La carga oculta del transporte escolar: Madres al límite entre el trabajo y la educación de sus hijos
Una mirada profunda al impacto del transporte escolar en la vida laboral de las madres en EE. UU. y la crisis silenciosa que golpea a las familias más vulnerables.
Cuando Elizabeth Rivera tuvo que salir antes de su turno nocturno en un almacén de Amazon en Texas para llevar a sus hijos a la escuela, sabía que estaba corriendo un riesgo. Eventualmente, fue despedida. No por falta de mérito, sino por elegir ser madre antes que empleada.
Su historia es solo una entre cientos en todo Estados Unidos, donde la logística diaria del transporte escolar está forzando a padres, especialmente a madres, a elegir entre sus trabajos y la educación de sus hijos. Según una encuesta nacional reciente realizada por el Centro NORC de Investigación de Asuntos Públicos y la empresa de transporte escolar HopSkipDrive, la realidad es crítica y merece atención urgente.
Una realidad estadística que revela una crisis silenciosa
Los datos respaldan que el transporte escolar, lejos de ser una preocupación menor, tiene efectos devastadores sobre las finanzas y estabilidad emocional de muchas familias. A continuación, algunos hallazgos clave del estudio:
- Uno de cada tres padres ha tenido que faltar al trabajo para llevar o recoger a sus hijos de la escuela.
- 3 de cada 10 han rechazado oportunidades laborales por la misma razón.
- 11% perdieron su empleo directamente por problemas relacionados con el transporte escolar.
Pero el impacto no es equitativo. Las madres lo sufren más: un 55% de ellas declaran haber perdido oportunidades laborales frente a un 45% de los padres. Además, en hogares con ingresos menores a los $100,000 anuales, cuatro de cada diez progenitores han faltado al trabajo por estas responsabilidades, mientras que en hogares de mayores ingresos esa proporción baja al 30%.
Transportar con sacrificio: Las historias detrás de los datos
Cada número tiene rostro. Meredyth Saieed, madre de dos niños y exempleada de un restaurante en Carolina del Norte, perdió su trabajo porque no llegaba a tiempo a su turno nocturno tras recoger a sus hijos. Aunque tenía acceso al transporte oficial del estado, prefería evitarlos porque los horarios no se ajustaban: los niños llegaban demasiado temprano o demasiado tarde.
“Cuando tienes hijos y no tienes una aldea detrás de ti, haces lo que puedes”, dice Saieed, que vendió su auto averiado a una chatarrería por no poder costear su reparación. Hoy, espera que el sistema escolar pueda ofrecer una alternativa más humana y eficaz.
Madres sin red de apoyo
Syrina Franklin, madre soltera en el lado sur de Chicago, llevaba a sus dos hijos adolescentes y a su nieto de 5 años a tres escuelas diferentes. Tras llegar tarde más de diez veces a su trabajo como clasificadora de correo, fue despedida. Ahora sobrevive como conductora en Uber e Instacart, adaptando su jornada laboral a las necesidades escolares de su familia.
“La mayoría tiene a alguien que ayuda: el padre, una abuela, alguien. Yo no tengo a nadie”, lamenta.
No todos los niños tienen acceso al autobús escolar
En zonas rurales o pequeñas ciudades, cerca del 50% de los niños usan autobús escolar. En áreas urbanas, esa proporción cae a 33%. Y no es cuestión de preferencia, sino de disponibilidad. Muchas escuelas simplemente no ofrecen servicios de autobuses, o bien, los existentes no son funcionales.
Dorothy Criscuolo, oficial de policía en Long Island, se niega a que sus hijos neurodivergentes pasen 45 minutos en un bus con gritos y caos diario. “No puedo esperar que estén bien después de eso y aprendan”, afirma.
Ella y su esposa se alternan para llevar y recoger a los niños. Sin embargo, Criscuolo duerme apenas tres horas al día durante el año escolar: trabaja de 7 p.m. a 7 a.m., y aún así cumple con las rutas escolares.
La sobrecarga invisible de ser madre
El 68% de las madres llevan a sus hijos a la escuela, frente al 57% de los padres, según la encuesta. Este dato expone una verdad que se ha repetido generación tras generación: la carga de trabajo no remunerado y la logística doméstica sigue recayendo mayoritariamente en las mujeres.
Y en ese margen de sacrificio, muchas madres deben optar entre su bienestar, el sustento de la familia o la educación de sus hijos. Una elección insostenible.
La tecnología como alternativa... ¿pero para quién?
HopSkipDrive, la empresa detrás del estudio, ofrece una solución con inteligencia artificial y conductores registrados. Pero este tipo de servicios, aunque innovador, no son viables para muchas familias de bajos ingresos. ¿El costo? Hasta $25 por trayecto.
Su CEO, Joanna McFarland, lanza un mensaje claro: “No podemos esperar que sean los padres quienes encuentren ideas innovadoras. Las soluciones deben ser institucionales”.
La educación empieza con el trayecto
En un país donde se presupuestan trillones en defensa y subsidios corporativos, el hecho de que madres pierdan sus trabajos por no contar con transporte escolar adecuado debería considerarse una crisis nacional subestimada.
Tan solo el 40% de los padres dicen que su situación mejoraría con más rutas de autobús o mejores infraestructuras para caminar o usar bicicleta hasta la escuela. Otros piden horarios de entrada y salida más flexibles y paradas más accesibles.
Entre tanto, Elizabeth Rivera, tras perder su empleo, ha delegado el transporte escolar en su hija mayor, de 25 años. Ella, también trabajadora en Amazon, se encarga ahora de llevar a sus tres hermanos cada mañana. “Está funcionando muy bien”, asegura Rivera con algo de alivio.
Pero la pregunta de fondo persiste: ¿cuánto más tendrán que sacrificar las madres para que sus hijos lleguen a clase?