Carlo Acutis: El 'influencer de Dios' camino a la santidad en la era digital

Con jeans, fe y una laptop: el primer santo millennial revoluciona la Iglesia Católica y conecta con una nueva generación

Un adolescente, una laptop y una fe inquebrantable

En un mundo obsesionado con los likes, los selfies y los videos virales, parece improbable que un joven devoto que rezaba el rosario y limitaba su tiempo frente a la pantalla se convirtiera en una figura global. Pero Carlo Acutis, quien murió en 2006 a los 15 años, ha hecho exactamente eso. Conocido como el "influencer de Dios", este adolescente italiano ha conmovido al mundo católico con su fe, su dominio de la tecnología y su estilo de vida ejemplar. Ahora, está a punto de convertirse en el primer santo millennial de la historia.

Este fenómeno tiene su epicentro en lugares tan simbólicos como la Parroquia Beato Carlo Acutis en Chicago, la primera en Estados Unidos en adoptar su nombre. Allí, niños de primaria estudian su vida mediante cómics titulados “Discípulo Digital”, reflexionan sobre los milagros atribuídos a su intercesión y se preguntan qué fondo de pantalla usaría Carlo en su celular.

¿Quién fue Carlo Acutis?

Nacido el 3 de mayo de 1991 en Londres, Carlo era hijo de una familia acomodada, pero no particularmente religiosa. Poco después de su nacimiento, se mudaron a Milán, donde creció y vivió como un adolescente normal: jugaba al fútbol, tenía mascotas y le gustaban los videojuegos. Pero su vida espiritual desbordaba normalidad.

A los siete años ya pedía asistir a misa diariamente. Era devoto de la Eucaristía y promovía la adoración eucarística siempre que podía. Tenía una comprensión temprana de la fe, pero también del poder de la tecnología. A una edad en la que la mayoría de sus compañeros apenas comenzaban a usar computadoras, Carlo leía textos universitarios sobre programación y codificación.

Usó estas habilidades para crear una página web sobre milagros eucarísticos en todo el mundo, hoy traducida a casi 20 idiomas y visitada por millones. Muchos lo llaman el precursor de la evangelización digital. De ahí su apodo, “el influencer de Dios”.

Una vida de contrastes: ordinario, pero extraordinario

Carlo vivió de manera sencilla, llevando una mochila con lo esencial: un laptop, rosario, un sándwich para alguien en situación de calle. En palabras de su madre, Antonia Salzano:

“La Eucaristía era su autopista al cielo… y no podía pasar un día sin saludar a Jesús”

Fue un joven generoso y alegre. Ayudaba a los pobres, defendía a los compañeros acosados en la escuela y lograba inspirar incluso a sus padres a volver a la Iglesia. Su ejemplo destaca por su coherencia, profundidad espiritual y apego a valores universales.

Enfermedad fulminante y legado eterno

En octubre de 2006, Carlo cayó enfermo repentinamente. Le diagnosticaron leucemia fulminante, y murió en solo cinco días. Antes de fallecer, ofreció su sufrimiento “por el Papa y la Iglesia”.

Fue sepultado en Asís, la ciudad de San Francisco, uno de los santos que más admiraba. Su tumba, donde se lo puede ver a través del vidrio con jeans, sudadera y zapatillas Nike, se ha convertido en un lugar de peregrinación para jóvenes de todo el mundo.

Incluso aquellos que no pueden viajar pueden seguir la actividad en su tumba vía webcam, algo sin precedentes para cualquier figura religiosa.

El proceso de canonización: velocidad récord

La Iglesia Católica, cuya tradición dicta largos procesos para beatificar y canonizar a alguien, ha hecho una excepción en tiempo récord con Carlo. Fue beatificado en 2020 tras la aprobación de un primer milagro, y en 2024, el papa Leo XIV —el primer pontífice nacido en Chicago— lo canonizará oficialmente, junto a otro joven italiano, Pier Giorgio Frassati.

El Vaticano ha visto en Carlo una figura clave para captar a las nuevas generaciones, en quienes el catolicismo ha perdido terreno en las últimas décadas, especialmente en Europa y América del Norte. Un estudio del Pew Research Center revela que solo el 31% de los católicos jóvenes en Estados Unidos cree en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Carlo desafía esa tendencia.

El mismo Papa Francisco escribió en su exhortación apostólica Christus Vivit (2019):

“Carlo entendía que los dispositivos tecnológicos podían seducirnos hacia el consumismo. Pero también vio cómo podían servir a la verdad, la belleza y los valores del Evangelio”.

Canonización estratégica... ¿Santidad con marketing?

Kathleen Sprows Cummings, historiadora de la Universidad de Notre Dame, ha estudiado el fenómeno Acutis y señala que su ascenso también obedece a una estrategia del Vaticano. En su libro, “A Saint of Our Own”, comenta que la canonización es también una herramienta comunicativa:

“La canonización implica decisiones: ¿cuál historia se contará? ¿Qué figura será símbolo de santidad para una época? Carlo es una respuesta a las preguntas e inquietudes del presente”.

Para algunos críticos, este fenómeno podría parecer una campaña bien orquestada, promovida especialmente por la madre del joven. Sin embargo, eso nunca ha sido incompatible con la santidad. La historia de la Iglesia está repleta de santos promovidos por contextos sociales específicos.

Carlo Acutis y la juventud católica

En la parroquia homónima en Chicago, los niños sienten un vínculo real con Carlo. Durante una misa reciente, desfilaron hacia el altar portando objetos que representaban su vida: un balón de fútbol, una laptop, una mochila. Para los estudiantes como Sona Harrison, de 13 años, es un modelo cercano:

“Me sentí mucho más cerca de Dios al leer sobre su historia. Es tan relatable, y demuestra que es posible ser santo y normal a la vez”.

A otro estudiante, David Cameron, de 9 años, le impactó su fuerza de voluntad. Comparando su pasión por los videojuegos con la de Carlo, reflexiona:

“Jugaba solo una hora a la semana... ¡yo no creo que pueda hacer eso! Pero me hace querer imitarlo”.

¿El santo que la Iglesia necesitaba?

El Vaticano parece considerar que sí. En un tiempo de crisis vocacional, escándalos y alejamiento de los jóvenes, la figura de Carlo emerge como un faro. Su sencillez, modernidad y profundidad espiritual lo hacen accesible. No es un franciscano del siglo XIII, ni una mística medieval. Es un chico del siglo XXI con sneakers, laptop e ideales sólidos.

Su modelo de vida propone una alternativa atractiva, no forzada, a la cultura actual: fe con propósito, tecnología con sentido, conexión verdadera. Como diría el mismo Carlo, cuya frase favorita era:

“Todos nacen como originales, pero muchos mueren como copias. No yo”

Y ya lo está demostrando. El primer santo millennial no solo es original: promete ser un parteaguas en la forma en que la Iglesia se conecta con el mundo digital y con su futuro.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press