Donald Trump, la Reserva Federal y el intento de controlar la política monetaria de EE. UU.
¿Puede el expresidente establecer un nuevo precedente peligroso para la independencia del banco central más poderoso del mundo?
El nombramiento que rompió el molde: Stephen Miran bajo el microscopio
Donald Trump ha hecho de la controversia un arte político, y su más reciente jugada para colocar a Stephen Miran en la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal (Fed) ha desatado una tormenta en Washington. Miran, quien actualmente trabaja como presidente del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca, anunció durante una audiencia en el Senado que no renunciará a su cargo ejecutivo si es confirmado para el puesto en la Fed. En su lugar, dijo que tomaría una «licencia sin goce de sueldo».
Esta decisión, aparentemente técnica, ha desencadenado acusaciones de conflicto de intereses y amenazas a la independencia de la Fed.
¿Por qué importa la independencia de la Fed?
La Reserva Federal, como banco central de Estados Unidos, tiene la misión principal de mantener la estabilidad de precios y el máximo nivel de empleo. Para lograrlo, necesita tomar decisiones basadas en datos económicos y no en presiones políticas. Desde su creación, se ha defendido ferozmente la autonomía de la Fed, evitando que caiga en manos del vaivén electoral y manipulación partidista.
Según el senador demócrata Jack Reed: «Su independencia ya ha sido comprometida de manera seria». Otros, como la senadora Elizabeth Warren, fueron aún más contundentes: «Trump quiere quemar todo eso hasta los cimientos».
Una historia de tensiones entre Trump y la Fed
Donald Trump ha mantenido una relación tensa con la Fed desde su presidencia. Ejerció presiones públicas y críticas abiertas contra el presidente de la Fed, Jerome Powell, por no bajar las tasas de interés como él deseaba. Incluso llegó a decir que conocía mejor la política monetaria que cualquier funcionario del banco central.
Su objetivo era claro: estimular una economía de corto plazo, incluso si eso significaba alimentar los riesgos inflacionarios. En múltiples ocasiones, pidió reducciones de hasta 3 puntos porcentuales en la tasa de interés, una medida considerada extrema y arriesgada por la mayoría de los economistas.
Las verdaderas implicancias del caso Miran
Stephen Miran no es un actor neutral. Coautor de un artículo en el Manhattan Institute en 2024, argumentó que la Fed debería estar más sujeta al control presidencial. Incluso propuso que los miembros de la junta de gobernadores deberían servir al gusto del presidente, una idea catalogada por muchos como una amenaza directa a la democracia institucional.
Pero lo más contradictorio surgió cuando se descubrió que el mismo documento que coescribió sugiere una medida completamente opuesta: «Los miembros de la Junta deberían estar prohibidos de servir en el Poder Ejecutivo por lo menos durante cuatro años después de su término». Y sin embargo, allí está Miran, proponiendo volver a la Casa Blanca justo después de su mandato en la Fed.
La Fed como bastión de estabilidad
Desde la década de 1980, la Fed ha trabajado arduamente por mantener un rol técnico, no político. En tiempos de crisis —como la Gran Recesión o la pandemia de COVID-19— fue clave en evitar colapsos sistémicos aplicando estímulos cuantitativos y recortes de tasas.
Hoy, la Fed enfrenta nuevamente un entorno incierto: la inflación aún no retorna a la meta del 2% y el camino hacia posibles recortes de tasas sigue siendo materia de discusión. Según Hannah Jones, analista de Realtor.com: «Un informe débil de empleo aumenta las expectativas de recortes en las tasas, lo que a su vez influye en las tasas hipotecarias».
De hecho, los indicadores hipotecarios han mostrado cierta relajación: la tasa promedio de hipoteca a 30 años bajó a 6.5% esta semana, desde 6.56%, según Freddie Mac. Aun así, el mercado inmobiliario continúa estancado respecto a niveles históricos.
¿Está Trump preparando el terreno para un posible regreso?
Muchos observadores creen que este movimiento de colocar a personas leales en cargos clave como la Fed forma parte de una estrategia más amplia de Trump para consolidar poder ante un posible regreso a la presidencia.
«Este es un momento de crisis para la Reserva Federal y la estabilidad económica de las familias estadounidenses», advirtió Warren. La preocupación es clara: si la Fed cae bajo influencia política directa, el impacto no solo sería nacional sino también global.
La confianza mundial en el dólar, los bonos estadounidenses y la economía del país descansa en una Fed independiente. Cualquier atisbo de manipulación política puede generar inestabilidad en los mercados financieros internacionales.
¿Qué dicen los republicanos?
Algunos senadores republicanos se alinearon con los demócratas en cuestionar a Miran. El senador John Kennedy le pidió que se comprometiera a ignorar toda retórica política y guiarse solo por datos. Es decir, incluso dentro del Partido Republicano hay preocupación por mantener la integridad de la institución.
El problema es que, en medio de la polarización extrema, estas posturas moderadas tienden a diluirse o ser ignoradas por la base más leal a Trump.
El papel ambiguo del asesor económico
La elección de Miran parece encaminada a probar los límites normativos. Legalmente, podría sostener un puesto en la Casa Blanca sin salario y aún servir en la Fed, pero ¿qué mensaje envía eso al público e inversores internacionales?
En sus respuestas al comité, dejó claro que «el presidente me nominó porque le gustaron mis puntos de vista». La cercanía ideológica no es problema por sí sola; el problema es la falta de independencia estructural, argumental y estratégica.
¿Qué sigue para la Fed y para EE. UU.?
De momento, la nominación sigue siendo evaluada por el Senado. Pero este episodio nos recuerda cuánto depende el mundo —literalmente— de la independencia de un banco central. Si un solo país puede afectar los precios globales de bienes como el petróleo, el oro o el trigo por decisiones cuestionables en su política monetaria, entonces el interés en una Fed independiente ya no es solo de Estados Unidos, sino de toda la comunidad internacional.
El legado de Trump aún tiene fuerza dentro de ciertas estructuras gubernamentales, y su influencia sobre la política económica sigue causando turbulencias. Lo que está en juego es mucho más que una nominación: es el modelo sobre el cual se ha sostenido buena parte del crecimiento global en las últimas décadas.