Elecciones en Jamaica: ¿Un punto de inflexión para la democracia caribeña?

Corrupción, seguridad y desigualdad marcan los comicios más cruciales de la isla en años

El miércoles se celebraron elecciones generales en Jamaica que muchos consideran decisivas para el futuro del país. Con marcados contrastes entre estabilidad y desigualdad, seguridad y libertades civiles, el pueblo jamaicano se enfrenta a una de sus decisiones políticas más importantes en décadas. Los dos principales contendientes, el actual Primer Ministro Andrew Holness del Jamaica Labour Party (JLP) y Mark Golding del People’s National Party (PNP), presentan visiones distintas sobre cómo afrontar los desafíos nacionales.

Seguridad: ¿Éxito tangible o medida controvertida?

Uno de los pilares de la campaña de Andrew Holness es la reducción del 43% en homicidios registrada durante su mandato. Este avance ha sido posible gracias a una estrategia que incluye aumento en las incautaciones de armas y una fuerte presencia de las fuerzas de seguridad.

Zonas como la parroquia de St. James, un popular destino turístico, han visto una disminución del 70% en asesinatos. No obstante, esta política ha implicado estados de emergencia en regiones específicas, lo cual ha despertado controversias.

Organizaciones de derechos humanos han alertado sobre detenciones ilegales, abusos policiales y un manejo autoritario que “pone en jaque las libertades civiles”. Para muchos, el enfoque de seguridad del gobierno ha sido eficiente; para otros, una muestra peligrosa de autoritarismo con consecuencias a largo plazo.

“No se puede combatir el crimen renunciando a la Constitución”, advierte una vocera de la Jamaica Human Rights Coalition.

Economía: Estabilidad fiscal frente a presión social

Además de la seguridad, otro argumento clave del gobierno actual ha sido su buen manejo económico. Bajo Holness, Jamaica ha mantenido bajos niveles de desempleo y un enfoque de responsabilidad fiscal elogiado por organismos internacionales.

El Fondo Monetario Internacional elogió el enfoque de Jamaica en consolidación fiscal y reducción de deuda, pero el desarrollo no ha sido equitativo. Holness prometió duplicar el salario mínimo (actualmente $100 dólares por 40 horas semanales), una promesa celebrada por muchos trabajadores pero criticada por empresarios.

“Cualquier cambio en la política salarial tendrá consecuencias significativas sobre el empleo y la competitividad”, señaló la Jamaica Hotel and Tourist Association.

La propuesta de la oposición: Redistribuir para avanzar

El PNP, liderado por Mark Golding, adoptó una postura crítica ante lo que califican como una gestión complaciente. En respuesta a la promesa salarial del gobierno, el PNP presentó su propuesta más ambiciosa: aumentar el umbral del impuesto sobre la renta de $11,200 a $21,800 dólares, lo cual permitiría que más ciudadanos con bajos ingresos conserven una mayor parte de sus ingresos.

“Queremos justicia económica y social”, dijo Golding en un mitin en Kingston. “Desde impuestos justos hasta mejores carreteras, el PNP se compromete con una vida digna para todos”.

Además, prometió reformas en infraestructura, mejoras al sistema de transporte público y fortalecimiento del acceso al agua potable. El enfoque social del PNP resuena especialmente entre las clases trabajadoras y zonas rurales que aún sienten el peso de la pobreza sistémica.

Corrupción e inequidad: heridas abiertas

A pesar del aparente éxito gubernamental en seguridad y economía, persisten problemas estructurales que afectan a miles. La corrupción sigue siendo una preocupación persistente en el panorama político jamaicano.

Según el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparency International, Jamaica obtuvo una puntuación de 44 sobre 100 en 2023, situándose en el nivel medio de la región, aunque con una percepción de estancamiento.

Ejemplos recientes como contratos gubernamentales irregulares o cuestionables vínculos de oficiales con redes delictivas alimentan esta percepción. El llamado a una limpieza institucional es cada vez más fuerte, tanto desde la sociedad civil como desde sectores empresariales formales.

El peso del abstencionismo

Uno de los grandes retos para la democracia jamaicana sigue siendo el bajo nivel de participación electoral. En las elecciones de 2020, la tasa de participación fue apenas del 37%, debido en parte a la pandemia, pero también al desencanto general.

Según datos del Electoral Office of Jamaica, hay más de 2 millones de votantes registrados, pero muchas voces expresan falta de confianza en que su voto pueda generar un cambio tangible.

“Los mismos políticos dicen cosas diferentes cada cinco años, y nada cambia”, dice Simone Richards, una vendedora en Montego Bay. “Mi comunidad lleva años esperando agua potable”.

Incluso con avances en ciertas áreas, muchos jamaiquinos sienten que la política no los representa. El desencanto puede ser tan corrosivo como la corrupción misma.

El impacto del turismo y la necesidad de diversificación

Jamaica depende en gran medida del turismo, que representa un tercio del PIB. Sin embargo, la dependencia ha generado vulnerabilidades, especialmente cuando desastres naturales o enfermedades golpean el sector.

Ambos partidos han reconocido la necesidad de diversificar la economía: apoyar el desarrollo agrícola, impulsar hubs tecnológicos y facilitar el emprendimiento. Pero esa transición requiere planificación a largo plazo, inversiones estratégicas y voluntad política genuina.

Una Jamaica que depende exclusivamente de resorts y cruceros es una Jamaica frágil ante choques globales. Los próximos años serán decisivos en establecer una economía más robusta y menos dependiente.

¿Un tercer mandato o un cambio de rumbo?

Holness busca su tercer mandato consecutivo como Primer Ministro. Su partido ha apostado por la continuidad, alegando que interrumpir sus políticas podría poner en riesgo la recuperación económica y la estabilidad.

Sin embargo, su promesa de cambio “desde dentro” encuentra resistencia ante una población que anhela algo más que estabilidad: desea transformación estructural.

Mark Golding y el PNP quieren encabezar esa transformación, pero cargan con el peso de su propia historia política y la necesidad de posicionarse como una alternativa real y no solamente reactiva.

El futuro de Jamaica en juego

Estas elecciones no son simplemente una contienda por escaños. Son un referéndum público sobre la dirección del país. A medida que Jamaica lidia con sus demonios históricos —la desigualdad racial, la violencia estructural, la corrupción institucional— el pueblo vota con múltiples heridas aún abiertas.

“Esta elección no define solo a un gobierno, define nuestra identidad como nación”, afirma el politólogo Trevor Munroe. “¿Seguiremos puliendo la fachada o sanaremos el interior?”

Sea cual sea el resultado electoral, el debate ya ha sacudido los cimientos de la política en la isla. Ahora queda ver si la voluntad ciudadana podrá convertirse en el motor del cambio que Jamaica tanto necesita.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press