El Socialismo Resurge en EE.UU.: ¿Cambio Real o Sueño Progresista?

Con el respaldo de figuras como Bernie Sanders y Zohran Mamdani, el socialismo gana terreno entre demócratas jóvenes mientras el capitalismo pierde encanto. ¿Estamos ante una revolución ideológica?

De insulto político a bandera ideológica

Durante décadas en los Estados Unidos, llamar "socialista" a un oponente político era una forma rápida y efectiva de desacreditarlo. En especial dentro del discurso del Partido Republicano, el término evocaba imágenes del comunismo soviético, centralismo estatal y amenazas a la libertad individual. Sin embargo, los tiempos han cambiado, y el socialismo ya no es un epíteto tan temido dentro de cierto espectro político.

Una encuesta reciente de Gallup lo confirma: 66% de los demócratas tienen una visión favorable del socialismo, mientras que solo el 42% de ellos ven con buenos ojos al capitalismo. Este fenómeno, que ha venido gestándose silenciosamente desde hace más de 15 años, parece haberse consolidado gracias a la convergencia de múltiples crisis: desigualdad económica, aumento del costo de vida, falta de acceso a servicios básicos y desconfianza hacia las grandes corporaciones.

Sanders y Mamdani: los rostros del movimiento

Los nombres de Bernie Sanders y Zohran Mamdani encabezan esa nueva izquierda que ha sabido conectar con las frustraciones de los ciudadanos. Sanders, senador por Vermont e independiente de toda la vida, se ha definido como un socialista democrático. En sus campañas presidenciales de 2016 y 2020, supo inspirar a millones de jóvenes con propuestas radicales como educación pública gratuita, atención médica universal y la lucha contra la oligarquía de Wall Street.

Por su parte, Mamdani ha dado un paso importante al ganar la primaria demócrata en la carrera por la alcaldía de Nueva York. Su victoria ha desatado alertas dentro del ala más centrista del Partido Demócrata, preocupados por una posible pérdida de conexión con el electorado moderado.

¿Qué significa realmente ser socialista en EE.UU.?

Es importante diferenciar entre socialismo autoritario y socialismo democrático. Mientras que el primero remite a experiencias fallidas como la URSS o Venezuela, el segundo se inspira en los modelos nórdicos de país como Noruega, Dinamarca y Suecia, donde coexisten mercados libres con servicios públicos amplios y universales.

De hecho, países como Finlandia (considerado el más feliz del mundo, según rankings de la ONU) cuentan con sistemas robustos de bienestar sin haber sacrificado libertades individuales ni competitividad económica.

En palabras del propio Sanders: “No estamos hablando de tomar los medios de producción, estamos hablando de garantizar que todos tengan una vida decente.”

La juventud como catalizadora del cambio

Uno de los datos más reveladores de la encuesta de Gallup es que los menores de 50 años dentro del Partido Demócrata han perdido el entusiasmo por el capitalismo. Mientras tanto, las generaciones mayores muestran mayor resistencia al cambio ideológico, con posturas más estables desde 2010.

Esto sugiere que el crecimiento del socialismo en EE.UU. no es una moda pasajera, sino una ola alimentada por nuevas generaciones que enfrentan un futuro incierto en materia de deuda estudiantil, vivienda, salud y empleo.

En un país donde el 82% de los adultos menores de 30 años considera inalcanzable comprar una vivienda, cuestionar las virtudes del capitalismo ya no es un tabú, sino una conversación necesaria.

Capitalismo herido: ¿qué lo ha debilitado?

Para entender por qué el capitalismo pierde apoyo, basta con mirar las fallas que sistemáticamente afectan a la clase media y trabajadora estadounidense:

  • Salarios estancados: desde los años 70, la productividad ha aumentado más del 70%, mientras que los salarios apenas han crecido un 12% (según el Economic Policy Institute).
  • Atención médica como lujo: EE.UU. gasta más per cápita en salud que cualquier otra nación desarrollada, sin lograr mejores resultados. Además, más de 27 millones de estadounidenses carecen de seguro médico.
  • Educación universitaria fuera del alcance: La deuda estudiantil supera los $1.7 billones, afectando la movilidad y la estabilidad financiera de al menos 45 millones de personas.
  • Gigantes tecnológicos sin control: Empresas como Amazon, Facebook y Google acumulan poder económico y político sin precedentes, mientras pagan impuestos ínfimos.

Frente a este panorama, no es raro que el modelo capitalista tradicional sea visto, no como fuente de oportunidades, sino como un sistema que perpetúa las desigualdades.

La vieja guardia demócrata en tensión

A pesar del auge de ideas progresistas dentro del partido, muchos líderes moderados temen que un giro hacia el socialismo pueda ahuyentar a votantes clave en estados indecisos. Al fin y al cabo, ganar elecciones nacionales aún requiere conquistar el voto del electorado medio, caracterizado por desconfianza hacia los extremos políticos.

Es este dilema el que divide actualmente a los demócratas: ¿Deberían alinear su narrativa con una visión más abiertamente socialista, o moderarse para conservar influencia nacional?

Mientras tanto, organizaciones como Democratic Socialists of America (DSA) han duplicado sus miembros en los últimos cinco años, y figuras como Alexandria Ocasio-Cortez han llevado propuestas reformistas al Congreso con amplio respaldo juvenil.

¿Un cambio irreversible o un péndulo más?

La historia política de EE.UU. ha estado marcada por vaivenes ideológicos: del New Deal de Roosevelt pasando por el Reaganismo de los 80, hasta los ciclos de Obama y Trump. Es posible que este resurgimiento del socialismo sea una respuesta pendular a los excesos del neoliberalismo y la desigualdad estructural.

Sin embargo, la velocidad, profundidad y amplitud de este cambio sugieren algo más duradero. En un mundo donde la inteligencia artificial amenaza empleos, la crisis climática exige acción colectiva y las élites concentran más riqueza que nunca, el sentido común del siglo XXI podría girar, inexorablemente, hacia alternativas más solidarias y equitativas.

Como dijo Mamdani frente a miles de jóvenes neoyorquinos: “El futuro que merecemos no es uno dominado por corporaciones insaciables, sino uno donde cada ser humano tenga dignidad, independencia y esperanza.”

Queda por ver si esa esperanza será suficiente para redibujar el mapa político estadounidense o si la maquinaria institucional del país diluirá este idealismo en pragmatismo electoral.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press