Entre balanzas comerciales y tensiones globales: ¿Qué están diciendo los números de China y Japón sobre la economía mundial?

Un análisis de las dinámicas económicas entre China, Japón y Estados Unidos, sus implicaciones políticas y cómo estas tensiones comerciales repercuten a nivel internacional.

Mientras el mundo parece volver lentamente a un ritmo económico más constante tras años de volatilidad postpandemia y conflictos geopolíticos como la guerra en Ucrania, dos gigantes asiáticos —China y Japón— presentan señales mixtas en sus economías. Estos datos no sólo revelan los desafíos internos que estas potencias enfrentan, sino que son un reflejo de un tablero global donde el equilibrio comercial cada vez supone más tensión con occidente, especialmente con Estados Unidos.

Exportaciones chinas: crecimiento a ritmo lento, pero superávit sólido

Durante el mes de agosto, las exportaciones de China crecieron un 4.4% interanual, alcanzando los $321.8 mil millones. Este dato representa un descenso frente al incremento de 7.2% registrado en julio, según datos oficiales de la agencia de aduanas de China.

Por otra parte, las importaciones sumaron $219.5 mil millones, lo que supone un alza de 1.8%. Así, el superávit comercial acumulado en los primeros ocho meses del año alcanzó los $785.3 mil millones. Este excedente es fuente de tensión con principales socios comerciales como Estados Unidos y la Unión Europea, ya que refleja una fuerte asimetría en el comercio bilateral.

Los productos chinos de bajo coste representan una ventaja para los consumidores, pero también se argumenta que incentivan la externalización de la manufactura y la pérdida de empleos industriales en los países importadores.

Disputa comercial con EE.UU.: caída abrupta del comercio bilateral

Uno de los efectos más visibles de las tensiones comerciales ha sido la caída en el comercio entre China y EE. UU. Las exportaciones chinas al país norteamericano disminuyeron un 33% en agosto, situándose en $47.3 mil millones. Por su parte, las importaciones procedentes de Estados Unidos bajaron un 16%, situándose en $13.4 mil millones.

Este contexto tiene como antecedente la política proteccionista impulsada por el expresidente estadounidense Donald Trump, quien impuso aranceles adicionales del 30% a productos chinos. China respondió con medidas similares, generando una guerra comercial que sigue generando incertidumbre.

Además, productos estratégicos como las tierras raras —esenciales para tecnología avanzada, electrodomésticos y equipamiento militar— vieron un aumento mensual en exportaciones hasta los $55 millones, aunque representan una caída del 25.6% respecto al año anterior.

Japón: crecimiento revisado al alza en medio de retos políticos y tensiones externas

Paralelamente, Japón anunció que su Producto Interno Bruto (PIB) creció un 2.2% anualizado en el primer trimestre fiscal (abril-junio), cifra que supera la estimación preliminar del 1.0%. En comparación trimestral, la economía nipona creció un 0.5%.

De acuerdo con la Oficina del Gabinete, el consumo privado creció un 0.4%, mientras que la demanda doméstica pasó de una contracción del 0.1% a un crecimiento del 0.2%. Esto marca el quinto trimestre consecutivo de crecimiento, consolidando una lenta pero sostenida recuperación.

Sin embargo, diversos analistas advierten que este desempeño podría verse afectado por factores externos como el aumento de aranceles estadounidenses —actualmente en un 15% para autos, frente al 2.5% anterior— y la inestabilidad política dentro del país, tras la renuncia del Primer Ministro Shigeru Ishiba el pasado domingo.

El índice Nikkei se mantuvo al alza tras conocerse la dimisión, percibida como un paso hacia la renovación política, aunque la incertidumbre sobre futuros acuerdos de coalición genera escepticismo entre inversores.

Aranceles, proteccionismo y cadenas globales de suministro

Desde principios del siglo XXI, la economía global ha funcionado bajo el principio de globalización productiva. Grandes empresas distribuyen su cadena de valor alrededor del mundo para maximizar beneficios. Pero eventos recientes han generado un giro hacia el proteccionismo económico.

Según el informe de la Organización Mundial del Comercio (OMC), entre 2019 y 2022 se incrementaron en un 204% las medidas restrictivas al comercio internacional. Esto incluye aranceles, cuotas y controles a la exportación de productos clave.

Parte de ello se debe al temor de que una excesiva dependencia de economías autoritarias —como China— represente no sólo un riesgo económico, sino también geopolítico, como se evidenció durante la pandemia o con las tensiones alrededor de Taiwán.

China y Japón, dos estrategias económicas muy distintas

China ha apostado por un modelo de exportaciones masivas, control de divisas y proteccionismo tecnológico. Esta fórmula ha sido exitosa en generar superávit crónicos, aunque ahora le granjea enemigos. Las acusaciones de dumping y espionaje corporativo empañan su reputación global.

En cambio, Japón ha reinventado su modelo apostando por la innovación tecnológica, la automatización industrial y políticas de estímulo doméstico. Aun así, enfrenta desafíos estructurales profundos como el envejecimiento poblacional y una baja natalidad crónica, que limitan la demanda interna a largo plazo.

Asimismo, la deuda pública japonesa supera el 250% de su PIB, la más alta del mundo desarrollado, lo que limita su capacidad de impulso fiscal ante futuras crisis (FMI, 2023).

EE.UU.: ¿cómo juega Washington en esta pugna?

Estados Unidos ha establecido una nueva doctrina económica bautizada como "friendshoring", que prioriza el comercio con aliados políticos y democráticos frente a rivales estratégicos como China. La actual administración ha mantenido gran parte de los aranceles impuestos por Trump, en especial en sectores sensibles como semiconductores, autos eléctricos y energía verde.

Un ejemplo es el CHIPS Act, aprobado en 2022, que destina $52 mil millones al desarrollo interno de semiconductores, precisamente para evitar la dependencia de cadenas asiáticas.

Pero esta política no está exenta de riesgos: la subida de precios para los consumidores, las represalias comerciales y la pérdida de competitividad global en sectores productivos podrían convertirse en bumerán económicos propagando una fragmentación del comercio internacional.

¿Estamos frente a una nueva Guerra Fría económica?

Para muchos analistas, estas tensiones evocan una especie de Guerra Fría económica. Pero a diferencia del pasado bipolarismo entre EE.UU. y la URSS, ahora el mundo está interconectado como nunca: los teléfonos, los autos e incluso la ropa que usamos dependen de una cadena global donde China es un eslabón crítico.

Con un crecimiento más lento en las exportaciones, pero con un superávit aún poderoso, China no está en declive. Japón muestra resiliencia interna, pero observa con cautela las decisiones de su mayor socio comercial: EE.UU. El futuro dependerá de cómo estas tres potencias ajusten sus prioridades estratégicas —económicas y políticas— sin romper las reglas del juego multilateral.

Lo que está en juego no solo son cifras y porcentajes: es la estructura misma del orden económico internacional.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press