La economía bajo presión: Trump, empleo, comercio y criptomonedas
Entre cifras de empleo preocupantes, tensiones comerciales con Europa y una ofensiva cripto de la familia Trump, el panorama económico estadounidense se transforma aceleradamente
Un mercado laboral que pierde fuerza
Julio cerró con 7.2 millones de vacantes laborales en Estados Unidos, una cifra inferior a los 7.4 millones de junio y notablemente menor al récord de 12.1 millones alcanzado en marzo de 2022. Estos datos, entregados por la Encuesta de Ofertas de Trabajo y Rotación Laboral (JOLTS), reflejan una desaceleración paulatina del mercado laboral estadounidense.
Los sectores más afectados fueron servicios de salud y asistencia social, que recortaron 181,000 vacantes, y comercio minorista, con 110,000 ofertas menos. A primera vista, la cifra de renuncias laborales —considerada un indicador de confianza entre los trabajadores— se mantuvo sin cambios: 3.2 millones. Sin embargo, detrás de esta aparente estabilidad se esconde una creciente dificultad para cambiar de trabajo frente a un mercado más hostil.
“Es cada vez más difícil conseguir un trabajo nuevo, más aún comparado con los últimos años. Esto representa una grieta evidente en el mercado laboral”, escribió Heather Long, economista jefe de Navy Federal Credit Union.
Del auge post-pandemia al estancamiento actual
Entre 2021 y 2023, Estados Unidos vivió un auténtico boom de contrataciones, con un promedio de 400,000 nuevos empleos mensuales. Pero en 2024 esta cifra se ha desplomado: el promedio actual es de solo 85,000 empleos por mes. En comparación con los 168,000 de 2023, la caída es estrepitosa.
Como si fuera poco, revisiones recientes del Departamento de Trabajo recortaron 258,000 empleos de los registros de mayo y junio, agudizando el pesimismo. La reacción desde la Casa Blanca fue polémica: Donald Trump despidió a la directora de la Oficina de Estadísticas Laborales por los errores y nominó en su lugar a un ideólogo partidista.
La Reserva Federal y los efectos rezagados de las tasas de interés
En parte, este enfriamiento del mercado laboral se explica por las 11 subidas de las tasas de interés implementadas por la Reserva Federal entre 2022 y 2023 para frenar una inflación galopante. Las consecuencias de esa política monetaria se hacen sentir con fuerza en 2024, afectando la inversión y dificultando las decisiones de contratación por parte de las empresas.
Sin embargo, no todo se explica por la economía interna. Hay otro factor de peso: la política comercial internacional de la administración Trump.
Un acuerdo comercial que siembra dudas en Europa
El pasado 27 de julio, el presidente Donald Trump y Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, firmaron un acuerdo comercial bilateral durante una reunión en Turnberry, Escocia. A simple vista, el acuerdo parece una muestra de cooperación transatlántica: la UE elimina aranceles a autos y bienes industriales estadounidenses, mientras que EE. UU. impone un arancel general del 15% a productos europeos, excluyendo algunos como aeronaves, corcho y productos farmacéuticos genéricos.
Pero no todo el bloque europeo está convencido.
Bernd Lange, presidente del comité comercial del Parlamento Europeo, expresó abiertamente sus dudas sobre la viabilidad jurídica y económica del trato. “Habrá enmiendas”, advirtió. Su preocupación se basa en decisiones unilaterales posteriores al acuerdo: apenas dos semanas después de la firma, la Casa Blanca impuso un arancel del 50% a 400 productos europeos que contienen acero, lejos del 15% prometido.
“No hay seguridad ni previsibilidad en este acuerdo”, concluyó Lange, cuyas palabras resonaron particularmente ante el escepticismo del grupo Socialistas y Demócratas, que ya se pronunció en contra.
Trump, comercio y conflicto judicial
El acuerdo también enfrenta cuestionamientos legales. Trump se apoyó en una ley de 1977 para declarar una emergencia nacional y así justificar imponer estos aranceles sin pasar por el Congreso. Sin embargo, una corte federal de apelaciones dictaminó que el presidente no tiene autoridad legal para usar ese mecanismo de forma tan amplia.
