Los compositores toman el centro del escenario: El alma invisible de la música brilla por fin

De escribir para Beyoncé a lanzarse al estrellato: los compositores detrás de los grandes éxitos finalmente reciben su merecido

Durante muchísimo tiempo, fueron los héroes anónimos detrás de cada coro pegajoso, cada balada inolvidable y cada éxito número uno. Pero algo está cambiando en la industria musical. Los compositores, tradicionalmente relegados a las notas al pie del reconocimiento —y del cheque— están empezando a ganar visibilidad, reconocimiento e incluso premios con nombre propio.

De las sombras al centro del escenario

En un mundo musical dominado por las figuras de los intérpretes, los compositores empezaron a romper las barreras del anonimato. Figuras como Julia Michaels, inicialmente conocida por escribir temas como "Sorry" de Justin Bieber o "Lose You to Love Me" de Selena Gomez, lograron éxitos propios como su tema "Issues", consolidándose como artistas de pleno derecho.

Otros como Victoria Monét, quien comenzó escribiendo canciones para Ariana Grande, han ganado el codiciado Grammy. Y nombres como Muni Long o HARDY han trascendido géneros, combinando la autoría con carreras exitosas propias.

¿Por qué ahora? ¿Qué ha impulsado esta transición? Parte de la explicación radica en la cultura digital y las redes sociales. Amy Allen, célebre por su trabajo con Sabrina Carpenter, lo comentó: “Estoy muy agradecida de que el público haya comenzado a tener interés en quién está detrás de las canciones que los emocionan. TikTok y otras plataformas están alimentando esa curiosidad”.

El misterio detrás del hit: de detectives musicales a fandoms informados

El fenómeno actual tiene un componente esencial: el fan moderno. PYNK BEARD —nombre artístico de Sebastian Kole, compositor de R&B y ahora solista de country— define esta tendencia como “una conducta de crate-digging reservada para superfans”. Es decir, audiencias que investigan créditos, descubren nombres y siguen trayectorias.

Julia Michaels lo resumió con ironía: “A veces siento que los compositores somos como el agua de lavar platos de la industria musical. Nos toca el extremo corto del palo”. Y, sin embargo, gracias al reconocimiento de artistas que agradecen públicamente a sus coautores y al nuevo interés del público, esos días están quedando atrás.

La creación de una nueva categoría en los Grammys: ¿justicia histórica?

En 2023, los Premios Grammy dieron un paso monumental al introducir la categoría de “Compositor del Año”, dedicada a quienes escriben para otros. En un sector habitualmente dominado por la imagen del intérprete, fue un guiño poderoso a los verdaderos arquitectos sonoros.

Ese año, Tobias Jesso Jr. se llevó el galardón por su trabajo con artistas como Adele, Harry Styles y FKA Twigs. En 2024, lo obtuvo Theron Thomas, y en 2025, Amy Allen fue la elegida. Es un avance significativo hacia el reconocimiento del impacto directo de los compositores en la cultura popular.

Complicidad artística: cuando el intérprete reconoce al autor

Las colaboraciones creativas han cambiado de tango desequilibrado a duetos conscientes. Los artistas ya no sólo interpretan canciones, desean mostrar quién las escribió. Eso genera una conexión más profunda con el proceso creativo y humaniza la experiencia musical.

La dupla entre Julia Michaels y artistas como Selena Gomez no sólo ha dado grandes éxitos, sino también momentos de reconocimiento público. Y eso ha motivado a muchos compositores a replantearse: ¿Por qué no lanzar mi propia música?

Del bolígrafo al micrófono: el compositor como artista pop

Una de las grandes transformaciones es ver cómo compositores publican música bajo sus propios nombres. Lo que antes parecía reservado para boutique labels o propuestas alternativas, hoy es parte del mainstream.

Kole, que ha escrito música para Alessia Cara, John Legend y Alicia Keys, ahora hace country con su sello propio. Lo define así: “Escribir para otros es mimetizarse, absorber y moldear. Escribir para mí es redescubrir quién soy.”

La tendencia habla de autonomía creativa. Y para muchos, tiene también una razón económica.

Riesgo, mérito y cuenta bancaria: la dura realidad económica del compositor

El glamur de los créditos musicales no siempre se traduce en ingresos proporcionales. En el primer episodio del reality show de Netflix “Hitmakers”, el compositor Trey Campbell, nominado al Grammy, reconoce que aún conduce para Uber para solventar gastos.

¿Por qué? Porque el ingreso principal en la industria musical proviene de los derechos del máster, es decir, la grabación final, usualmente en poder de la discográfica. Los compositores sólo reciben regalías editoriales (publishing), una porción significativamente menor.

PYNK BEARD lo dice claro: “Si eres compositor pero no intérprete, se reduce tu participación económica. Pero si cantas y escribes, puedes acceder a los derechos del máster. ¡Todo cambia!”

De ahí que muchos estén dando el salto: hacer su propia música significa ser dueño de su narrativa y también de su viabilidad financiera.

Televisión y visibilidad: del estudio al streaming

“Hitmakers”, la serie de Netflix, es un termómetro claro. El programa sigue a un grupo de compositores mientras participan en songwriting camps para artistas como John Legend, Blackpink’s Lisa o Usher. El espectador ve el proceso en tiempo real y puede identificar al artista con su equipo creativo.

Este tipo de contenidos da visibilidad a los compositores, los humaniza y desarrolla nuevas comunidades de admiradores centradas en procesos, no solo en resultados.

Latinoamérica también compone

No podemos hablar de esta revolución sin mencionar Édgar Barrera. El mexicano ha sido el cerebro detrás de los éxitos de Maluma, Carlos Vives, Grupo Frontera y Karol G, y se ha consolidado como el nuevo rey Midas de la composición latina.

Ganador de múltiples Latin Grammy y protagonista de las listas de Billboard, Barrera demuestra que el fenómeno no es exclusivamente anglosajón. En los mercados emergentes, la autoría también es poder, especialmente en el regional mexicano y el reguetón.

El futuro: nuevos modelos, nuevos ídolos

El papel del compositor seguirá transformándose. Con más plataformas, más visibilidad y un público más curioso, es muy probable que los compositores sean las próximas estrellas globales.

Hay una especie de “justicia poética” que rodea este cambio. Después de décadas en segundo plano, los creadores de los versos que lloramos, bailamos o dedicamos al amor, están encontrando su lugar en el centro del escenario.

“Cuando niegas la equidad, haces tu propio mundo más pequeño”, dijo Venus Williams, otra mujer que ha cambiado su industria desde adentro. Esa frase aplica también para la música: el mundo del pop es más grande, más profundo y más real cuando reconocemos a quienes lo escriben.

El tiempo de los fantasmas terminó. Hoy, los compositores están firmando con nombre, apellido... y micrófono.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press