Colombia prohíbe las corridas de toros y pelea de gallos: un hito en la defensa animal

La Corte Constitucional respalda la ley que pone fin a estas prácticas, mientras el país avanza hacia una nueva visión cultural

  •  EnPelotas.com
    EnPelotas.com   |  

Un paso histórico para los derechos de los animales

El 2024 será recordado como el año en que Colombia dio un giro trascendental en su concepción de la relación entre humanos y animales. La Corte Constitucional ratificó una ley aprobada previamente por el Congreso que prohíbe las corridas de toros y además extendió esa prohibición a las peleas de gallos, marcando un precedente en América Latina.

Esta decisión se produce en un momento en el que los valores sociales están cambiando, y la idea de que la violencia contra los animales puede ser vista como entretenimiento está siendo ampliamente rechazada por nuevas generaciones. El presidente colombiano Gustavo Petro fue enfático al respaldar la norma: “No puedo decirle al mundo que matar seres vivos y sintientes por diversión es cultura.”

¿Qué dice la ley?

Aprobada en mayo de 2024, la legislación establece una prohibición escalonada. Las corridas de toros estarán completamente prohibidas en 2027, mientras que las peleas de gallos tendrán hasta el 2028 para desaparecer legalmente. Este periodo de transición busca permitir alternativas para quienes dependen económicamente de estas prácticas.

¿Una prohibición total?

Aunque la ley ya fue sancionada y la Corte Constitucional la ha ratificado, aún existe la posibilidad de que los sectores implicados soliciten una revisión del fallo. Sin embargo, lo cierto es que con esta decisión se consolida una transformación cultural y legal que pone a Colombia como uno de los líderes regionales en materia de bienestar animal.

El impacto económico y cultural de la medida

La Federación Colombiana de Gallística expresó su preocupación tras la noticia. Argumenta que unas 290,000 familias viven directa o indirectamente de las peleas de gallos, y que hay cerca de un millón de aficionados en el país. Para muchos sectores rurales, esta práctica es considerada una tradición que va más allá del espectáculo.

Sin embargo, el declive cultural de estas actividades ha sido evidente en los últimos años. Distintos estudios y encuestas muestran una caída constante en su popularidad. En Bogotá, Medellín y otras grandes ciudades, las plazas de toros enfrentaban desde hace una década una reducción en la asistencia del público.

Un fenómeno global

El rechazo a las corridas de toros y peleas de gallos no es sólo colombiano. Actualmente, sólo siete países permiten las corridas de toros de manera legal: España, Francia, Portugal, México, Venezuela, Ecuador y Perú. Incluso en estas naciones, hay gobiernos locales que han aprobado medidas restrictivas o prohibiciones parciales.

Según informes de organizaciones como Animal Defenders International, el número de eventos taurinos se ha reducido más de un 30% en la última década. En regiones de Francia como Cataluña (España), la tauromaquia fue prohibida y varios ayuntamientos en México han cancelado espectáculos taurinos.

¿Qué dice la sociedad colombiana?

La sociedad civil ha tenido un papel fundamental para lograr estos cambios. Grupos animalistas y ambientales como Animales Libres de Crueldad y Colombia sin Toreo han liderado campañas, recolecciones de firmas y manifestaciones desde hace más de 15 años.

Una encuesta realizada por Invamer en 2023 reveló que el 78% de los colombianos está en contra de las corridas de toros, y un 65% rechaza las peleas de gallos. El nivel de desaprobación es aún mayor entre los menores de 35 años.

El argumento de la tradición frente a la ética moderna

Uno de los puntos más controversiales del debate fue la apelación a la tradición. Para muchos colombianos —especialmente en regiones como el Caribe o el Eje Cafetero— tanto la tauromaquia como la gallística son manifestaciones culturales que han existido por siglos. Las corridas de toros, por ejemplo, datan de la época colonial, cuando fueron importadas por los españoles.

“¿Hasta qué punto una tradición puede justificar el sufrimiento animal?”, fue una de las preguntas que resonó en medios, tribunales y redes sociales. Quienes abogan por los derechos de los animales comparan este tipo de razonamiento con la defensa histórica que algunos sectores hacían de otras prácticas hoy universalmente condenadas, como la esclavitud o la caza de animales por deporte.

Una oportunidad para reinventar la cultura

La legislación, más que una simple prohibición, puede verse como una oportunidad para replantear la identidad cultural colombiana, impulsando modos más éticos y sostenibles de entretenimiento, celebración y tradición rural.

En países como España, donde se han declarado muchas ciudades “municipios libres de tauromaquia”, la transformación cultural fue acompañada por programas de sustitución económica y valorización de otras prácticas culturales tradicionales, como la danza, la música, la gastronomía y festejos populares sin violencia.

Reacciones internacionales

Distintas organizaciones internacionales han elogiado la decisión colombiana. La Organización Mundial para la Salud Animal y la ONU han vinculado el bienestar animal con el desarrollo sostenible, y en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la protección de la biodiversidad y fauna local adquiere relevancia.

“Colombia envía un mensaje poderoso a la región”, dijo Andrew Linzey, director del Centro de Ética Animal de la Universidad de Oxford. “El sufrimiento animal no puede seguir siendo tolerado bajo el argumento de la tradición o el arte.”

Petro y los animales: una coherencia de largo aliento

Desde su época como alcalde de Bogotá, Gustavo Petro mostró una postura clara sobre el tema. En 2012, bajo su administración, se prohibieron las corridas en la Plaza de Toros La Santamaría. Aunque la Corte Constitucional anuló esa decisión por cuestiones de competencia territorial en 2015, Petro insistió en sus propuestas y finalmente como presidente logró llevarlas a cabo.

“Nos definimos como una nación que avanza hacia la compasión”, dijo el mandatario durante la firma de la ley.

¿Qué sigue?

La legislación abre una nueva etapa en la que el Estado debe acompañar a quienes verán afectados sus ingresos y estilo de vida. Se necesitan planes de reconversión económica viables y sostenibles. Del mismo modo, habrá que reforzar los mecanismos de vigilancia para evitar actividades ilegales.

Por ahora, los debates continuarán. Lo que es indiscutible es que Colombia ha hecho historia, y en esta ocasión, la historia se inclina del lado de los animales.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press