Kim Jong Un y su gran performance en China: ¿el renacimiento diplomático de un líder aislado?

El líder norcoreano luce seguro y estratégico en Beijing, consolidando alianzas con Putin y Xi mientras desafía el aislamiento occidental.

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La transformación de Kim: de paria global a actor estratégico

Durante años, Kim Jong Un ha sido percibido como un “hombre fuerte” de Asia del Este, una figura aislada al frente de un régimen hermético e impredecible. Sin embargo, esta semana en Beijing, el líder norcoreano demostró algo muy diferente: confianza, estrategia y control del escenario diplomático en uno de los eventos internacionales más visibles de su carrera. Acompañado de su hija y rodeado de gigantes geopolíticos como Vladimir Putin y Xi Jinping, Kim ocupó un lugar central junto a los líderes de Eurasia en un desfile militar marcando el 80 aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial.

¿Estamos ante el nacimiento de un nuevo estilo de liderazgo norcoreano —más diplomático e integrador, aunque aún autoritario— o es simplemente una ilusión construida cuidadosamente para reforzar su imagen internacional?

La evolución de un líder improbable

Cuando Kim heredó el poder tras la muerte de su padre Kim Jong Il en 2011, muchos expertos pronosticaban que no podría sostener el poder. Tenía apenas 27 años y era visto como inexperto y vulnerable. Sus primeros años en el poder estuvieron marcados por purgas sangrientas, incluidos familiares cercanos, y una intensificación del desarrollo nuclear del país, lo que provocó sanciones devastadoras.

Pero en 2018, el mundo se sorprendió cuando Kim se reunió con el entonces presidente estadounidense Donald Trump en una cumbre histórica en Singapur. Más allá de los resultados concretos, la oportunidad le permitió a Kim posicionarse como un líder relevante para la diplomacia internacional.

“Está claro que esas cumbres con Trump lo catapultaron de paria a interlocutor visible”, señala Jeff Kingston, académico especializado en Asia del Temple University Japan. “Trump le regaló la legitimidad que Kim tanto anhelaba.”

Beijing: un escenario simbólico

La invitación a asistir al desfile militar en la plaza de Tiananmén no fue casual. Xi Jinping y Vladimir Putin buscaron mostrar unidad en un contexto de crecientes tensiones con Occidente. Kim, al caminar hombro a hombro con ambos líderes durante el evento y posicionarse en la plataforma central, envió un mensaje claro: Corea del Norte sigue viva en el ajedrez global, más segura de sí misma que nunca.

Lo notable del evento fue no solo la bienvenida coreografiada de Xi y Putin, sino también la presencia de la joven hija de Kim, considerada por algunos como su posible heredera. Mostrar a su hija en escenarios internacionales es un movimiento calculado que recuerda a gestos similares de dinastías como los Kim, pero adaptado al siglo XXI.

El legado del tren blindado vs. la nueva estrategia diplomática

El icónico tren blindado verde utilizado por Kim para sus viajes es una constante de la dinastía norcoreana. Su padre, Kim Jong Il, prácticamente no salía del país, y cuando lo hacía era únicamente en este tren. De hecho, estaba dentro de él cuando murió en 2011.

Pero Kim Jong Un ha roto ese molde. Ha realizado viajes a Rusia, Vietnam y ahora aparece en eventos multilaterales. Su manejo en eventos con múltiples jefes de Estado también muestra que ha superado la doctrina propagandística que presentaba a sus predecesores como “líderes únicos e incomparables”, incompatibles con multitudes de líderes del mundo.

Relación con Rusia: una alianza en mutación

En los últimos años, la conexión entre Moscú y Pyongyang se ha intensificado. Kim ha ofrecido ayuda militar a Rusia en su conflicto contra Ucrania, en forma de armamento e incluso tropas norcoreanas, a cambio de respaldo económico, energético y posiblemente apoyo tecnológico para su programa misilístico.

Esto marca un cambio radical respecto a las décadas anteriores, cuando Corea del Norte dependía casi exclusivamente de China como aliado y mediador. Hoy, Kim mantiene un equilibrio hábil entre Pekín y Moscú.

"Kim ahora parece un realista experimentado y un sobreviviente político", afirma Leif-Eric Easley, profesor de estudios internacionales en la Universidad de Mujeres Ewha, en Seúl. "A la par del autoritarismo tradicional y los misiles nucleares, ha sumado la diplomacia calculada a su caja de herramientas".

Occidente ausente, pero preocupado

Para muchos analistas occidentales, lo más preocupante de este tipo de apariciones diplomáticas de Kim no es su contenido sino su simbolismo. En eventos como el de Beijing, ni EE. UU. ni las potencias europeas tienen presencia, lo que refuerza bloques paralelos al orden liberal occidental.

Desde Washington hasta Tokio, la ausencia en estos escenarios también agravará las dificultades para presionar a Pyongyang en temas fundamentales como los derechos humanos o el desarme nuclear. El propio Kim ha multiplicado las pruebas de armas —más que su padre y abuelo juntos— convencido de que el arsenal atómico garantiza su supervivencia.

En palabras de Koh Yu-hwan, ex presidente del Instituto Coreano de Unificación Nacional: “Kim ahora pisa el escenario internacional con la confianza de una potencia estratégica. Y ha sido tratado como tal”.

¿Y ahora qué? Las posibilidades futuras de negociación

El mayor interrogante, tras su performance en Beijing, es si este impulso diplomático servirá a Kim para reabrir esquemas de diálogo con EE. UU. o si seguirá aferrado a las alianzas con Rusia y China como pivotes de su estrategia exterior.

A pesar de las señales de interés de Donald Trump en reanudar pláticas, Corea del Norte ha rechazado toda posibilidad a menos que las sanciones se levanten previamente, lo cual para Washington es inaceptable.

Sin embargo, en geopolítica los símbolos pesan. Y el símbolo que dejó Kim en este viaje es claro: se ve a sí mismo como un líder reconocido internacionalmente, negociador estratégico y actor que ya no solo reacciona, sino que propone.

El factor sucesorio: ¿La hija de Kim en la mira?

La presencia constante de su hija en actos públicos marca un cambio relevante. Durante su visita a Beijing y en meses anteriores, hubo múltiples apariciones cuidadosamente organizadas en eventos agrícolas, militares y diplomáticos con su hija.

Esto podría ser un indicio de que Kim está allanando el camino para la tercera generación de la dinastía en el poder, algo inédito incluso dentro del hermético régimen norcoreano. De ser así, estaríamos ante una figura política más moderna dentro del molde tradicional y autoritario de Pyongyang.

El ajedrez asiático y el rol de Corea del Norte

Asia vive un periodo de redefiniciones. Las relaciones entre China y Estados Unidos están marcadas por confrontación estratégica. Rusia, enfrentada a Occidente por Ucrania, busca nuevas bases de apoyo en Asia. Y en ese contexto, Kim juega sus cartas con frialdad calculada.

Así, su presencia en el centro del desfile de Tiananmén, entre Putin y Xi, no fue simplemente ceremonial. Fue la foto de un nuevo orden asiático en gestación, liderado por potencias autoritarias con agendas comunes. Corea del Norte, a pesar de su tamaño y aislamiento, busca ocupar un lugar destacado en esa arquitectura multipolar.

¿Cuánto durará esta nueva era de protagonismo diplomático de Kim? ¿Será útil para mejorar las condiciones en un país profundamente empobrecido por las sanciones y cerrado al mundo? Eso aún está por verse. Pero si algo ha demostrado hasta ahora, es su notable capacidad de supervivencia política y mediática.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press