Josh Allen y los Bills: ¿El último baile en el viejo estadio con sabor a Super Bowl?
Con su MVP bajo el brazo y una franquicia que evoluciona dentro y fuera del campo, Josh Allen lidera a unos Buffalo Bills presionados, pero hambrientos por conquistar el ansiado trofeo Vince Lombardi.
Un nuevo comienzo con olor a despedida
La temporada 2025 de la NFL arranca para los Buffalo Bills con un cóctel de emociones difícil de replicar. No solo se trata del debut de la nueva campaña, ni del esperado duelo frente a los Baltimore Ravens, en el que se medirá al MVP de la temporada pasada, Lamar Jackson. Tampoco es solo una revancha del vibrante duelo de postemporada que los Bills ganaron 27-25. Es más que eso: es el inicio de lo que podría ser un último baile en Highmark Stadium, su casa desde 1973.
El equipo ya tiene pactado su traslado para 2026 a un moderno estadio ubicado justo enfrente. Por eso, la nostalgia y el sentido de urgencia se mezclan en el aire. Atrás quedó el fracaso en la final de la AFC contra Kansas City, y ahora entra en escena un renovado propósito de alcanzar la gloria que les ha sido esquiva por décadas.
El renacer de Josh Allen
Con 29 años, Josh Allen está en el punto culminante de su carrera. Es el MVP defensor de la NFL, y aunque sus estadísticas totales bajaron ligeramente respecto a años anteriores (3,731 yardas por aire, 28 pases de TD), su eficiencia fue impresionante. Por ejemplo, lanzó solo seis intercepciones durante toda la temporada, el mínimo en su carrera, con un notable porcentaje de intercepciones del 1.2%, el cuarto mejor de la liga.
Además, Allen combinó sus habilidades aéreas con su atletismo explosivo sumando 12 touchdowns terrestres y uno por recepción, algo prácticamente inédito para un mariscal estrella. Ha superado las 40 anotaciones combinadas por quinta temporada consecutiva, algo que solo leyendas como Peyton Manning y Drew Brees han logrado.
Pero quizás lo más valioso del mariscal de campo de Buffalo es su rápida maduración. Allen ha pasado de ser un talento eléctrico pero errático, a un líder que entiende el ritmo del partido, sabe cuándo protegerse y cómo responder frente al caos. “Antes buscaba que me golpearan al inicio para entrar en ritmo”, confesó esta semana. Hoy, su mantra es otro: “Confiar en el plan de juego y ejecutar”.
Reestructuración táctica y financiera: El lado invisible del éxito
Los Bills afrontaron la semana con serios problemas financieros. Estaban por encima del tope salarial en unos $3.5 millones de dólares. Sin embargo, una movida estratégica con el contrato del tackle izquierdo Dion Dawkins permitió liberar alrededor de $7.5 millones y evitar sanciones para comenzar la temporada.
Este tipo de maniobras se han vuelto cruciales en la era moderna de la NFL, donde cada dólar cuenta. El caso de Dawkins, quien está firmado hasta 2027 con una extensión de $60 millones, refleja la astucia de la directiva de Buffalo para equilibrar talento y presupuesto.
Un ataque sin nombres resonantes, pero cargado de talento
La ofensiva de Buffalo para esta campaña enfrenta un reto titánico: sustituir a Stefon Diggs y Gabe Davis, quienes ya no están con el equipo. Pero eso no parece preocupar demasiado a Allen. El quarterback lideró una unidad tan efectiva que fue la segunda en puntos por partido la temporada pasada, con 30.9, a pesar de la falta de superestrellas alrededor.
El único rostro nuevo en el cuerpo de receptores es Joshua Palmer, un velocista que se proyecta como amenaza profunda. Todo apunta a un rendimiento colectivo más coral, con responsabilidades repartidas entre varios corredores, alas cerradas y receptores versátiles.
La estabilidad de McDermott y el enfoque renovado
Sean McDermott, entrenador en jefe del equipo desde 2017, ha sido una roca para los Bills. Bajo su dirección, Buffalo ha ganado cinco títulos consecutivos del AFC Este y ha llegado dos veces a la final de conferencia. Su capacidad para mantener al grupo enfocado, inclusive con presión mediática, es destacable.
El propio McDermott elogió a Allen por su habilidad para “compartimentalizar” su vida profesional y personal. “Tiene muchas cosas a nivel de negocios, pero cuando entra al campo, nada de eso importa. Vive en el presente”, dijo el coach.
Más que fútbol: el fenómeno Allen fuera del emparrillado
Allen también vive un ascenso meteórico en su figura mediática. Este año, compró una parte de la empresa New Era Cap, basada en Buffalo, y ha sumado cinco contratos comerciales a nivel nacional. Además, se casó con la actriz Hailee Steinfeld, consolidando su perfil de celebridad.
Este tipo de exposición suele ser motivo de distracción para los atletas de élite, pero Allen parece saber manejar todo con madurez. Su concentración permanece intacta. “Todo lo que no sea fútbol, queda fuera cuando estamos en temporada”, aseguró el MVP.
Un rival temible: Ravens y Lamar Jackson en el debut
El primer obstáculo en la carrera hacia el Super Bowl será nada menos que los Baltimore Ravens de Lamar Jackson, MVP en 2023. El encuentro es un rematch emocionante de los playoffs, y probablemente marcará el tono para el resto de la temporada.
Ambos equipos tienen como objetivo llegar al gran partido de febrero y, simbólicamente, este encuentro será una batalla entre dos de los mariscales más espectaculares y atléticos de la NFL. Mientras que Allen se destaca por su potencia y físico imponente, Jackson deslumbra con su fluidez y creatividad.
La presión como combustible: El caso Miami Dolphins
No muy lejos de Buffalo, otro equipo de la AFC está sintiendo la presión: los Miami Dolphins. Con una temporada decepcionante en 2024 (8-9 y sin playoffs), el equipo dirigido por Mike McDaniel busca redención. El receptor estrella Tyreek Hill lo resumió así: “Presión es oportunidad, y esta temporada es nuestra oportunidad”.
La historia de Miami sirve como contrapunto a la de Buffalo. Ambos tienen corebacks capaces, talento joven y una ventana de éxito limitada. Mientras Hill resalta la unidad en el vestidor, los Bills parecen haber encontrado el equilibrio delicado entre disciplina táctica y libertad de ejecución.
¿Puede Buffalo con la presión del ahora o verá cerrarse su ventana?
Los Bills han pasado de ser un equipo entretenido y “sorpresa” a uno con expectativas reales de campeonato. Esa evolución trae consigo una carga emocional, financiera y deportiva que muy pocos pueden manejar.
Con su mariscal en el pico de su carrera, una ofensiva cohesionada y una defensa que no ha perdido su filo, todo está alineado —por ahora— para que Buffalo finalmente dé el golpe sobre la mesa.
¿Será esta la temporada en la que Josh Allen y compañía ganen el tan ansiado anillo? ¿O estarán condenados a ser el eterno aspirante? De momento, todas las miradas estarán puestas el domingo por la noche, cuando en una romántica Highmark Stadium, los búfalos salten al campo por, quizás, última vez en el lugar donde han sufrido las derrotas más amargas y cultivado las esperanzas más dulces.
El reloj está corriendo. Y en Buffalo, la nieve aún no ha comenzado a caer.