Claudia Sheinbaum frente a Donald Trump: diplomacia, tensión y juego político en la frontera
La presidenta de México intenta mantener la soberanía nacional y la cooperación con EE.UU., mientras navega una relación volátil con el expresidente Trump
Una relación marcada por la tensión
Desde que Claudia Sheinbaum asumió la presidencia de México, ha tenido una de sus tareas diplomáticas más complejas: tratar con el expresidente Donald Trump. A pesar de las diferencias ideológicas y de estilo, Sheinbaum ha sido descrita por algunos analistas como una “traductora de Trump”, una mandataria que ha logrado mantener el diálogo y evitar crisis mayores, incluso frente a amenazas arancelarias y presiones militares de su vecino del norte.
El problema del fentanilo y la sombra de los aranceles
Uno de los temas centrales en esta relación ha sido el fentanilo. Sheinbaum ha redoblado esfuerzos para demostrar a EE.UU. que México está combatiendo el tráfico de esta poderosa droga sintética, vinculada a decenas de miles de muertes al año en EE.UU. De acuerdo con cifras oficiales, las incautaciones han aumentado más del 30% en el último año.
“Si este problema se reduce, entonces evidentemente queremos ver que ese 25% (de arancel) se reduzca”, declaró Sheinbaum durante una conferencia matutina reciente.
Sin embargo, estas acciones no han sido suficientes para Trump. El exmandatario aún vincula el problema del fentanilo con la necesidad de mantener aranceles elevados a productos mexicanos, postura que deja poco margen de maniobra a Sheinbaum.
¿Dónde está el acuerdo de seguridad?
En las últimas semanas, la presidenta mexicana había redoblado sus esfuerzos para lograr un acuerdo formal de seguridad con Estados Unidos, uno que delineara claramente la cooperación bilateral respetando la soberanía mexicana.
No obstante, la visita reciente del Secretario de Estado, Marco Rubio, no dejó resultados concretos. En lugar de un tratado, ambos países acordaron establecer un grupo de alto nivel para monitorear su cooperación. Rubio lo calificó como “un término elegante que significa mucho”, pero muchos expertos coinciden en que el anuncio fue más simbólico que sustantivo.
Los límites de la diplomacia frente a Trump
Así lo ve Michael Shifter, del Diálogo Interamericano:
“Sheinbaum probablemente se sienta increíblemente frustrada porque ha tomado medidas importantes para lidiar con los cárteles. Pero nunca parece ser suficiente para satisfacer a Trump.”
El juego político del expresidente es uno de presión constante. Tan solo el mes pasado afirmó que “México hace lo que le decimos que haga”, y aún recientemente comentó que “aunque le cae bien Sheinbaum”, México seguía “gobernado por cárteles”.
Una región con memoria de intervenciones
La negativa de Sheinbaum a aceptar la presencia militar estadounidense en suelo mexicano ha sido una constante. Esta decisión se vio reforzada por un reciente ataque estadounidense en el Caribe contra un presunto narco-barco, que causó la muerte de 11 personas. El hecho fue percibido por varios gobiernos latinoamericanos como una peligrosa reminiscencia de intervenciones pasadas.
Carin Zissis, directora en funciones del Council of the Americas en Washington, lo explicó acertadamente:
“Los soldados estadounidenses sobre el terreno es una preocupación muy concreta desde el lado mexicano. Por eso Sheinbaum insiste tanto en la soberanía.”
La presidenta mexicana ha buscado equilibrar cooperación y autonomía, pero los gestos de buena voluntad han sido respondidos con pocos compromisos reales por parte de Washington.
¿Qué cartas puede jugar México?
Palmira Tapia, analista política del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), resume la situación diciendo:
“Sheinbaum está cumpliendo lo que prometió: golpear a los cárteles. Pero Trump no tiene incentivos para ceder porque su estrategia siempre ha sido obtener lo que quiere bajo la amenaza de aranceles.”
Sin embargo, México aún mantiene cierta influencia. Principalmente, su capacidad para ayudar a controlar los flujos migratorios hacia el norte y el alto nivel de aprobación doméstica de Sheinbaum, que ronda el 70% al 80% según distintas encuestas. Este capital político podría ser clave en futuras negociaciones.
Una política interna sólida, pero frágil frente a EE.UU.
Sheinbaum ha sido férrea defensora del principio de no intervención, una tradición diplomática mexicana que data de la Doctrina Estrada en 1930. Pero la seguridad regional y las acciones bilaterales con EE.UU. exigen pragmatismo sin perder esa línea roja.
“Es un equilibrio muy delicado,” concluye Zissis. “Porque al mismo tiempo que ha manejado bien esta relación, hay muchísimo en juego para México.”
Mientras tanto, los altos niveles de inseguridad, el flujo de migrantes y las presiones económicas internacionales ponen a prueba la resiliencia de su mandato. La frontera norte se convierte nuevamente en el epicentro de una complicada danza entre diplomacia, soberanía y tensiones geopolíticas.
La capacidad de Claudia Sheinbaum de navegar estas aguas tempestuosas determinará no solo su legado, sino el futuro de la relación entre México y Estados Unidos en la próxima década.