Anutin Charnvirakul: El político que despenalizó el cannabis y se convirtió en Primer Ministro de Tailandia

De empresario ferroviario a artífice de una revolución verde, la historia del líder tailandés que desafió el statu quo

Un nuevo rostro en el poder

El 27 de junio de 2025, el Parlamento de Tailandia confirmó como nuevo primer ministro a Anutin Charnvirakul, una figura política que ha recorrido un camino singular y pragmático hasta llegar a la cúspide del poder. Su ascenso no solo refleja la compleja dinámica política tailandesa, sino también el poder de forjar alianzas versátiles y asumir apuestas políticas impensadas.

Si bien es ampliamente conocido por haber encabezado la polémica despenalización del cannabis en 2022, Anutin es mucho más que el "político de la marihuana". Su carrera está plagada de alianzas estratégicas, cambios de bando y una gestión controversial durante la pandemia del COVID-19. Pero ¿cómo un ingeniero educado en Nueva York llegó a trazar una política que sacudió no solo a Tailandia, sino a todo el continente asiático?

De las pistas de aterrizaje a las oficinas del poder

Anutin nació en Bangkok en 1966 en el seno de una familia adinerada. Su padre, Chavarat Charnvirakul, fue un poderoso político y empresario de la construcción. Estudió ingeniería en la Hofstra University en Nueva York y al regresar a Tailandia, se integró a la empresa familiar, Sino-Thai Engineering and Construction PCL, de la cual llegó a ser director en 1995. Esta firma sería más tarde contratista en obras emblemáticas como el aeropuerto de Suvarnabhumi.

Un político de brújula variable

Anutin comenzó su carrera política en 1996 como asesor del vicecanciller tailandés. Pronto se embarcó en una alianza con el entonces primer ministro Thaksin Shinawatra, uno de los políticos más divisivos del país. Formó parte de su gobierno hasta el golpe militar de 2006, el cual conllevó la disolución de varios partidos vinculados a Thaksin —incluido el de Anutin— y la imposición de un veto político de cinco años.

Esta pausa obligada le permitió regresar a sus pasiones: pilotar aviones privados y la gastronomía. De hecho, en distintas entrevistas ha destacado su amor por la comida callejera tailandesa tanto como por la haute cuisine internacional: "Disfrutar de la buena comida es uno de los grandes placeres de la vida", ha dicho.

El auge del Partido Bhumjaithai

En 2012, con el fin de su inhabilitación, Anutin tomó el liderazgo del Partido Bhumjaithai, consolidado en la región rural del noreste del país, Isan. Su estructura fue diseñada por el político Newin Chidchob, considerado su mentor. Aunque sin una ideología clara, el partido se convirtió en una herramienta fundamental de negociación dentro de la política tailandesa, siendo definido por analistas como un "corretaje de poder ejemplar".

En las elecciones de 2019, Bhumjaithai logró el quinto lugar, pero entró en la coalición de gobierno bajo el mando del exjefe del ejército Prayuth Chan-o-cha, enemigo político de Thaksin. Anutin desempeñó el cargo de ministro de Salud Pública y viceprimer ministro.

El hombre que despenalizó el cannabis

En 2022, impulsó su hazaña política más resonante: la eliminación del cannabis de la lista de narcóticos prohibidos. Bajo su liderazgo, Tailandia se convirtió en el primer país de Asia en legalizar el uso de cannabis, inicialmente con fines médicos y terapéuticos.

La política fue recibida con entusiasmo en sectores agrícolas del noreste, donde Bhumjaithai prometía que la planta sería el nuevo cultivo estrella. Se abrieron más de 5,000 dispensarios y se distribuyeron un millón de plantas gratuitas entre los ciudadanos. El movimiento también atrajo a una ola de turistas de países vecinos con legislaciones más estrictas, dinamizando sectores como los bienes raíces y la hospitalidad.

Pero no todo fue humo verde...

El caos regulatorio no tardó en llegar. La falta de un marco legal robusto provocó una proliferación de dispensarios no regulados. El acceso de menores, el consumo en espacios públicos y el uso recreativo no autorizado se convirtieron en titulares frecuentes en medios locales.

Las críticas llovieron desde sectores conservadores y de salud pública. En 2023, el gobierno del Pheu Thai Party (heredero político de Thaksin) prometió revertir la legalización, pero evitó acciones drásticas por temor a romper la coalición con Bhumjaithai.

Sin embargo, todo cambió en junio de 2025. Tras un escándalo diplomático en el que la entonces primera ministra Paetongtarn Shinawatra —hija de Thaksin— criticó a un general tailandés en una conversación telefónica filtrada por el presidente del Senado de Camboya, surgieron tensiones fronterizas, una guerra de cinco días y un terremoto político.

Anutin, olfateando oportunidad, rompió su alianza, abandonó el gabinete y dejó al gobierno con apenas una mayoría parlamentaria. A los pocos días, el Tribunal Constitucional suspendió y posteriormente cesó a Paetongtarn por conductas "poco éticas". El camino quedó despejado para que Anutin se aferrara al poder —una jugada maestra que lo catapultó a ser primer ministro.

Nuevo primer ministro, ¿nueva marihuana?

Ya como jefe del Ejecutivo, Anutin se enfrenta al desafío de regular eficazmente el uso del cannabis. En junio de este año, bajo presión social e internacional, su gobierno impuso nuevas restricciones: ahora se requiere receta médica para comercializar las flores de marihuana, y solo se permiten compras para cinco condiciones específicas: insomnio, dolor crónico, migraña, Parkinson y falta de apetito.

Además, quienes violen la normativa enfrentan hasta un año de cárcel y multas de 20,000 baht (unos $614 USD). Los defensores acusan al gobierno de inconsistencia y de sabotear la industria naciente por intereses políticos personales. Mientras tanto, miles de emprendedores tailandeses ven cómo se endurecen las condiciones para operar en un mercado que hace apenas un par de años parecía una oportunidad de oro.

Un legado aún incierto

Aunque Tailandia se ha posicionado como pionera en Asia en términos de legalización, el futuro de su industria de cannabis pende de un hilo regulatorio, social y político. Anutin sigue defendiendo su postura: "No es una droga recreativa. Es una medicina. Es una oportunidad económica para nuestras comunidades rurales", insiste.

Mientras tanto, su figura política sigue polarizando. Para algunos, es un estratega brillante que ha sabido jugar sus cartas; para otros, un populista oportunista que ha navegado entre bandos contrarios para escalar posiciones.

En un país tan dividido y complejo como Tailandia, Anutin Charnvirakul representa una nueva clase de líder: pragmático, adaptable y sin miedo de sacudir estructuras, incluso si eso implica legalizar lo impensable.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press