Israel y su vigilancia total: ¿seguridad nacional o escalada internacional?

Entre ataques a fuerzas de paz de la ONU y el lanzamiento de nuevos satélites espía, Israel extiende su influencia tecnológica y militar por todo Oriente Medio

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Un nuevo incidente que pone a prueba la diplomacia internacional

En medio de un tenso y prolongado conflicto fronterizo con Líbano, Israel ha sido acusado de atacar con drones a fuerzas de paz de la ONU en el sur del país árabe, según informó recientemente la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en el Líbano (UNIFIL). Cuatro granadas fueron arrojadas cerca de un equipo de mantenimiento de carreteras de UNIFIL —a pesar de que Israel había sido notificado con antelación sobre la operación—, lo que ha provocado un fuerte rechazo por parte de la organización internacional.

Este incidente, ocurrido el martes por la mañana, fue calificado como "uno de los ataques más graves contra el personal y activos de UNIFIL" desde la cesación de hostilidades que puso fin a la guerra entre Israel y Hezbollah en noviembre pasado.

Las implicaciones internacionales del ataque a UNIFIL

El ataque no solo perturba la estabilidad de una zona históricamente volátil, sino que representa una violación directa del derecho internacional, específicamente de la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que dio sustento a la misión en el Líbano. UNIFIL hizo hincapié en que es responsabilidad del ejército israelí garantizar la seguridad de sus fuerzas durante el cumplimiento de mandatos aprobados por el Consejo.

Resulta particularmente preocupante en esta coyuntura, ya que el Consejo de Seguridad había votado una semana antes a favor de retirar la misión de UNIFIL al finalizar el próximo año, cerrando con ello cinco décadas de presencia internacional en la frontera israelo-libanesa.

UNIFIL: medio siglo de presencia por la paz

Desde su instauración tras la guerra de 1978 entre Israel y Líbano, UNIFIL ha sido un actor clave en intentar estabilizar la región meridional libanesa. Ha operado durante varias etapas del conflicto, incluyendo la devastadora guerra de 2006 entre Israel y Hezbollah, que dejó más de 4.000 muertos en Líbano y 127 fallecidos en Israel, con pérdidas materiales superiores a los $11 mil millones, según el Banco Mundial.

Aunque su papel ha sido frecuentemente objeto de críticas por parte de ambas naciones involucradas —y de anteriores administraciones estadounidenses como la de Donald Trump—, la fuerza ha actuado como un disuasivo frente a posibles escaladas mayores, al menos parcialmente.

Satélite espía de última generación: ¿vigilancia o provocación?

Mientras el drama se desarrollaba en tierra, Israel lanzaba el satélite espía Ofek 19, el cual ha sido descrito por el Ministerio de Defensa como un “pilar estratégico” porque permitirá fortalecer la capacidad de vigilancia del país en toda la región de Oriente Medio.

Este nuevo satélite forma parte de una estructura de inteligencia más grande diseñada para mantener lo que el primer ministro Netanyahu ha llamado una “guerra de siete frentes”, en la que Israel ha atacado objetivos estratégicos en Líbano, Siria, Yemen, Irak, Irán y la Franja de Gaza.

“Este es también un mensaje a todos nuestros enemigos, donde sea que estén: los estamos observando en todo momento y en toda situación” —Israel Katz, Ministro de Defensa.

Más allá del discurso político, el general de división Amir Baram indicó que Ofek 19 permitirá una vigilancia simultánea y continua sobre cualquier punto del Medio Oriente. Esta capacidad incluye, por ejemplo, el levantamiento de 12.000 imágenes sobre Irán durante una 'guerra de 12 días' este mismo año.

Lo que representa Ofek 19 para la seguridad regional

La incorporación de Ofek 19 consolida a Israel como una de las pocas naciones en el mundo con capacidad satelital de reconocimiento de ultra alta definición. Esta superioridad satelital, sin embargo, puede ser percibida por muchos países árabes y actores no estatales como una agresión latente, acelerando la carrera armamentista regional y los conflictos cibernéticos relacionados con la inteligencia.

Ofek 19 fue desarrollado por Israel Aerospace Industries, uno de los principales pilares económicos del Estado israelí, que fabrica desde satélites y drones hasta sistemas de misiles avanzados como el Iron Dome. Sus productos se exportan a Europa, Asia y América del Norte, alimentando no solo la defensa nacional de Israel, sino también su economía de alta tecnología.

Entre seguridad y evolución tecnológica: ¿dónde está el límite?

Israel ha utilizado históricamente su tecnología para compensar sus desventajas geográficas y demográficas en un vecindario hostil. Sin embargo, el equilibrio entre seguridad nacional y el respeto al derecho internacional y los derechos humanos siempre ha estado en el centro del debate.

Con el uso de drones y satélites, la frontera entre la vigilancia necesaria y la intromisión agresiva se vuelve cada vez más difusa. El reciente incidente con UNIFIL plantea una pregunta relevante: ¿está Israel cruzando una línea al utilizar tecnología militar de alta precisión contra entidades internacionales neutras?

El dilema moral de la vigilancia total

La ofensiva tecnológica de Israel viene acompañada de desafíos éticos. En palabras de Edward Snowden, exanalista de la NSA, “la vigilancia sin control democrático se convierte en un instrumento de poder más que de protección”. La observación permanente, si bien puede servir como escudo defensivo, también genera fricciones políticas y puede percibirse como una forma de dominación regional.

En este sentido, países como Líbano y organizaciones como la ONU podrían intensificar las denuncias por agresiones tecnológicas o violaciones del espacio soberano. No se trata ya solo de conflictos físicos, sino de una batalla silenciosa por el control de la información.

¿Qué sigue para el equilibrio geopolítico en la región?

La retirada de UNIFIL, sumada al despliegue de tecnología ofensiva de vigilancia por parte de Israel, plantea un nuevo paradigma en el equilibrio regional. Mientras países como Irán podrían responder redoblando su alianza con Hezbollah, otros podrían intensificar acciones diplomáticas en foros multilaterales, para evitar que las tensiones deriven en guerra abierta.

A su vez, la diplomacia internacional enfrenta el reto de administrar una región en constante ebullición, donde el menor error de cálculo puede provocar una escalada irreversible. La gran pregunta es si las nuevas estrategias israelíes de seguridad representan una forma preventiva de defensa o, por el contrario, si están alimentando una nueva forma de hostilidad permanente e invisible.

Más allá del Líbano e Israel: ¿un conflicto más amplio?

El ministro Netanyahu ha reiterado que Israel enfrenta una “guerra de siete frentes”, pero este concepto no solo ilustra una amenaza múltiple; también actúa como justificación para la intensificación militar. De mantenerse esta lógica, la región podría deslizarse hacia una nueva etapa de conflictos prolongados e intermitentes, marcados más por la inteligencia artificial y el espionaje orbital que por la guerra convencional.

No está claro aún cómo responderán actores como el Consejo de Seguridad de la ONU frente a estas acciones. Pero una cosa es evidente: los hechos recientes han colocado nuevamente a Israel en el centro del tablero geopolítico, con aliados divididos, enemigos atentos y una comunidad internacional que sigue vigilando —aunque tal vez no con la claridad satelital de Ofek 19— cada movimiento.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press