Una tragedia silenciada en el corazón de Darfur: el deslave de Tarasin y la crisis humanitaria invisible

El desastre natural que arrasó una aldea entera en Sudán deja más de 1,000 muertos y pone al descubierto las profundas heridas de un país sumido en guerra

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En lo alto de las Montañas Marrah, el pasado 31 de agosto, la tierra tembló. No por un terremoto, sino por un deslave que arrasó completamente la aldea de Tarasin, en la región de Darfur Occidental, Sudán. La tragedia, provocada por intensas lluvias, ha dejado un panorama desolador: cientos de cuerpos recuperados, muchos aún atrapados bajo el lodo, y familias desgarradas que lo han perdido todo.

Un desastre anunciado

Tarasin, una aldea situada en las montañas volcánicas Marrah —parte del patrimonio mundial y conocidas por su clima templado y lluvias intensas— fue completamente sepultada tras varios días de precipitaciones torrenciales. El líder del Movimiento de Liberación de Sudán (SLM), Mohamed Abdel-Rahman al-Nair, informó que la cifra de muertos podría llegar a 1,000 personas. Hasta ahora, 375 cuerpos han sido recuperados y sepultados por autoridades locales, encabezadas por Mujib al-Rahman al-Zubair con el escaso apoyo de trabajadores humanitarios.

"Que las víctimas de este devastador incidente reciban misericordia", dijo al-Zubair en un emotivo mensaje en video, mientras decenas de personas rezaban entre los escombros del desastre. Sin equipos sofisticados ni recursos materiales apropiados, los rescatistas trabajan con sus manos y herramientas rudimentarias para intentar salvar a los pocos que puedan haber sobrevivido.

Difícil acceso y apoyo internacional limitado

La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA, por sus siglas en inglés) estimó una cifra similar de víctimas pero reconoció la dificultad de confirmar los datos debido a la inaccesibilidad de la zona, ubicada a más de 900 kilómetros al oeste de Jartum. La organización ha comenzado a movilizar ayuda, aunque los esfuerzos están seriamente limitados por la infraestructura deteriorada y la inseguridad en la región.

Sudán sufre desde abril de 2023 una guerra civil que enfrenta al Ejército sudanés y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), una fuerza paramilitar que anteriormente colaboraba con el régimen. Esta guerra ha provocado más de 40,000 muertes y la expulsión de hasta 12 millones de personas de sus hogares, según cifras de la ONU.

Montañas Marrah: belleza natural y riesgo permanente

Las Montañas Marrah alcanzan más de 3,000 metros de altitud y su geografía volcánica las hace propensas a desastres como deslaves y terremotos menores. Según UNICEF, esta región posee características climáticas únicas dentro de Sudán: menor temperatura y mayores precipitaciones.

En 2018, un deslave de menor escala mató a 19 personas en la misma zona. Sin embargo, el deslave de Tarasin es de una magnitud sin precedentes. La lección no fue aprendida o, peor aún, fue ignorada por las autoridades locales y globales.

El impacto social y psicológico del desastre

Más allá de las cifras, Tarasin fue literalmente borrada del mapa. Familias enteras han desaparecido. Un padre que perdió a sus hijos o una madre que aún excava con sus uñas buscando los restos de los suyos: esos son los rostros humanos de esta tragedia.

Organizaciones como Médicos Sin Fronteras han lanzado alertas por el impacto psicológico de la pérdida masiva. “El trauma colectivo que experimentan los sobrevivientes es tan profundo como el barro que cubre su aldea”, afirmó un portavoz de la organización con sede en Francia.

Una crisis humanitaria dentro de otra

La tragedia de Tarasin no puede analizarse en aislamiento. En medio de una guerra civil, con brotes de cólera, hambruna e infraestructura sanitaria colapsada, este desastre natural pone en riesgo la estabilidad ya frágil de Darfur. La comunidad internacional apenas empieza a reaccionar, y conforme pasan los días, la posibilidad de encontrar supervivientes se desvanece.

El Programa Mundial de Alimentos (WFP) ha advertido que al menos 18 millones de personas en Sudán enfrentan inseguridad alimentaria. A esto se suma la escasez de agua limpia, y los desplazados debido al conflicto ven ahora duplicado su sufrimiento con desastres naturales como el de Tarasin.

¿Dónde está la cobertura mediática?

Una de las preguntas más inquietantes que plantea esta tragedia es: ¿por qué tan poca cobertura mediática? En un mundo hiperconectado, el deslave de Tarasin apenas ha ocupado titulares breves. ¿Son más importantes los altercados políticos, las elecciones o los escándalos en Hollywood? ¿Por qué las vidas de los habitantes de una remota aldea africana tienen tan poco valor mediático?

La falta de atención mediática contribuye a prolongar el sufrimiento y limita el flujo de ayuda internacional. “Si esto hubiera ocurrido en Europa o en Estados Unidos, habría estado en todos los titulares del mundo”, lamentó al-Nair en su comunicado.

El llamado urgente

Organizaciones locales e internacionales han pedido una respuesta urgente. Se necesita comida, carpas, medicamentos, herramientas de rescate y, sobre todo, visibilidad. Parte de la ayuda internacional ya está en camino, pero es insuficiente.

La Cruz Roja, Médicos Sin Fronteras, y el Comité Noruego para los Refugiados trabajan a contrarreloj. Lo que comenzó como una catástrofe puntual, amenaza con convertirse en una catástrofe en cadena si no se actúa a tiempo.

¿Y ahora qué?

Detrás del desastre de Tarasin hay una realidad más profunda: décadas de abandono del oeste sudanés, marginación de comunidades autóctonas y una historia de conflicto étnico y político. Darfur, tristemente célebre por el genocidio iniciado en 2003, sigue siendo una herida abierta.

Si el derrumbe del 31 de agosto puede servir para algo, que sea para recordar al mundo que la vida humana vale igual en todas partes. Que no hay excusa para desentenderse de tragedias “lejanas” cuando los satélites ya las ven desde el cielo y las redes pueden mostrarlas en segundos.

Las víctimas de Tarasin no deben ser enterradas también en el olvido.

Cómo puedes ayudar

  • Donar a organizaciones como Médicos Sin Fronteras, WFP y OCHA, que están operando en Sudán.
  • Compartir esta historia en redes sociales para aumentar la visibilidad.
  • Presionar a gobiernos y organismos internacionales para que dirijan recursos a la región.

La distancia no es excusa. La humanidad comienza por mirar de cerca las tragedias que el mundo quiere ignorar.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press