Las elecciones de Virginia y Nueva Jersey: el laboratorio político que anticipa el pulso de EE.UU. en 2026

Demócratas moderados, republicanos leales a Trump y una ciudadanía cada vez más desencantada: ¿hacia dónde se inclina la balanza política estadounidense?

Las elecciones estatales de este otoño en Virginia y Nueva Jersey representan mucho más que una disputa local: son campos de prueba para las estrategias que los partidos mayoritarios, Demócrata y Republicano, afinarán con vistas a las elecciones legislativas de 2026.

Un choque de estrategias políticas

En medio de crecientes tensiones y polarización política en Estados Unidos, los candidatos a gobernador de Virginia y Nueva Jersey están dibujando claramente las líneas de batalla ideológica interna dentro de sus partidos. Por un lado, los demócratas buscan distanciarse de su ala progresista más polarizante para atraer a votantes independientes y de centro. Por el otro, los republicanos abrazan abiertamente el legado de Donald Trump, sin importar sus índices de aprobación negativos.

Demócratas y el giro hacia el centro

Las candidatas demócratas, Abigail Spanberger en Virginia y Mikie Sherrill en Nueva Jersey, se presentan con narrativas centradas en el día a día de los ciudadanos: la inflación, el estancamiento del empleo y el costo de la vida. Esto refleja una lección crucial que dejó la contienda de 2024: el electorado castigó el énfasis excesivo en políticas sociales consideradas “woke”.

Proteger a todas las personas es una prioridad para mí”, declaró Spanberger cuando se le preguntó si apoyar a infantes transgénero era parte de su plataforma. Evitó una respuesta directa, subrayando su intención de enfocarse en la economía. Un mensaje claro para los votantes moderados: ella no es una radical.

El dilema republicano: Trump, ¿bendición o carga?

Mientras tanto, sus rivales republicanos, como Jack Ciattarelli en Nueva Jersey y Winsome Earle-Sears en Virginia, caminan una delgada línea: apoyan abiertamente a Trump y su agenda, pero esquivan preguntas directas sobre si desean que el expresidente aparezca en actos de campaña.

Ciattarelli es una figura interesante: excrítico de Trump en 2020, hoy busca su respaldo con entusiasmo. Ha respaldado su proyecto de presupuesto y evita marcar diferencias con él. Incluso ha estado en contacto con la Casa Blanca, preparando una posible colaboración en campaña. “Lo que realmente aprecio es que el equipo me dijera: ‘Haremos lo que creas que puede ayudar’”, afirmó a la prensa.

Earle-Sears, exmarine de origen jamaicano, ha adoptado una postura similar. Su campaña no oculta la admiración por Trump, especialmente en áreas como seguridad pública. “Cuando Trump pone a América primero, los virginianos ganan”, declaró enfáticamente uno de sus portavoces.

Realidades electorales: el papel de Trump en estados democráticos

Los números no favorecen al expresidente en estos estados clave. Según una encuesta AP-NORC de agosto, solo el 45% de los adultos en EE.UU. apoyan su gestión, y la cifra baja al 37% entre los votantes de Nueva Jersey según Fairleigh Dickinson University. A pesar de esto, el sector MAGA continúa siendo una fuerza poderosa dentro del Partido Republicano, lo cual empuja a sus candidatos a no desmarcarse del todo del expresidente.

Polarización cultural como táctica

El Partido Republicano ha apostado por un discurso que busca explotar las fisuras culturales dentro del electorado. Un ejemplo claro es el anuncio de ataque lanzado por Earle-Sears contra Spanberger, sugiriendo que esta “está con el 'they/them', no con nosotros”, aludiendo a pronombres neutrales de género. Este tipo de mensajes repercuten en un sector conservador que percibe estos asuntos como ajenos a sus prioridades económicas y sociales.

Los demócratas, por su parte, han adoptado una estrategia más defensiva. Spanberger respondió con un anuncio en que enfatiza su trayectoria como madre y exagente de la ley. Sin embargo, evita entrar de lleno en el debate cultural, lo que sugiere una elección calculada para evitar alienar al votante centrista.

Un campo de batalla simbólico: Garfield y el bipartidismo en crisis

Durante un mitin en Garfield, Nueva Jersey, el candidato republicano Ciattarelli apareció junto al alcalde demócrata Everett Garnto, quien anunció que abandonaba su partido para apoyar a los republicanos. Esta escena recuerda la estrategia de Trump en 2016 y 2020: resaltar los votos cruzados como prueba de una “nueva mayoría silenciosa”.

Sam Serritella, asistente al evento y votante declarado de Trump, lo resumió así: “Nueva Jersey siempre ha sido demócrata, pero eso está cambiando”. No se trata de una mayoría, pero sí de una grieta real en el tradicional bastión azul.

Lecciones para 2026

El Comité Nacional Demócrata lo tiene claro: en 2026, la prueba no será solo de su programa ideológico, sino del tratamiento que los votantes den al desempeño de los republicanos en el poder. “No se trata tanto de cómo la gente ve a los demócratas, sino de cómo perciben a Trump y los republicanos”, explicó Ken Martin, presidente del DNC.

A pesar del relativo éxito de Spanberger y Sherrill al mantenerse alejadas de figuras como Zohran Mamdani, candidato socialista de Nueva York, los republicanos no cesan en intentar asociarlas con la agenda más progresista del partido. Para contrarrestar esto, las demócratas han optado por no comentar sobre las elecciones municipales de Nueva York y concentrarse en políticas estatales tangibles como, por ejemplo, la congelación de tarifas en servicios públicos.

Pero, ¿y los votantes jóvenes?

Una de las grandes preguntas es cómo se comportará el electorado más joven, históricamente más afín a las causas progresistas como el cambio climático, la justicia racial y los derechos LGBTQ+. Si bien algunos podrían sentirse defraudados por el giro hacia el centro, líderes como Ezra Levin, cofundador de Indivisible, defienden el pragmatismo:

“A diferencia de algunos en la dirección demócrata, nosotros respaldamos a quien gana las primarias y trabajamos porque derroten a los autoritarios del otro partido. Una vez elegidos, los supervisamos y, si es necesario, los enfrentamos en las próximas primarias.”

Una batalla silenciosa pero crucial

Las contiendas en Virginia y Nueva Jersey pueden parecer locales, pero sus implicaciones nacionales son profundas. Sirven como termómetro de las coaliciones que los partidos están fraguando (o desintegrando). También evidencian los desafíos de complacer a una base ideológica amplia sin alienar al centro. El resultado, independientemente del vencedor, perfilará las reglas del juego para 2026.

Así, mientras los demócratas intentan evitar la radicalización que podría costarles votos y los republicanos siguen aferrados a la figura de Trump, Estados Unidos se prepara para un próximo ciclo electoral que, al igual que este otoño de 2025, promete estar lleno de giros dramáticos, lealtades cambiantes y un electorado que ya no se deja encasillar tan fácilmente.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press