El funicular de una tragedia: el fatídico descarrilamiento del Elevador da Glória en Lisboa
Una mirada profunda al accidente más impactante de Lisboa en décadas y las preguntas que plantea sobre la seguridad del turismo masivo
Un símbolo turístico convertido en desastre
El 3 de septiembre de 2025, Lisboa vivió uno de los momentos más trágicos de su historia reciente. El Elevador da Glória, un pintoresco tranvía eléctrico que había encarnado durante décadas el espíritu de la ciudad y deleitado a millones de turistas, descarriló fatalmente dejando un saldo de 15 muertos y 18 heridos, entre ellos varios extranjeros y un niño.
El accidente ha conmocionado no solo a Portugal, sino también a toda Europa. Las imágenes del vehículo volcado sobre su flanco en una de las empinadas calles del centro, con su metálica estructura parcialmente aplastada, se han viralizado como el símbolo de una tragedia que todavía requiere respuestas.
Un día que Lisboa no olvidará
La catástrofe ocurrió justo al inicio de la hora pico, alrededor de las 18:00. Según varios testigos oculares, el tranvía descendía descontroladamente por la empinada colina, hasta que colisionó violentamente contra un edificio en una curva. Se trataba de una vía sin tráfico vehicular, lo que evitó probablemente una tragedia aún mayor.
En menos de dos horas, los equipos de emergencia ya habían rescatado a todas las víctimas atrapadas. El Instituto Nacional de Emergencias Médicas confirmó la gravedad del incidente, con al menos cinco personas en estado crítico. El gobierno portugués declaró un día de luto nacional y la ciudad suspendió varias actividades oficiales.
El Elevador da Glória: historia y peso simbólico
Inaugurado en 1885, el Elevador da Glória es técnicamente un funicular accionado por cables de acero, utilizado tanto por locales como turistas para subir y bajar la loma que conecta la Plaza de los Restauradores con el Bairro Alto. Ha sido declarado monumento nacional y forma parte del abanico de atractivos históricos de la capital portuguesa.
En 2024, antes del incidente, alrededor de 8,5 millones de turistas internacionales visitaron Lisboa, muchos de ellos atraídos por este romántico y nostálgico paseo. Sin embargo, el crecimiento turístico ha tensionado la infraestructura urbana, y el siniestro alza nuevas voces sobre los límites del turismo masivo.
Mantenimiento bajo escrutinio
La empresa operadora Carris indicó que el tranvía había cumplido con los protocolos de mantenimiento establecidos. Sin embargo, la falta de detalles técnicos sobre las últimas revisiones ha desatado críticas entre expertos en transporte y residentes.
El hecho de que ninguna causa oficial haya sido anunciada ha generado especulaciones. ¿Fue un fallo mecánico? ¿Un error humano? ¿La consecuencia de una estructura antigua no adaptada a la demanda actual?
En una rueda de prensa posterior al accidente, el alcalde de Lisboa, Carlos Moedas, expresó su consternación: “Es una tragedia como nunca hemos visto antes”. Por su parte, el presidente Marcelo Rebelo de Sousa ofreció condolencias y pidió una investigación exhaustiva.
El lado oculto del patrimonio histórico
Vivimos en una era en la que los elementos del patrimonio cultural se convierten en productos turísticos de alta demanda. Pero a menudo, estos símbolos no resisten el paso del tiempo y mucho menos el uso intensivo moderno. El caso del Elevador da Glória pone en tela de juicio si estamos cuidando adecuadamente aquello que nos da identidad.
En muchas ciudades de Europa, desde Barcelona hasta Praga, las voces críticas han señalado que el turismo en masa puede desgastar la infraestructura urbana, afectar la calidad de vida local e incluso, como en este lamentable caso, convertirse en un riesgo de vida.
¿Un punto de inflexión para el turismo de masas?
Lo sucedido en Lisboa no es un hecho aislado. En los últimos años, diferentes destinos turísticos han tenido que cerrar accesos o limitar cantidades de visitantes: el Museo del Louvre debió cerrar su cima recientemente; Venecia ha planteado tasas de ingreso a turistas diarios y Machu Picchu ha acotado el tiempo permitido dentro del sitio arqueológico.
¿Es hora de revisar nuestras expectativas como turistas? Muchos visitantes buscan autenticidad, pero también comodidad y eficiencia. Exigen acceso sin siempre considerar la conservación o la seguridad de los recursos que visitan. Este accidente refleja las consecuencias de esa disonancia.
La presidenta de la Comisión Europea expresa su dolor
La noticia también resonó en los altos círculos institucionales del continente. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, expresó sus condolencias en su cuenta de X y calificó el accidente como una pérdida cultural y humana profundamente lamentable.
En un continente donde la movilidad urbana y el turismo conforman una enorme fuente de ingresos y orgullo patrimonial, la tragedia del Elevador da Glória representa no solo una alarma sobre seguridad, sino sobre cómo preservamos nuestro legado en un contexto de consumo masivo.
Reflexiones para el futuro
Esta tragedia puede convertirse en una oportunidad —al menos simbólicamente— para revisar el equilibrio entre patrimonio, modernidad y turismo. ¿Hasta qué punto nuestras ciudades pueden seguir ofreciendo experiencias “auténticas” sin caer en la explotación de lo icónico?
El turismo debe dejar de ser visto solo como una línea económica y comenzar a entenderse como una responsabilidad compartida. Porque cuando un tranvía se convierte en ataúd, es momento de detenernos y reflexionar: ¿qué valoramos realmente cuando viajamos?
Lisboa llora hoy a sus víctimas. El resto del mundo debería escuchar su llanto como advertencia.