francisco con el Oracle Park, modelos donde el desarrollo de áreas adyacentes también crea polos comerciales y de entretenimiento que revitalizan zonas completas de la ciudad.

¿Y si no se hubiera aprobado?

No todos en Arizona estaban convencidos del proyecto. Algunos sectores ciudadanos veían con escepticismo la necesidad de invertir tanto dinero público, aunque sea de forma indirecta, en un estadio en lugar de otros servicios. Sin embargo, el riesgo era real: la posible reubicación del equipo.

En 2016 comenzaron rumores de que los Diamondbacks estaban explorando opciones dentro y fuera de Arizona, incluyendo suburbios como Mesa y Gilbert e incluso otras ciudades del país. Hubo precedentes alarmantes. Los Expos de Montreal se convirtieron en los Nationals en Washington D.C. tras años de falta de apoyo local, y los Raiders de la NFL se mudaron de Oakland a Las Vegas por una situación similar.

Derrick Hall fue claro: "Queríamos quedarnos en el centro de Phoenix. Pero necesitábamos una solución sostenible".

Los que dijeron presente

La ceremonia de firma fue también un reconocimiento al trabajo en equipo transpartidista. Junto a Hobbs estuvo el representante Jeff Weninger, republicano que patrocinó el proyecto: "Es una victoria para el deporte, el desarrollo económico y el orgullo cívico", indicó. También estuvieron presentes representantes sindicales, técnicos del estadio y jugadores de los Diamondbacks que se preparaban para enfrentar a los Rangers de Texas.

Este tipo de compromiso es poco común en tiempos donde la polarización política domina la mayoría de debates estatales y federales. En este caso, el béisbol logró unir a Arizona.

Chase Field: un símbolo en evolución

Desde su nacimiento, Chase Field ha sido una joya arquitectónica. Fue el primer estadio con techo retráctil totalmente funcional sobre pasto natural hasta que se reemplazó por césped sintético en 2019 para mejorar el cuidado y reducir el consumo hídrico (tema importante en el desértico Arizona).

Cuenta con capacidad para 48,686 personas, y ha recibido conciertos, combates de boxeo, e incluso partidos de baloncesto universitario. La clave de su éxito como infraestructura radica en su versatilidad. Ahora, con las renovaciones, se espera incluir mejoras en:

  • Climatización interior: sistemas de enfriamiento más eficientes
  • Asientos y accesibilidad: mejoras para personas con discapacidades
  • Zonas de fan experience: áreas interactivas y gastronómicas
  • Áreas VIP y hospitalidad: para atraer grandes inversiones

Un motor económico y social

Según datos del Greater Phoenix Economic Council, un partido en Chase Field genera en promedio $2.5 millones en impacto económico local, considerando boletos, hotelería, restaurantes, transporte y merchandising. En una temporada completa como locales (81 juegos), este impacto puede superar los $200 millones. A eso se suman cientos de empleos estacionales, contratos con proveedores locales y oportunidades de promoción turística.

En 2023, más de 2.1 millones de personas asistieron a los partidos en Chase Field, y se espera que, con las renovaciones, esta cifra crezca. En 2024, Phoenix será además una de las paradas del Clásico Mundial de Béisbol, y el estadio se postula como sede de futuras Series Mundiales y Juegos de Estrellas.

Una apuesta a largo plazo

El contrato actual de arrendamiento del estadio se vencía en 2027. Con esta nueva legislación, se garantiza que los Diamondbacks sigan como inquilinos hasta el año 2055. Eso da margen de planificación a largo plazo, tanto para el equipo como para la ciudad. Recintos como el Yankee Stadium en Nueva York o el Dodger Stadium en Los Ángeles han demostrado que la permanencia y la modernización pueden coexistir, manteniendo la identidad local y adaptándose a los tiempos.

Para los fanáticos, la noticia no podría ser más positiva: el béisbol se queda en casa. Y para Phoenix, es un símbolo de continuidad, resiliencia y modernización que se extiende más allá del deporte.

Lo que viene

Las obras comenzarán a finales de 2025, comenzando por las áreas más críticas del sistema de climatización. Se espera que las etapas sean escalonadas para no interferir con las temporadas regulares. Hall prometió que "los hinchas verán mejoras año tras año, desde los baños hasta la conectividad con 5G".

Mientras los Diamondbacks pisan fuerte dentro del diamante, fuera de él están asegurando un legado. En una era donde equipos cambian de sede por malas decisiones políticas o falta de estrategia, Arizona da una lección: valorar lo que se tiene, invertir en el futuro, y honrar a los verdaderos protagonistas: los aficionados.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press