Robert F. Kennedy Jr. y la tormenta de la salud pública: ¿Reforma necesaria o desmantelamiento peligroso?
Las decisiones del Secretario de Salud de EE.UU. sacuden los cimientos científicos y generan alarma en la comunidad médica.
Robert F. Kennedy Jr., miembro de una de las familias más prominentes en la historia política de Estados Unidos, se encuentra actualmente en el centro de una intensa polémica. Nombrado por Donald Trump como Secretario de Salud y Servicios Humanos, Kennedy ha aprovechado su cargo para implementar una serie de decisiones que han provocado una ola de críticas por parte de expertos médicos, asociaciones sanitarias y algunos miembros del Congreso, incluso dentro de su propio partido.
Una comparecencia cargada de tensión en el Senado
El pasado jueves, Kennedy compareció ante el Comité de Finanzas del Senado para explicar su visión de “Make America Healthy Again” (Hacer a América saludable de nuevo), un eslogan que evoca uno de los lemas más resonantes del expresidente Trump. Sin embargo, el evento pronto se tornó en un cruce tenso entre ataques y justificaciones, donde el foco principal fue su política de vacunación y su reestructuración del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades, el CDC.
“Las personas del CDC que dirigieron ese proceso, que pusieron mascarillas a nuestros niños, que cerraron nuestras escuelas, son las que ahora se marcharán”, dijo Kennedy ante los senadores. Estas declaraciones hacen referencia directa a las recientes renuncias de altos funcionarios del CDC tras el despido de la directora Susan Monarez, acusada por Kennedy de no hacer suficiente por controlar las enfermedades crónicas.
Una purga en las instituciones científicas
El clima en el CDC es de inestabilidad. La directora Monarez, despedida por Kennedy, rompió su silencio en una columna publicada en The Wall Street Journal, donde criticó duramente los intentos del actual secretario por debilitar los mecanismos de protección sanitaria pública: “Se me pidió que aprobara por anticipado las recomendaciones de un comité de vacunas reemplazado por escépticos y personas con historial antivacunas”, afirmó.
No es la primera vez que Kennedy, un conocido activista antivacunas, genera revuelo con decisiones de política pública. En mayo, anunció que las vacunas contra el COVID-19 dejarían de recomendarse para niños sanos y mujeres embarazadas—a pesar de la severa oposición de organizaciones médicas. En junio, disolvió el panel de expertos en vacunas del gobierno, clausurando además el acceso a varias asociaciones científicas que por décadas habían participado en la elaboración de recomendaciones.
Reacciones desde la comunidad médica
Un conjunto de 21 organizaciones médicas, incluyendo la American Medical Association (AMA) y la Sociedad de Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, emitieron una declaración conjunta calificando las acciones de Kennedy como una amenaza grave para la salud pública:
“Nuestro país necesita liderazgo que promueva el diálogo abierto y honesto, no la desinformación ni el retroceso del progreso médico alcanzado en décadas”.
La American Academy of Pediatrics también se pronunció indicando que el retiro de las recomendaciones de vacunas para niños podría aumentar drásticamente la incidencia de enfermedades prevenibles, como el sarampión, la tos ferina y la poliomielitis.
El debate político en el Congreso
El senador demócrata Ron Wyden acusó a Kennedy de manipular comités científicos para favorecer posturas marginales y pseudocientíficas. “Ha llenado de escépticos y teóricos de la conspiración los comités que deberían estar presididos por científicos”, denunció.
Incluso algunos senadores republicanos, como Bill Cassidy, médico de profesión, expresaron su incomodidad con el enfoque del secretario: “Estoy preocupado de que las decisiones de Kennedy estén gobernadas más por ideología que por evidencia biomédica”, destacó.
Por su parte, el senador Thom Tillis (R-NC) expresó que quiere escuchar con atención los argumentos de Kennedy para reconciliar lo que prometió en su proceso de confirmación con sus acciones actuales: “Cuando uno dice que apoya la ciencia durante una audiencia pero remueve expertos científicos poco después, surgen muchas dudas”.
Una historia de controversia antivacunas
Robert F. Kennedy Jr. no es un recién llegado al movimiento antivacunas. Durante más de 20 años, ha sido una figura destacada en campañas de desinformación sobre presuntos efectos adversos de las vacunas, especialmente relacionándolas con el autismo, una postura desmentida repetidamente por estudios revisados por pares y por instituciones como los Centers for Disease Control y la Organización Mundial de la Salud.
En 2021, sus actividades lo llevaron a ser citado por plataformas como Instagram y Facebook por difundir información falsa durante la pandemia. Su organización, Children’s Health Defense, fue considerada una de las principales impulsoras de contenidos engañosos sobre COVID-19.
¿Hacia una desinstitucionalización de la ciencia?
Las políticas de Kennedy no solo han afectado la vacunación. También ha promovido recortes en programas destinados a la vigilancia de enfermedades infecciosas, ha transformado protocolos de evaluación de seguridad alimentaria y ha recomendado medicamentos sin respaldo clínico para el tratamiento de enfermedades crónicas.
Según análisis del Kaiser Family Foundation, estas decisiones podrían incrementar los costos sanitarios a largo plazo y debilitar los sistemas de respuesta ante futuras pandemias. “La infraestructura de salud pública de EE.UU. necesita reforzarse, no ser desmantelada”, señala su último informe.
El dilema republicano: ideología vs evidencia
Aunque muchos republicanos defienden la libertad individual frente a mandatos de salud pública, varios se ven atrapados ante el costo político y sanitario de permitir una deriva pseudocientífica dentro del gobierno. La administración Trump ha promocionado a Kennedy como un reformista que “cuestiona al statu quo”, pero sus decisiones también abren un debate sobre el papel de la ciencia en la gestión gubernamental.
Un país dividido entre la confianza y el escepticismo
Una encuesta de Pew Research en 2025 muestra que, si bien el 72% de los estadounidenses aún confían en la comunidad médica, solo el 52% cree que el gobierno federal actúa basado en evidencia científica. Esta brecha demuestra cómo figuras como Kennedy explotan la incertidumbre colectiva y los temores generados por la pandemia para promover una agenda radical.
¿Qué está en juego?
Las decisiones de Robert F. Kennedy Jr. no son simplemente ajustes administrativos; representan un choque cultural e ideológico sobre la naturaleza misma de la salud pública. ¿Debe primar la autonomía individual sobre el bien común? ¿Es válido ignorar décadas de consenso científico en nombre de “nuevas perspectivas”? Y, lo más urgente, ¿puede EE.UU. permitirse una crisis de salud evitable por causa de la desinformación institucionalizada?
Son preguntas que Estados Unidos deberá responder pronto, porque como señaló la exdirectora del CDC Susan Monarez: “La salud pública no puede construirse sobre conjeturas y agendas políticas. Requiere rigor, evidencia y, sobre todo, responsabilidad”.