El calor en las cárceles de California: ¿una condena inhumana?

Altas temperaturas, protocolos ineficaces y un sistema penitenciario que pone vidas en riesgo

La ola de calor que azota desde dentro

Las cárceles de California no solo encierran cuerpos, también están aprisionando vidas bajo condiciones extremas de calor. Cada verano, las temperaturas en algunos centros penitenciarios alcanzan o superan los 95°F (35°C), poniendo en riesgo la vida de los más vulnerables, especialmente aquellos con condiciones médicas sensibles al calor. A pesar de años de advertencias, quejas y tragedias, el sistema penitenciario estatal apenas comienza a implementar cambios significativos.

Un sistema lleno de puntos calientes

Según un informe del Departamento de Correcciones y Rehabilitación de California (CDCR, por sus siglas en inglés), en 2023 hubo 182 días en los que al menos una prisión experimentó temperaturas superiores a los 90°F. En 46 de esos días, la temperatura interior en algunas celdas rebasó los 95°F. Estas cifras no son meras estadísticas: representan calor extremo que impone sufrimiento físico y psicológico a miles de internos.

No es solo una cuestión de incomodidad. Muchos reclusos padecen enfermedades mentales o reciben medicamentos psicotrópicos que aumentan el riesgo de hipertermia. En prisiones como Chowchilla, donde el calor alcanzó los 109°F el 4 de julio de 2024, los sistemas de refrigeración eran insuficientes o estaban dañados.

¿Es esto un castigo adicional?

Desde el punto de vista legal y moral, el calor excesivo en las cárceles plantea el debate sobre si representa una pena cruel e inusual, prohibida por la Octava Enmienda de la Constitución de EE. UU. En marzo, un juez federal en Texas falló que la falta de aire acondicionado en sus prisiones violaba dicha protección constitucional. En California, un juez federal expresó inquietud similar, aunque sin emitir un fallo definitivo, lo que indica que el tema ha llegado al centro del debate jurídico nacional.

El caso Boulware: un ejemplo trágico

Adrienne Boulware, de 47 años, falleció el verano de 2024 en la Prisión Estatal de Mujeres de California (Chowchilla) durante una ola de calor que rompió récords. Estaba tomando litio, un medicamento que eleva la temperatura corporal. El día anterior a su muerte, la unidad de enfriamiento estaba "soplando aire caliente". Fue encontrada inconsciente en la ducha, recibió Narcan sin éxito y murió en un hospital local. La causa oficial de muerte aún es inconclusa, pero los registros médicos internos sugieren hipertermia y posible sobredosis como causas probables.

Su hija Michaela Nelson relató las llamadas desesperadas de cada verano, en las que su madre decía que la prisión estaba “caliente como el infierno”. Aunque CDCR negó en público la relación de su fallecimiento con el calor, los correos internos muestran una narrativa muy distinta.

Protocolos de calor: ¿papeles mojados?

En teoría, CDCR tiene un protocolo para mitigar los efectos del calor, especialmente entre los presos con enfermedades mentales. Pero según investigaciones judiciales y testimonios de monitores federales, en la práctica este protocolo sufre graves fallos:

  • Falta de registros de temperatura consistentes
  • Falta de conocimiento del protocolo por parte del personal
  • Termómetros rotos o inexistentes
  • Revisión médica de internos insuficiente durante olas de calor

El monitor Matthew Lopes señaló en febrero de 2025 que la muerte de Boulware “es un recordatorio trágico del daño real que puede resultar si no se monitorea y trata adecuadamente a los pacientes con medicamentos sensibles al calor”.

Parches a un sistema descompuesto

En respuesta al creciente escrutinio, CDCR ha lanzado un proyecto piloto de $38 millones para probar sistemas de aire acondicionado e aislamiento térmico en tres de sus 31 prisiones. El piloto tiene una duración estimada de cuatro años y las autoridades no esperan resultados antes de mediados de 2029.

Actualmente, algunos pabellones dependen de ventiladores o unidades de evaporación de agua (“swamp coolers”), las cuales pierden efectividad cuando las temperaturas superan los 100°F. El sistema piloto se está implementando en:

  • Prisión Estatal del Valle de Kern
  • Centro de Mujeres de California
  • Prisión Estatal de California en el condado de Los Ángeles

Mientras tanto, alrededor de 83,000 prisioneros siguen viviendo en celdas sin climatización adecuada.

¿Y el costo total? Hasta $20 mil millones

Una iniciativa legislativa estatal intentó forzar cambios más profundos, incluyendo refrigeración digitalizada en tiempo real y un límite obligatorio de temperatura. Sin embargo, CDCR estimó el cumplimiento en costos de entre $10 y $20 mil millones, y el proyecto de ley fue postergado hasta 2025 debido a déficit presupuestario.

Preguntada sobre la demora, la legisladora Celeste Rodríguez indicó: “Estoy alentada por el programa piloto, pero quiero mantener el proyecto legislativo vivo. No podemos perder el ímpetu y permitir más tragedias”.

Sufrimiento invisible

La falta de aire acondicionado afecta todos los aspectos de la vida carcelaria. Las actividades grupales se limitan, las terapias se trasladan a espacios inadecuados, y los reclusos pierden acceso a programas educativos y de reinserción. Peor aún, celdas construidas en concreto sin aislamiento pueden ser hasta 21°F más calientes que las áreas comunes.

La solución de emergencia para muchos internos: mojar las sábanas en el lavabo, duchas frecuentes, y hielo cuando el personal lo distribuye. Un ventilador personal cuesta $27 en el economato. Para un preso que gana centavos por hora, eso representa semanas de trabajo.

Lawrence Cox, quien pasó años en Calipatria y Solano, declaró: “He estado empapado de sudor todo el día, solo por sentarme. No hay forma de escapar. El calor en la cárcel es una tortura lenta”.

¿Cambio en el horizonte?

Tras la muerte de Boulware, los defensores de los derechos de los reclusos han redoblado sus esfuerzos. Han solicitado a Cal/OSHA que desarrolle normas aplicables a las cárceles, argumentando que los internos también trabajan en esas instalaciones. Hasta hoy, se mantienen en “conversaciones”, sin avanzar hacia una regulación real.

Mientras tanto, las comparaciones con Texas y otras jurisdicciones aumentan la presión sobre California. En documentos judiciales, CDCR negó que existiera una relación directa entre el calor y la mayoría de las muertes. Pero aboga por su enfoque lento, basado en datos piloto y mejoras graduales.

El juez federal Jon S. Tigar lo dijo claramente: “Este es un asunto médico. Es un gran problema que solo se agravará con el tiempo”.

Humanidad contra calor

El calor extremo es una manifestación del cambio climático y de prioridades mal guiadas. En un estado que presume de progresismo, permitir que miles de ciudadanos —privados o no de libertad— sufran bajo condiciones que rozan la tortura contradice sus principios fundamentales.

Transformar las prisiones de California en un entorno más humano no es indulgencia, es justicia. Como recordó el activista Bharat Venkat, “las cárceles no deben ser hornos donde propiciamos más dolor. Son lugares donde las personas tienen derecho a la dignidad, incluso bajo condena”.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press