El desfile de Beijing: ¿Fin de la hegemonía occidental o solo teatro geopolítico?
Xi Jinping, Kim Jong Un y Putin envían un mensaje de unidad, pero ¿estamos presenciando un nuevo orden mundial o una alianza de conveniencia?
Una imagen vale más que mil palabras: Vladimir Putin, Xi Jinping y Kim Jong Un, de pie juntos, asistiendo a un desfile militar imponente en Beijing. Bajo el resplandor del simbolismo político, este gesto es percibido por muchos como un desafío directo a Estados Unidos y sus aliados.
El evento, organizado para conmemorar el 80 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, se desarrolló pocos días después de una reunión de alto perfil en el marco de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), donde los líderes de India, China y Rusia posaron sonrientes y unidos. Sin embargo, más allá de las fotos y del espectáculo, ¿qué nos está revelando realmente esta escena sobre el cambiante equilibrio de poder global?
¿Un bloque antioccidental?
Desde la perspectiva occidental, la escena sugiere una posible formación de un nuevo bloque geopolítico. Xi necesita estabilidad en sus fronteras y energía barata desde Rusia, Putin busca romper su aislamiento tras la invasión de Ucrania, y Kim Jong Un quiere reconocimiento internacional y apoyo económico.
El expresidente Donald Trump no tardó en reaccionar. En un mensaje en redes sociales dirigido a Xi Jinping, dijo con ironía: “Saluda de mi parte a Putin y a Kim Jong Un, mientras conspiran contra Estados Unidos”. Este comentario plantea una pregunta seria: ¿es realmente esta alianza una conspiración antiestadounidense o simplemente una producción superficial de intereses propios?
China: visión estratégica en medio de las turbulencias
Jeff Kingston, profesor de estudios asiáticos en Temple University Japan, lo describe con claridad: “Este desfile muestra el ascenso de China propulsado por la ineptitud diplomática de Trump y la sagacidad política de Xi”.
China enfrenta retos domésticos considerables: una desaceleración económica preocupante y una alarmante desigualdad de género, sumado a tensiones derivadas de su postura sobre Taiwán. Pero lo que exhibe hacia el exterior es una nación confiada, agresiva diplomáticamente y con aspiraciones más allá de Asia.
Putin: aislado, pero no solo
Desde que Moscú lanzó su invasión a gran escala de Ucrania en 2022, Occidente ha impuesto sanciones draconianas contra Rusia. La presencia de Putin en Beijing, y reuniones con figuras como Recep Tayyip Erdogan y Masoud Pezeshkian, demuestra que el Kremlin aún tiene socios importantes.
Pero, vale la pena remarcar que no hay entusiasmo universal. China ha evitado emular su posición de 1950 —cuando apoyó militarmente a Corea del Norte frente a EE.UU.—. Según Zhu Feng, decano en la Universidad de Nanjing: “Es erróneo suponer que China, Rusia y Corea del Norte están construyendo un nuevo bloque”.
Kim Jong Un: entre la diplomacia y la supervivencia
Para Kim Jong Un, esta visita a Beijing es notable. Representa su primer evento diplomático multilateral desde que asumió el poder en 2011. Corea del Norte ha contribuido con armas y soldados a Rusia, según reportes de inteligencia de Corea del Sur.
“Si hay algo más que pueda hacer por ti y por el pueblo de Rusia, lo considero una obligación fraterna”, dijo Kim a Putin. Las declaraciones recuerdan el tono de camaradería típica de los años de la Guerra Fría.
Los motivos van más allá del sentimentalismo: Kim intenta posicionarse estratégicamente para un eventual regreso a negociaciones nucleares con Estados Unidos, particularmente si Trump vuelve al poder.
India: el equilibrista de Asia
Mientras tanto, el primer ministro indio, Narendra Modi, juega un papel más matizado. En medio de tensiones duraderas con China tras los choques fronterizos de 2020, India optó por no participar en el desfile militar, aunque sí en la cumbre de la OCS.
Praveen Donthi, del International Crisis Group, opina: “India está caminando cuidadosamente por la cuerda floja entre Occidente y el resto, especialmente en lo que respecta a EE.UU., Rusia y China”.
La estrategia india no cree en alianzas formales, pero está centrada en mantener balance: reforzar los lazos con EE.UU., sostener la relación histórica con Rusia, y gestionar con precaución el vínculo con China.
El orden mundial en transformación
Desde la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y Europa Occidental han sido arquitectos del orden global, diseñando instituciones como la ONU, el FMI y el Banco Mundial. No obstante, los eventos en Beijing son evidencia de que muchas naciones se sienten marginadas o descontentas con ese sistema.
- El 60% de la población mundial vive en Asia.
- China ahora es la principal socia comercial de más de 120 países.
- India superó a Reino Unido como la quinta economía más grande del mundo en 2022.
Estas cifras revelan una verdad poderosa: el centro de gravedad del poder global se está desplazando. Pero no necesariamente hacia una alianza formal o un nuevo “eje del mal”, sino hacia una multipolaridad pragmática.
¿Unidad verdadera o conveniencia diplomática?
Aunque las imágenes puedan sugerir unidad entre Xi, Putin y Kim, la realidad es compleja. Cada líder tiene sus propios intereses nacionales:
- Xi quiere estabilidad y liderazgo regional —sin aventuras nucleares coreanas.
- Putin necesita romper su aislamiento y vender energía.
- Kim busca escapar del aislamiento y fortalecer su legitimidad interna.
- Modi mantiene su flexibilidad estratégica con los bloques.
No se trata tanto de una conspiración global contra EE.UU., como de una exhibición de cómo las reglas del juego están cambiando. El momento unipolar se ha desvanecido, y los equilibrios del siglo XXI se están escribiendo con capitales como Beijing, Moscú, Nueva Delhi y Pyongyang, tan decisivas como Washington o Bruselas.
¿Y Estados Unidos?
La política exterior de Washington ha oscilado fuertemente, especialmente durante y después del gobierno de Trump. Si bien la administración Biden ha tratado de reconstruir alianzas tradicionales, el ascenso de potencias alternas, sumado a errores estratégicos (como la retirada caótica de Afganistán), complotan contra su imagen de liderazgo global firme.
Esto explica por qué líderes como Xi y Putin están capitalizando el espacio diplomático que Estados Unidos ha dejado. Aun así, la historia enseña que las hegemonías no se reemplazan con desfiles, sino con economías robustas, tecnología líder y estabilidad interna.
¿Un nuevo orden o simplemente otro juego de poder?
La alianza visible entre China, Rusia y Corea del Norte nos obliga a replantear nuestras nociones del poder mundial. Aunque la simbología del desfile en Beijing es poderosa, no debemos olvidar que la verdadera transformación del orden global será lenta, multifacética y, en muchas formas, contradictoria.
Lo que presenciamos podría no ser el amanecer de un nuevo bloque antioccidental, sino una señal de que estamos entrando en una era diplomáticamente caótica, multipolar y pragmática. La hegemonía ha muerto; viva el equilibrio inestable.