STEM Y EL RETROCESO FEMENINO: ¿Cómo la Pandemia Borró una Década de Avances?
Durante años, las niñas avanzaban en matemáticas y ciencias. Pero el COVID-19 deshizo ese progreso. ¿Qué se necesita para volver a equilibrar la balanza?
Un retroceso inesperado
Durante más de una década, los esfuerzos por cerrar la brecha de género en las materias STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés) comenzaron a consolidar avances sólidos. Las niñas empezaron a mostrar un rendimiento igual e incluso superior al de los niños en test estandarizados de matemáticas. Pero llegó la pandemia... y el progreso se esfumó.
Según un análisis del Educational Opportunity Project de la Universidad de Stanford, en el ciclo 2018-2019, más de la mitad de los distritos escolares en Estados Unidos mostraban resultados promedio en matemáticas más altos para niñas que para niños. Sin embargo, este equilibrio desapareció tras la llegada del COVID-19. Para 2023-2024, los niños superaban a las niñas en matemáticas en casi nueve de cada diez distritos.
¿Qué salió mal?
La educación en línea, implementada de forma masiva durante el confinamiento, no tuvo en cuenta las diferencias en estilos de aprendizaje. Mientras las niñas tienden a sobresalir cuando los contenidos se relacionan con aplicaciones prácticas y reales, y se fomenta la colaboración, el aprendizaje remoto enfatizó la repetición mecánica, la memorización y la competencia individual.
La experta Janine Remillard, profesora de educación matemática en la Universidad de Pensilvania, explica que muchas de las prácticas avanzadas y metodologías centradas en el pensamiento flexible fueron las primeras en ser abandonadas durante la enseñanza remota. "Lo primero que desapareció fueron todos esos procesos de construcción de significado", apunta.
Impacto emocional y desigualdad en roles
Varios estudios han revelado que las niñas experimentaron niveles más altos de ansiedad, depresión y carga de cuidado durante la pandemia. Tuvieron que asumir responsabilidades familiares adicionales, lo cual afectó su dedicación al estudio. Estos factores no se vieron reflejados claramente en materias de lectura, donde su rendimiento siguió siendo superior al de los niños, pero sí impactaron en las STEM.
"No es que las niñas se 'desmoronaran' con el COVID", aclara Megan Kuhfeld, investigadora de NWEA (Northwest Evaluation Association). "Pero los apoyos específicos para ellas se suspendieron justo cuando más los necesitaban".
Desigualdad persistente: algo más que estilos de aprendizaje
Estudios previos a la pandemia ya mostraban que muchas niñas internalizan creencias limitantes desde muy pequeñas. Raphael Bonhomme, maestro de tercer grado en Washington D.C., comenta que al comenzar el año pide a sus estudiantes que escriban cómo se ven a sí mismos. "Muchos niños ponen cosas como 'soy bueno en matemáticas'. Las niñas, en cambio, a veces escriben 'no soy una persona de números'. ¡Y tienen sólo ocho años!", exclama.
Este tipo de percepciones se refuerzan aún más cuando las niñas no ven modelos femeninos en sus clases, o cuando los varones dominan la dinámica del aula.
Antes del COVID: una década de buenas decisiones
A partir del año 2010, muchos estados y distritos escolares en Estados Unidos comenzaron a implementar estándares curriculares basados en evidencia, que reducían el énfasis en la rapidez, la competencia y la memorización. Se fomentaba el pensamiento conceptual, la resolución de problemas complejos y el trabajo colaborativo.
Además, proliferaron programas extracurriculares dedicados a aumentar la confianza de las niñas en los campos STEM. Iniciativas como Girls Who Code y STEM for Her atrajeron a miles de jóvenes a talleres con enfoque práctico que las conectaban con ejemplos del mundo real. Durante esos años, las cifras comenzaron a equilibrarse.
La pandemia: borrón y cuenta nueva
Cuando las clases pasaron a Zoom, todas estas estrategias diferenciadas desaparecieron. La prisa por continuar enseñando llevó a muchos maestros y escuelas a volver a métodos tradicionales ineficaces. "Siempre que hay una crisis, volvemos a lo que conocemos", dice Kenny Rodrequez, superintendente del distrito escolar Grandview C-4 en Missouri.
Su distrito, que había introducido enseñanza STEM en grados bajos con resultados positivos entre niñas, tuvo que pasar meses reconstruyendo programas y capacitando nuevos docentes tras las pérdidas que trajo la pandemia.
Modelos que resisten y se adaptan: el caso de Irving, Texas
En Irving, el distrito escolar decidió relanzar su compromiso con la educación STEM tras la reapertura física de las aulas. Uno de estos esfuerzos fue el rediseño de la Escuela de Secundaria de Zavala, que ahora opera bajo un modelo de libre elección con enfoque STEM.
En su primer año, lograron matricular una clase de sexto grado compuesta por 50% niñas. La prioridad: captarlas desde temprana edad antes de que pierdan interés. En años superiores, donde el enfoque STEM aún no se había introducido, solo una niña se inscribía en cursos electivos de estas áreas.
Erin O’Connor, especialista en STEM e innovación del distrito, explica que también están utilizando un currículo de ciencias nuevo de Lego Education donde el enfoque es lúdico, práctico y contextual:
- Estudiantes de 5° grado construyen dinosaurios y determinan las características heredadas por sus crías.
- En 2° grado, diseñan máquinas que empujan bloques a contenedores.
- En 6° grado, experimentan con sensores ópticos para descubrir cómo diferentes colores activan una estructura Lego.
Fomentar la resiliencia y la autonomía
Más allá de contenidos, los docentes ponen foco en habilidades blandas (soft-skills) esenciales para un desempeño exitoso: curiosidad, pensamiento crítico, perseverancia y trabajo en equipo.
Tenisha Willis, maestra de primaria, da un ejemplo sobre cómo guió a tres niñas frustradas por una máquina que no funcionaba bien. En lugar de darles la respuesta, las llevó a experimentar hasta encontrar la solución. “A veces ya tenemos la solución dentro. Sólo hay que ajustarla un poco”, les dijo con paciencia.
¿Y ahora qué?
Los expertos coinciden en que las escuelas deben:
- Retomar estrategias pedagógicas con enfoque en equidad de género. Esto incluye actividades prácticas, colaboración y conexión con el mundo real.
- Capacitar a nuevos maestros en educación sensible al género, especialmente en áreas STEM.
- Introducir los programas desde los grados más bajos, cuando las niñas aún están construyendo su identidad académica.
- Visibilidad a modelos femeninos en ciencia y tecnología que inspiren y empoderen.
- Involucrar a las familias para que refuercen la confianza y el interés de sus hijas.
"Cuando la sociedad entra en caos, regresamos a los malos hábitos. Pero ahora tenemos la oportunidad de reconstruir mejor", resume Michelle Stie, vicepresidenta de la National Math and Science Initiative.
La igualdad en STEM no es solo una cuestión académica. Es una cuestión de futuro, equidad y oportunidad. El desafío está sobre la mesa, y no podemos darnos el lujo de perder a otra generación de científicas, ingenieras y creadoras de tecnología.