El juicio de Bolsonaro y la batalla por la soberanía brasileña
Entre tribunales, manifestaciones y tensiones con EE.UU.: Brasil en el ojo de la tormenta política
Una jornada simbólica: la independencia bajo una nueva narrativa
El 7 de septiembre en Brasil no es solo un día festivo: representa la independencia del país del dominio portugués en 1822. Pero en los últimos años, esta jornada también se ha convertido en un termómetro político. En 2025, este día estuvo marcado por el enfrentamiento simbólico entre dos formas de ver la democracia y la soberanía: la de Luiz Inácio Lula da Silva, actual presidente, que intenta reposicionar a Brasil como un actor autónomo en el escenario internacional; y la de Jair Bolsonaro, el expresidente juzgado por presuntamente forjar un complot para permanecer en el poder tras su derrota electoral en 2022.
Bolsonaro y sus seguidores: del poder al banquillo
Jair Bolsonaro, quien gobernó Brasil entre 2019 y 2023, enfrenta actualmente un juicio ante el Supremo Tribunal Federal (STF), acusado de liderar un intento de golpe de Estado. Según los fiscales, habría articulado un plan para invalidar los resultados electorales que dieron por ganador a Lula. Aunque él niega las acusaciones y asegura ser víctima de una persecución política, las pruebas presentadas han sido contundentes, incluyendo reuniones y documentos que demuestran coordinación con altos mandos militares y civiles.
Uno de los blancos favoritos de los seguidores bolsonaristas ha sido el juez Alexandre de Moraes, magistrado del STF y ponente del caso. Las pancartas en su contra fueron visibles tanto en Río de Janeiro como en São Paulo y Brasilia, ciudades donde se concentraron las manifestaciones a favor del exmandatario.
Un desfile de símbolos: patriotas, banderas y consigna electoral
Los partidarios del expresidente, muchos ataviados con los tradicionales colores verde y amarillo de la bandera brasileña, volvieron a copar las calles este 7 de septiembre, aunque en menor número en comparación con los años de apogeo de Bolsonaro. Según una estimación del grupo de investigación de la Universidad de São Paulo, alrededor de 40.000 personas participaron en São Paulo, una cifra inferior a las históricas marchas de 2021 que reunieron a más de 300.000 manifestantes.
A pesar de la prohibición de Bolsonaro para ejercer cargos públicos hasta 2030 –tras una resolución del Tribunal Superior Electoral–, algunos de sus aliados mantienen viva la narrativa de su supuesto regreso. Flávio Bolsonaro, su hijo y actual senador, portaba una camiseta con el lema “Bolsonaro 2026”, alimentando teorías sobre un eventual indulto o una candidatura simbólica por parte de su familia.
La dimensión internacional: Lula vs Trump
La situación interna de Brasil no está aislada del contexto global. En un movimiento diplomático inusual, el presidente estadounidense Donald Trump anunció una sanción del 50% sobre bienes brasileños importados, justificándola por su desacuerdo con el juicio a Bolsonaro, al que calificó como una “caza de brujas”. Además, sancionó de manera directa al juez de Moraes, desatando un terremoto diplomático entre Estados Unidos y Brasil.
Lula no tardó en responder: “Brasil no será colonia de nadie”, aseguró en un mensaje televisado previo al Día de la Independencia. “Somos una nación soberana, con instituciones fuertes. No aceptaremos presiones extranjeras para interferir en nuestra democracia”.
Este cruce de palabras refleja un deterioro en la relación entre ambos países, cosa que resuena con el intento de Lula de consolidar la autonomía de Brasil en foros multilaterales como BRICS, el G20 y las negociaciones climáticas.
Michelle Bolsonaro: lágrimas, fe y proselitismo
Una de las figuras más emotivas del día fue Michelle Bolsonaro, esposa del exmandatario, que pronunció un discurso cargado de simbolismo religioso y político. “Él ama a su nación y a su pueblo, pero está sufriendo”, afirmó entre lágrimas. “Le digo cada día que va a ganar. Confío en la respuesta de Dios para nuestra nación”.
Michelle es considerada por muchos dentro del movimiento bolsonarista como una posible figura sucesora, en caso de que Bolsonaro permanezca inhabilitado. Su creciente protagonismo en eventos políticos aviva aún más esa posibilidad.
El desfile oficial: Lula y su intento por recuperar la simbología nacional
Mientras tanto, en Brasilia, Lula participó en el desfile militar con una presencia más moderada de público bolsonarista. Ataviado con su tradicional camisa roja, el mandatario estuvo acompañado de figuras de su gabinete y líderes de movimientos sociales. También se hicieron presentes simpatizantes de su gobierno que, aunque en menor número que los bolsonaristas, alzaron la voz en defensa del respeto institucional y la independencia del Poder Judicial.
“Es asombroso que aún tengan el descaro de pedir perdón para Bolsonaro cuando Trump nos impone sanciones que afectan a todo el país solo porque son amigos”, comentó María do Socorro Santos, una ciudadana de 62 años presente en el acto oficial.
La desinformación y el papel de las redes sociales
El regreso de Bolsonaro a la opinión pública ha estado acompañado por una ola de desinformación que circula principalmente a través de redes sociales como WhatsApp, Telegram y X (antiguamente Twitter). Las noticias falsas que minimizan el juicio o acusan al Supremo de ser un “tribunal político” han generado confusión entre sectores más vulnerables de la población.
Una investigación del Laboratorio de Políticas Públicas y Análisis de Internet (LAPIN) reveló que entre julio y septiembre de 2025 se detectaron más de 180.000 piezas de desinformación relacionadas con el caso Bolsonaro que circularon en al menos 25 grupos de mensajería. Muchas de estas noticias aseguraban, falsamente, que el juicio ya había sido anulado por presiones del ejército o que Lula había sido declarado ilegítimo por la ONU.
El futuro político de Brasil en juego
El proceso contra Bolsonaro, que se presume concluirá esta semana, puede marcar un antes y un después en la historia democrática de Brasil. Si se emite un fallo condenatorio, no solo se consolidará su inhabilitación sino que también se podrían abrir otras causas penales vinculadas al intento de desestabilizar las elecciones.
Por otro lado, su base electoral sigue siendo significativa, especialmente en estados como Río de Janeiro, Minas Gerais y Santa Catarina. Gobernadores aliados como Tarcísio de Freitas ya se perfilan como herederos del proyecto conservador-populista que Bolsonaro impulsó desde 2018.
¿Es esto otra versión del trumpismo?
Resulta inevitable comparar la situación brasileña con Estados Unidos y su relación con el expresidente Donald Trump, también enfrentando procesos judiciales. Ambos han utilizado el discurso de la “persecución política” y la defensa de una “patria en peligro” para consolidar a sus bases y deslegitimar a las instituciones.
Si Bolsonaro fuese condenado, ¿sentaría un precedente regional? ¿Podría fortalecer la democracia en América Latina o, por el contrario, radicalizar aún más a los sectores de ultraderecha?
El próximo capítulo de esta historia se escribirá en los tribunales. Pero mientras tanto, el escenario político brasileño sigue al borde del abismo, oscilando entre el pasado autoritario y el complejo esfuerzo por consolidar una democracia pluralista y soberana.