Anutin Charnvirakul, el nuevo primer ministro de Tailandia: poder, cannabis y promesas de cambio

Tras una crisis política marcada por escándalos éticos y disputas fronterizas, el veterano político Anutin asume el liderazgo de Tailandia entre alianzas inestables y promesas de una nueva constitución.

El ascenso de Anutin Charnvirakul

El panorama político tailandés ha sido, en los últimos años, una turbulencia constante de escándalos, conflictos de poder y profundos desencuentros institucionales. El nombre que ahora resuena en los pasillos del poder en Bangkok es Anutin Charnvirakul, un político veterano de 58 años conocido por su exitoso impulso a la despenalización del cannabis y su papel protagónico durante la pandemia de COVID-19 como ministro de Salud.

El pasado domingo, Anutin fue oficialmente nombrado primer ministro de Tailandia tras recibir el respaldo real, apenas dos días después de ser elegido por el Parlamento. Su designación ocurre luego de que la Corte Constitucional destituyera a Paetongtarn Shinawatra, líder del partido Pheu Thai, por violaciones éticas en una llamada comprometedora con el presidente del Senado camboyano antes de un deadly conflicto fronterizo entre ambos países.

Un gobierno prometido bajo sombras

La ceremonia de toma de posesión tuvo lugar en la sede del Partido Bhumjaithai en Bangkok, donde Anutin se comprometió solemnemente a actuar “con honestidad y virtud”. Aunque vistió el uniforme blanco ceremonial reservado para las grandes ocasiones de Estado, su juramentación no disimula el complejo entorno político que hereda.

Tras abandonar la coalición liderada por Paetongtarn luego de la filtración del controvertido audio, Anutin formó una nueva mayoría con apoyo del Partido del Pueblo (antiguamente conocido como Move Forward). Sin embargo, esta colaboración vino acompañada de promesas delicadas: convocar elecciones anticipadas en menos de cuatro meses y someter una nueva constitución a referéndum.

Tres primeros ministros en dos años: un país en crisis institucional

Desde las elecciones generales de 2023, Tailandia ha visto desfilar a tres primeros ministros. El Partido del Pueblo fue quien obtuvo más votos en esas elecciones, pero fue bloqueado por los senadores designados por la junta militar, reacios a su agenda progresista y sus propuestas de reforma a la monarquía. En su lugar fue elegido Srettha Thavisin, ejecutivo inmobiliario del partido Pheu Thai, quien fue destituido un año después también por faltas éticas.

Paetongtarn Shinawatra, hija del ex primer ministro Thaksin Shinawatra, fue su reemplazo, pero duró poco en el poder tras el debilitamiento de su coalición por la salida del partido Bhumjaithai. Esto abrió el paso a Anutin, quien fue respaldado circunstancialmente por la oposición con la confianza puesta en conseguir una reforma democrática.

Crisis fronteriza y diplomacia fallida

El detonante definitivo fue una llamada de Paetongtarn con el presidente del Senado camboyano, Hun Sen, que fue filtrada durante un momento tenso en la frontera. Ese contacto, revelado antes de un enfrentamiento de cinco días que dejó varias víctimas, provocó indignación nacional al considerarse un acto de traición o al menos negligencia diplomática.

La Corte Constitucional no tardó en reaccionar y su fallo marcó el final del gobierno de Pheu Thai, sentando un precedente sobre los límites del poder en el contexto regional. Es en este vacío institucional que emerge Anutin con promesas todavía por cumplirse.

¿Quién es Anutin y por qué importa?

Más allá de su papel actual, Anutin es recordado por liderar la histórica despenalización del cannabis en Tailandia, vigente desde 2022. Aunque inicialmente celebrada como una movida progresista, su implementación caótica fue criticada por sectores conservadores, motivando una posterior regulación del uso de cannabis exclusivamente para fines médicos.

Como ministro de Salud durante la pandemia, también fue acusado de lentitud en el aseguramiento de vacunas en un momento crítico, lo que enturbió su reputación internacional. Aun así, este pragmatismo en temas polémicos lo posiciona como un hábil negociador y estratega más que como un ideólogo de línea única.

Una democracia atrapada entre militares, reyes y reformas

Desde el golpe militar de 2014, Tailandia navega una democracia frágil. La actual constitución, redactada bajo gobierno militar, limita profundamente las capacidades del Parlamento e impone restricciones a partidos progresistas y movimientos juveniles que buscan mayor apertura y reformas a la monarquía.

La promesa de Anutin de convocar una Asamblea Constituyente sería un paso crucial para desmontar el legado autoritario y abrir paso a una democracia más participativa. Pero incluso eso podría venirse abajo si no logra consolidar una coalición estable en los próximos meses.

Una coalición frágil y un país dividido

El Partido del Pueblo ha anunciado que se mantendrá en la oposición pese a apoyar la elección de Anutin, lo que indica un gobierno minoritario. Esto significa que la gobernabilidad será el reto inmediato. Con la política tailandesa acechada por movimientos estudiantiles, intervenciones de la monarquía, y cicatrices constantes de la represión militar, Anutin deberá caminar sobre una cuerda floja.

Además, grandes sectores de la población demandan justicia social, mejor salud pública, oportunidades económicas y mayores libertades civiles. Y aunque su discurso es conciliador, no está claro si logrará mediar entre estas fuerzas.

¿Una esperanza para Tailandia?

Anutin promete cambiar la historia reciente de gobiernos fugaces y cuestionados. Pero para lograrlo tendrá que hacer valer su habilidad negociadora y su historial de pragmatismo. Su gran desafío será doble: proveer estabilidad política mientras lidera reformas estructurales que han sido postergadas por demasiado tiempo.

En sus primeras palabras como primer ministro afirmó que “pondrá todo su empeño en servir con honestidad y virtud”. Palabras inspiradoras, pero que llegan en un contexto de desconfianza ciudadana, institucionalidad debilitada y presiones regionales crecientes.

En Tailandia, un país con un historial de 13 golpes de Estado exitosos desde 1932, la política nunca es predecible. Pero la llegada de Anutin al poder podría marcar el inicio de un ciclo nuevo. O repetir la historia de una democracia incompleta.

“Tenemos una oportunidad de construir algo nuevo si no dejamos que los intereses del pasado dominen nuestro futuro.” — declaró uno de los líderes juveniles durante una protesta universitaria reciente en Bangkok. Ese clamor por cambio sigue resonando. Y ahora es Anutin quien carga con el peso de esa esperanza.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press