Caos en el US Open 2025: Alcaraz y Sinner debutan ante un público frustrado

Retrasos, medidas extremas de seguridad por la presencia de Donald Trump y una multitud impaciente marcaron la esperada final masculina en el Arthur Ashe Stadium

FLUSHING MEADOWS, NUEVA YORK – Lo que debía ser una jornada épica para el tenis internacional terminó convirtiéndose en una escena caótica y tensa para miles de aficionados presentes en el Arthur Ashe Stadium, sede del Abierto de Estados Unidos de tenis. Ante la esperada final entre dos de las mayores figuras del momento, Carlos Alcaraz y Jannik Sinner, los fanáticos se encontraron con demoras considerables para acceder al estadio, originadas por los protocolos de seguridad extremos tras la confirmación de que el expresidente Donald Trump asistiría al evento desde una suite privada.

Un comienzo que nadie esperaba

Lo que inicialmente estaba programado para comenzar a las 14:00 horas (hora del Este), apenas pudo iniciar media hora después, causando gran molestia entre los asistentes. Mientras algunos aún esperaban en interminables filas fuera del estadio, en el interior del recinto ya se jugaban los primeros puntos.

Desde la explanada del Billie Jean King National Tennis Center podían escucharse los cánticos: “¡Let us in! ¡Let us in!”. Fanáticos indignados expresaban su frustración e incomodidad ante la falta de información y coordinación logística por parte de los organizadores. A pesar de que en la pantalla gigante sobre la entrada del Arthur Ashe Stadium se anunció que el partido se retrasaría hasta las 14:30 "por medidas de seguridad", para muchos, esa fue la única notificación oficial que recibieron.

“En un avión, cuando hay retrasos, tú recibes notificaciones”, comentó Diana Díaz, aficionada que viajó desde Florida con su prometido Derrick Cutler. “Aquí, llegamos como siempre, pasamos los controles, compramos un helado, y de repente, nos dimos cuenta de que la entrada a las gradas estaba bloqueada”.

¿Quién tiene la culpa?

Desde la Asociación de Tenis de Estados Unidos (USTA), el portavoz Brendan McIntyre indicó que se enviaron correos electrónicos a los titulares de boletos durante el viernes, sábado y domingo, incluyendo una alerta al app oficial del evento a las 9:00 am del domingo. Sin embargo, muchos fanáticos afirmaron que no recibieron comunicación clara o simplemente no fueron alertados del embotellamiento de seguridad antes de la hora del partido.

El Servicio Secreto de EE.UU. emitió un comunicado posterior al incidente diciendo: “Reconocemos que las medidas de seguridad reforzadas para proteger al presidente contribuyeron a las demoras. Agradecemos sinceramente la paciencia de todos los aficionados y la colaboración de la comunidad tenística y las autoridades de seguridad pública de Nueva York”.

Trump, la causa silenciosa

La presencia del expresidente Donald Trump fue confirmada poco antes del inicio del partido y supuso el despliegue de múltiples barreras adicionales, nuevos puntos de revisión y medidas extraordinarias de control dentro y fuera del estadio más grande del torneo, con capacidad para 23,771 personas.

Este fue su primer regreso al US Open desde 2015. En un contexto de campaña electoral intensa para las presidenciales de 2026, su aparición en uno de los eventos deportivos más televisados del país fue leída por analistas políticos como un movimiento estratégico.

No obstante, muchos de los aficionados dudaron si valía la pena el costo de tener una presencia política de ese calibre en un escenario deportivo. “Esto es entretenimiento, no política. Él puede ver el tenis desde su casa, como todos”, comentó Molie Summers, una aficionada canadiense esperando en uno de los varios accesos colapsados.

Impacto en los jugadores y el espectáculo

Pese al entusiasmo por una final que prometía ser histórica, el clima de tensión se hizo evidente incluso dentro de la pista. Varios usuarios en redes sociales señalaron que ambos jugadores comenzaron el encuentro con una cierta desconcentración. Alcaraz, quien defendía su título, mostró errores poco comunes en sus primeros juegos, y Sinner, aunque sólido, parecía pendiente del bullicio que llegaba desde las gradas en formación.

La ATP no ha emitido comentarios sobre cómo la incidencia afectó el rendimiento de los atletas ni sobre la influencia de figuras externas en la integridad competitiva del deporte. Cabe destacar que las reglas de la ATP y la ITF consideran como esenciales el acceso libre, en tiempo y forma, de los espectadores a los partidos para garantizar un correcto desarrollo del tenis profesional.

Precedentes y consecuencias

No es la primera vez que eventos de alto perfil sufren alteraciones logísticas por la asistencia de expresidentes o figuras políticas. En 2019, la visita de Trump a la final del Mundial de Béisbol entre EE.UU. y Japón también obligó a cambios de último minuto en el protocolo de acceso. Pero lo vivido en el US Open 2025 marcó un nuevo hito en cuanto a frustración popular y desinformación.

Las redes sociales se llenaron de críticas al torneo calificando la jornada como el “#TrumpDelay”. Medios como NY Daily News y Washington Post publicaron editoriales al respecto cuestionando la idoneidad de permitir que atenciones presidenciales interfieran en eventos públicos sin informar adecuadamente a los asistentes.

¿Un torneo para todos?

Más allá del episodio político, el problema reflejó una carencia de planificación en un evento que se ha posicionado como el Slam que más prioriza la experiencia del espectador. La afluencia creciente de visitantes ha posicionado al US Open como uno de los torneos con mayor asistencia en el mundo, con más de 730,000 asistentes en 2022, rompiendo el propio récord del certamen.

La combinación de alta demanda, dispositivos de seguridad y falta de comunicación efectiva podría arruinar años de trabajo para consolidar al torneo como el más inclusivo y dinámico.

“Esperamos tenis, no política. Esto no es el Congreso”, decía un cartel improvisado entre el público.

Lección aprendida, ¿o no?

A medida que se acerca la edición 2026 del torneo y con un ambiente político aún más cargado, los organizadores del US Open deberán enfrentar una de sus pruebas más difíciles: garantizar que el deporte y la participación ciudadana convivan con respeto mutuo, sin priorizar una sobre otra. El equilibrio no será fácil, pero si no actúan con responsabilidad, posiblemente veamos más “#TrumpDelay” en el futuro.

Por ahora, Alcaraz y Sinner siguen escribiendo la historia desde la pista. Pero para miles de fanáticos frustrados, la verdadera batalla se libró afuera del estadio.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press