Trump anunció que apelará ante la Corte Suprema. Mientras tanto, las tensiones escalan, especialmente tras la amenaza del presidente estadounidense de imponer nuevos aranceles en represalia por la regulación digital europea, algo completamente ajeno al pacto firmado en julio.
“¿Dónde termina esto? Cada vez hay más demandas por parte de Trump”, cuestionó Saskia Bricmont, legisladora del grupo ecologista Alianza Libre Europea.
Mercosur, México y expansión estratégica de la UE
Al mismo tiempo que trata con EE. UU., la Unión Europea diversifica su estrategia comercial. El mismo día en que se debatía en Bruselas el acuerdo con Estados Unidos, la Comisión Europea envió para su ratificación los tratados comerciales con México y el Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay).
Estos pactos buscan crear una zona de libre comercio con 700 millones de personas, facilitando el acceso de productos agrícolas europeos a América Latina. A cambio, la UE impone límites estrictos al ingreso de carne de vacuno del Mercosur, que deberá pagar un arancel moderado del 7.5% hasta ciertos volúmenes, pero tasas prohibitivas a partir de allí.
Además, Bruselas ha reservado 6.3 mil millones de euros para apoyar a los agricultores europeos en caso de que el nuevo comercio afecte negativamente los precios internos. Una medida que anticipa protestas del sector ganadero, particularmente en Francia y Polonia.
El giro cripto de la familia Trump
Entre cifras laborales preocupantes y tensiones comerciales sin resolver, la familia Trump avanza en un nuevo frente económico: las criptomonedas. El pasado miércoles, la empresa American Bitcoin, respaldada por Donald Trump Jr. y Eric Trump, comenzó a cotizar en Nasdaq tras fusionarse con Gryphon Digital Mining.
Eric Trump celebró el debut bursátil como “un hito histórico que lleva al bitcoin al núcleo de los mercados de capitales estadounidenses”.
La compañía se define como un operador de minería de bitcoin —utilizando sus propios centros de datos— y como comprador estratégico de bitcoin, aprovechando caídas de precios para acumular activos digitales en su tesorería corporativa. Esta estrategia imita a empresas como MicroStrategy, pionera en adoptar el bitcoin como activo de reserva, que hoy acumula más de 200,000 unidades.
Un imperio cripto en expansión
American Bitcoin no es el único proyecto cripto de la familia Trump. Hace apenas días se lanzó también World Liberty Financial, otra plataforma de inversión respaldada por el clan. Además, el conglomerado digital Truth Social, vinculado al expresidente, también ha comenzado a acumular bitcoin en su balance.
Según estimaciones de CoinDesk y Bloomberg, los proyectos cripto asociados a la familia Trump ya representarían varios miles de millones de dólares en valor teórico. Sin embargo, no están exentos de polémica.
Los demócratas acusan al expresidente de intentar monetizar su popularidad entre los fanáticos de las criptodivisas, mientras promueve iniciativas legislativas y regulatorias pro-cripto que podrían beneficiarlo directamente.
Trump ha negado conflictos de intereses, pero el espectro del “crony capitalism” —capitalismo de amigos— ronda cada vez con más fuerza.
¿Un nuevo modelo de liderazgo económico?
El mosaico económico actual muestra la emergencia de Donald Trump como figura clave en múltiples frentes: el mercado laboral, las relaciones comerciales internacionales y la transformación digital monetaria. Una peculiar combinación de nacionalismo económico, intervención política y ambición empresarial que no deja indiferente a nadie.
Mientras Europa debate, la Reserva Federal observa con cautela, y millones de trabajadores buscan nuevas oportunidades en un mercado cada vez más estrecho, Trump mueve fichas en varios tableros a la vez: fortalece su base electoral con posturas proteccionistas, dinamiza los mercados con discursos a favor del crecimiento cripto y desafía las instituciones con medidas que frecuentemente rozan —o traspasan— los límites legales.
El resultado es una economía en transición permanente. Si esa transición será hacia la recuperación sostenible o hacia una mayor volatilidad, lo sabremos en los próximos meses. Lo que está claro es que, en tiempos de incertidumbre, lo inesperado se convierte en norma.