‘Hedda’: una reinvención audaz del clásico de Ibsen desde la mirada feroz de Nia DaCosta
Con Tessa Thompson al frente, la adaptación de 'Hedda' transforma la tragedia femenina en una reflexión moderna sobre libertad, identidad y el poder de elegir
Un nuevo rostro para una tragedia eterna
Henrik Ibsen escribió Hedda Gabler en 1890 como un estudio cruel e íntimo sobre la opresión femenina en una sociedad férreamente patriarcal. Más de 130 años después, la directora y guionista Nia DaCosta reimagina esta tragedia bajo una lente moderna con una audacia que eleva el texto original a nuevas dimensiones, sin perder su tono sombrío ni la complejidad emocional de su protagonista. Su más reciente película, ‘Hedda’, protagonizada por Tessa Thompson, tuvo su estreno en el Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF) como una de las producciones más esperadas del certamen.
¿Por qué ‘Hedda’ aún resuena en el siglo XXI?
La historia de Hedda Gabler sigue siendo profundamente relevante: una mujer atrapada en las expectativas sociales, reprimida por su género, su clase y su sexualidad. Pero lo que DaCosta logra es darle voz a la rabia de generaciones de mujeres que han enfrentado dilemas similares, llevando el relato a un nuevo nivel de introspección estilizada.
"Amo a Hedda, pero es imperdonable e indefendible," dijo DaCosta en entrevista previa al estreno. "Pero es válida." Esa dualidad entre empatía y desaprobación es lo que convierte a 'Hedda' en una narración fascinante: nadie en la película es del todo inocente, pero todos están marcados por estructuras sociales difíciles de romper.
De Noruega del siglo XIX al Reino Unido de los años 50
Adaptada desde la Noruega decimonónica al Inglaterra de la década del 50, 'Hedda' mantiene un aire de época pero introduce elementos radicalmente nuevos en su guion. Por ejemplo, Hedda ahora es una mujer negra, queer y profundamente compleja. Su matrimonio con George (interpretado por Tom Bateman) es una unión por conveniencia, y el peso de sus decisiones pronto desata una noche cargada de tensión emocional y sexual.
La llegada de su ex amante, ahora renombrada y reformulada como Eileen Lovborg (interpretada por Nina Hoss), introduce un triángulo emocional que sustituye la tensión heterosexual del original por una historia de deseo reprimido entre mujeres. Junto a ellas aparece Thea Clifton (Imogen Poots), la nueva pareja de Eileen, aportando una tercera perspectiva sobre feminidad, autonomía y deseo.
Tres rostros de la agencia femenina
DaCosta dice que quiso construir una narrativa que centrara tres mujeres, no una sola: “Todos intentan justificar por qué Hedda es como es. Pero observen a esta otra mujer, Eileen, que también ha sido adoctrinada en cómo debe vivir su vida. Hedda la odia porque ella puede hacer algo que Hedda nunca pudo.”
La película, por tanto, no presenta a Hedda como una víctima pasiva sino como una figura activa en su propia autodestrucción. El guion no pide compasión; exige comprensión. Y en ese espacio entre compasión y juicio, el público encuentra el verdadero dramatismo de la cinta.
Tessa Thompson y su papel más desafiante
Conocida por su trabajo en Creed, Passing y Little Woods, Tessa Thompson brilla en 'Hedda'. "Lo que Ibsen hizo magistralmente fue dibujar el retrato de una mujer atrapada entre una vida que en parte eligió y otra que le fue impuesta,” dijo Thompson en una entrevista durante el TIFF.
“En nuestra adaptación, hay matices de eso,” añadió. “Pero Nia ha ampliado la historia, especialmente al convertir a Lovborg en una mujer, para explorar tres caminos diferentes hacia la agencia femenina.”
Desde la sofisticación emocional hasta la contundente violencia pasiva, Thompson entrega una interpretación que es una clase magistral en matices de actuación.
Una visión liberadora y política
Esta nueva Hedda no solo es una adaptación, es una manifestación de poder cinematográfico e ideológico. DaCosta, quien previamente dirigió Candyman (2021) y The Marvels, comenzó a trabajar en el guion en 2018, aunque esperó años antes de producirla. "Escribí ‘Hedda’ y la guardé en un cajón. Hice ‘Candyman’, luego ‘Marvels’. Ese proyecto debía durar 22 meses. Duró tres años y medio.”
Ella vio en Hedda una oportunidad para reflexionar sobre su carrera, su identidad y sus ambiciones: “Pienso mucho en lo que significa la libertad. No solo como artista, sino como persona negra en Estados Unidos. ¿Cómo se vive libre? Para mí, eso implica llegar a un punto donde pueda hacer lo que quiero sin muchas interferencias.”
La estética como discurso
La ambientación de los años 50 permite a DaCosta explorar visualmente las tensiones de clase y género. El vestuario, la música y el diseño de producción funcionan como expresiones externas de control y rebelión. Las reuniones sociales son coreografiadas como combates intelectuales disfrazados de cortesía, y los martinis se convierten en catalizadores de confesiones salvajes y decisiones letales.
En un giro magistral, incluso los silencios pesan. Cada mirada dirigida entre Hedda y Eileen es una conversación silenciada por décadas de represión.
Una cinta esperada y necesaria
Amazon MGM Studios estrenará la película en cines el 22 de octubre, y una semana después llegará a Prime Video. La expectación es alta, no solo por el elenco y el drama, sino porque promete ser una de las adaptaciones más audaces de los clásicos teatrales en décadas.
‘Hedda’ no exige que estés de acuerdo con su protagonista. No está diseñada para complacer. Está concebida para provocar, cuestionar, resistir. Y como toda gran obra, transforma tanto como entretiene.
La vigencia de Ibsen a través del cine
El legado de Hedda Gabler persiste, y DaCosta demuestra cómo una narrativa puede ser reinvención radical sin traicionar su núcleo temático. En tiempos en que las mujeres siguen enfrentando estructuras de poder opresivas, ‘Hedda’ invita a preguntarse: ¿Qué significa vivir con libertad en un mundo que no perdona a las mujeres que actúan por sí mismas?
“Hedda es una bomba que estalla sin necesidad de enemigo,” dice uno de los personajes. Pero en la visión de DaCosta, esa bomba revela mucho más: habla del peso insoportable de las máscaras, de las exigencias impuestas a la mujer y del precio de vivir sin amor, sin propósito, sin posibilidad de redención.