Borgo Laudato Si: La revolución ecológica del Vaticano que educa, transforma y da esperanza

Inspirado en la encíclica del Papa Francisco, el centro educativo en Castel Gandolfo busca ser un modelo global de sostenibilidad, inclusión y justicia ambiental

Una visión verde desde la Santa Sede

En lo alto de las colinas que rodean el Lago Albano, a las afueras de Roma, el Vaticano ha iniciado un ambicioso proyecto que marca un antes y un después en su compromiso ambiental: Borgo Laudato Si, un centro educativo y sostenible de 22 hectáreas, concebido como una respuesta viva a la encíclica Laudato Si, publicada en 2015 por el Papa Francisco.

Con energía solar, agricultura regenerativa, formación vocacional y objetivos de cero residuos, Borgo Laudato Si representa un modelo integral del cuidado a la creación y un grito profético: una invitación práctica a transformar el mundo empezando por lo local.

El origen: de la reflexión teológica a la acción concreta

Cuando el Papa Francisco presentó Laudato Si: sobre el cuidado de la casa común en 2015, muchas voces dentro y fuera de la Iglesia lo vieron como un llamado a la acción. En dicha encíclica, el Pontífice denunciaba el deterioro ambiental, el cambio climático y la destructiva lógica del consumo como consecuencias de un sistema económico deshumanizado. Francisco propuso una ecología integral, que vincula la justicia social con la protección del medioambiente.

"El clamor de la tierra y el clamor de los pobres son el mismo", escribió el Papa. Ocho años después, y gracias a un movimiento global impulsado a nivel parroquial, académico y comunitario, nace este centro en Castel Gandolfo, lugar tradicional de retiro veraniego papal, ahora redirigido a formar una nueva generación de líderes ecológicos.

Más que un jardín: un modelo de sostenibilidad multifuncional

El corazón del Borgo es una espectacular invernadero curvado, cuya forma evoca la columnata de la Plaza de San Pedro y simboliza acogida. Frente a este, se encuentra un edificio con aulas, comedor y salas de formación. Pero su impacto va mucho más allá de la arquitectura: se ha diseñado como un ecosistema donde cada decisión responde a criterios éticos y ambientales.

  • Energía: totalmente alimentado por paneles solares.
  • Reciclaje: sistema de compostaje y manejo de residuos para llegar al cero desperdicio.
  • Agua: captación de agua de lluvia y tratamiento para su reutilización, además de riego inteligente controlado por IA.
  • Producción agrícola: cultivo orgánico con técnicas de agricultura regenerativa, evitando pesticidas y fertilizantes químicos.

Escuela de esperanza: inclusión social a través del trabajo digno

Uno de los pilares del proyecto es su escuela vocacional. No es solo una granja, sino un espacio donde personas vulnerables —víctimas de violencia doméstica, refugiados, exadictos y exprisioneros— encuentran una segunda oportunidad. A través de talleres prácticos en viticultura orgánica, producción de aceite de oliva y jardinería sostenible, los participantes adquieren competencias laborales y autoestima.

El Padre Manuel Dorantes, director del centro, destaca que ya se han graduado los primeros alumnos de un curso piloto, algunos de los cuales ya han encontrado empleo con los conocimientos adquiridos.

“Si el Vaticano, el estado más pequeño del mundo, puede hacer esto, imaginen lo que pueden lograr otros países con más recursos”, comentó Dorantes.

De producto a misión: economía circular con rostro humano

Todos los productos desarrollados en el centro —vino Laudato Si, aceite de oliva orgánico, tés de hierbas y quesos elaborados a partir de leche de vacas criadas en el lugar— no sólo son ecológicos, sino que llevan el valor añadido de haber sido producidos en un entorno de dignidad y transformación social. Estos artículos se venderán en el mismo lugar y los beneficios serán reinvertidos en el centro.

La idea es avanzar hacia una economía circular inspirada en los valores del Evangelio. Quienes consuman estos productos estarán apoyando directamente una causa de inclusión y respeto por la “casa común”.

Borgo Laudato Si: un laboratorio vivo de ecología integral

La mirada misionera del proyecto alcanza también al sector empresarial. El centro ofrecerá estancias educativas para grupos escolares y ejecutivos que deseen aprender sobre prácticas sostenibles. Desde una experiencia de medio día hasta programas de varias semanas, los visitantes podrán vivir un modelo de vida en armonía con el planeta y los más necesitados.

La infraestructura está pensada para una experiencia transformadora: un encuentro entre conocimiento, espiritualidad y acción concreta. Según Dorantes, se espera que pronto comiencen las obras para residencias en el lugar, con el objetivo de recibir a más personas de todo el mundo.

El futuro sostenible de la Iglesia

Borgo Laudato Si llega en un momento donde el cambio climático se ha convertido en una urgencia planetaria. Con este centro, el Vaticano demuestra que sus llamadas a la conversión ecológica no son solo discursos, sino iniciativas tangibles. Se trata de una Iglesia que predica con el ejemplo, transformando su propio patrimonio en un vehículo de esperanza.

Según datos del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), casi el 40% de las emisiones globales provienen de prácticas agrícolas y sistemas de energía obsoletos. Cambiar estos modelos no solo es posible, sino necesario para la supervivencia del planeta. Borgo Laudato Si se posiciona como un microcosmos de esa transición urgente.

¿Por qué ahora y por qué aquí?

Castel Gandolfo fue históricamente un espacio reservado al ocio papal. Adaptar este lugar simbólico como centro de formación en ecología integral es también una relectura de los signos de los tiempos: la Iglesia no solo acompaña espiritualidad desde la sacristía, sino desde el huerto, la fábrica, la empresa y la calle.

El Papa Francisco lo ha repetido en varios discursos: “Todo está conectado”. Bajo esa lógica, la lucha por la vida de los marginados no puede separarse de la defensa del medioambiente, ni la ética de la producción puede desvincularse del cuidado de la Tierra.

Una utopía realizable

Lo que podría parecer una utopía —educar generaciones en prácticas agroecológicas, integrando inclusión social y sostenibilidad tecnológica con un enfoque espiritual— está comenzando a cristalizar en Borgo Laudato Si. Su progresiva implementación busca influenciar no solo a los católicos comprometidos, sino a cualquier individuo consciente del desafío ecológico actual.

En palabras del voluntario Rev. Bruce McEvoy, involucrado en otros programas de transformación social: “Juntos, podemos hacer cosas difíciles. Y vale la pena”.

Borgo Laudato Si es, en esencia, una respuesta concreta al reto más grande de nuestra era: cuidar nuestra casa común y hacerlo mirando al cielo, pero con los pies bien anclados en la tierra que nos alimenta.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press