El crimen de Bear Brook: ¿El caso más perturbador resuelto por la genealogía genética?

Cuatro décadas de misterio, múltiples identidades y la búsqueda inconclusa de justicia frente al oscuro legado de un asesino serial

Bear Brook. Un paraje natural en New Hampshire que durante décadas fue escenario mudo de uno de los crímenes más desconcertantes en la historia criminal estadounidense. Hoy, gracias a los avances en la genealogía genética y el incansable trabajo colaborativo entre entidades policiales y organizaciones civiles, parte de este antiguo misterio finalmente tiene nombre: Rea Rasmussen. Pero la historia está lejos de concluir.

El hallazgo que conmocionó a Allenstown

En 1985, un cazador que transitaba por el Bear Brook State Park en Allenstown, New Hampshire, descubrió algo escalofriante: un barril que contenía los cuerpos de una mujer y una niña de aproximadamente 9 años. La macabra escena marcó el comienzo de una investigación que se extendería por más de 40 años. Quince años después, ya en el 2000, se halló un segundo barril en los alrededores que contenía los restos de dos niñas más, esta vez de entre 2 y 3 años.

Los expertos forenses determinaron que todas habían sido asesinadas en la misma época: entre finales de los años 70 e inicios de los 80. Las víctimas no fueron enterradas, sino colocadas en los barriles y abandonadas en el bosque, lo cual indicaba planificación y frialdad.

¿Quién era el monstruo detrás de estas muertes?

El caso dio un giro crucial en 2019 cuando los avances en el análisis de ADN y la genealogía genética identificaron al autor: Terry Peder Rasmussen. Bajo múltiples alias —Bob Evans, Curtis Kimball, Gordon Jenson— Rasmussen llevó una vida de engaños, mudanzas constantes y relaciones con mujeres vulnerables, a quienes manipulaba, aislaba y en algunos casos, asesinaba.

Murió en prisión en 2010, cumpliendo una sentencia por el asesinato de su novia en California. Pero su historial implicaba muchas más víctimas, algunas conocidas y otras aún por descubrir.

La tecnología al servicio de la verdad

El caso Bear Brook fue pionero en el uso de la genealogía genética forense para resolver crímenes sin identificar durante décadas. Gracias a una colaboración entre la DNA Doe Project y el National Center for Missing and Exploited Children, investigadores lograron construir un árbol familiar de hasta 25,000 nombres.

A partir de ese árbol, se identificó a una mujer fallecida en 2005 llamada Pepper Reed, cuya hija —según un certificado de nacimiento de 1976— era Rea Rasmussen, con Terry Rasmussen como padre. Rea había sido previamente identificada genéticamente como una de las víctimas halladas en el parque, pero no se conocía su nombre. Hasta ahora.

“Hoy, ya no sentimos frustración. Por primera vez en mucho tiempo, estamos satisfechos porque por fin tenemos un nombre, y eso se siente como una promesa cumplida.” — Benjamin Agati, Fiscal General Adjunto de New Hampshire

Los vacíos de una vida de crímenes

Rasmussen fue un depredador meticuloso. Vivió en varios estados: California, New Hampshire, Texas, Arizona, Oregón y Virginia. Su modus operandi consistía en acercarse a mujeres vulnerables, acosarlas emocionalmente, separarlas de sus círculos familiares y hacerlas desaparecer. Su historial suma al menos cinco identidades distintas y múltiples víctimas probables, entre ellas, Denise Beaudin, con quien vivía en New Hampshire hasta que ella desapareció en 1981 junto a su hija pequeña.

Ese tipo de perfiles crea un escenario inquietante: ¿cuántas otras mujeres desaparecieron bajo circunstancias similares? Rasmussen presenta lagunas de tiempo entre sus crímenes conocidos que despiertan sospechas justificadas.

Una víctima, múltiples identidades

Quizás uno de los elementos más escalofriantes de la historia es que Rasmussen no solo asesinó a su propia hija biológica, Rea, sino que luego la hizo pasar como hija adoptiva durante años. En California, los vecinos lo conocían como un "viudo afligido" que se dedicaba a su hija. Rea fue eventualmente abandonada, adoptada por otra familia y su identidad quedó en el olvido hasta que el ADN la devolvió como protagonista silente de un caso criminal histórico.

Una genealogía que nos remonta al siglo XVIII

Desentrañar la verdadera identidad de Rea requirió una labor titánica. El árbol genealógico reconstruido por DNA Doe Project rastrea la descendencia de una pareja nacida en la década de 1780. Este nivel de profundidad demuestra hasta qué punto la genealogía genética puede transformar la justicia penal, y muestra un precedente alentador para otros casos sin resolver.

Un llamado a la ciudadanía

A pesar de los avances, no hay cierre definitivo. Las autoridades creen que Pepper Reed —madre de Rea— y Denise Beaudin podrían haber sido otras víctimas fatales de Rasmussen. La última vez que se vio a Pepper fue a finales de los 70 en California. Desde entonces, su paradero sigue siendo un misterio.

La policía del estado de New Hampshire ha solicitado a la ciudadanía que cualquier información, por mínima que parezca, sea compartida. Podría representar la pieza que falta para terminar un rompecabezas de dolor y justicia demorada.

“Después de más de cuatro décadas, tu pieza del rompecabezas podría ser la que finalmente nos permita hacer justicia.” — Det. Sgt. Christopher Elphick

El factor humano detrás de las cifras

La familia de Pepper Reed lanzó un comunicado a través de una portavoz especializada en atención a víctimas:

“Aunque nunca conocimos a Rea, la amamos profundamente, igual que a Pepper. Estamos devastados, pero agradecidos por todos los que han trabajado en esta investigación. Requerimos privacidad para procesar este doloroso capítulo.”

La historia de Rasmussen es un recordatorio de que, más allá de los titulares, hay tragedias humanas devastadoras. Familias rotas, vidas truncadas, todo bajo la amenaza perpetua del silencio y la desaparición.

¿Y ahora qué?

El caso de Bear Brook ha impulsado una revolución en la investigación forense. La genealogía genética ya se ha utilizado en más de 400 casos criminales en los últimos años, desde violaciones y asesinatos hasta identificación de víctimas de trata.

Sin embargo, queda trabajo pendiente. Las autoridades anticipan nuevos hallazgos vinculados a Rasmussen. Su historial evidencia un patrón de conducta que pudo haber dejado muchas más cicatrices invisibles en la historia criminal estadounidense.

Este enfoque ofrece una lección clave: la tecnología no reemplaza la empatía ni la justicia tradicional, pero puede ser un catalizador para encontrar la verdad.

Una historia americana de horror moderno

El caso Bear Brook no trata solo de resolver un crimen, sino de reconfigurar cómo la sociedad enfrenta la memoria, la justicia y el trauma. Rea Rasmussen ya no es solo un número en una lista de desaparecidos; su nombre representa un hito en la lucha contra el olvido y la indiferencia.

La genealogía genética ha demostrado ser más que una herramienta científica: es una vía para dar voz a quienes han sido silenciados por la violencia. Hoy Rea tiene nombre, tiene historia y tiene justicia, aunque incompleta. El resto es responsabilidad de todos nosotros.

Si tienes información sobre Denise Beaudin o Pepper Reed, contacta a la Policía Estatal de New Hampshire. Cada dato cuenta.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press