España endurece su postura frente a Israel: ¿acto de justicia o populismo diplomático?
Las medidas de Pedro Sánchez contra Israel despiertan un choque diplomático inédito mientras se agrava la crisis humanitaria en Gaza
El giro radical de Madrid frente al conflicto en Gaza
El 3 de junio de 2024, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, anunció un paquete de medidas que elevan la presión diplomática sobre Israel a niveles sin precedentes en la historia de la política exterior moderna de España. Estas acciones responden al curso bélico sostenido por el gobierno de Benjamín Netanyahu en la Franja de Gaza durante el conflicto de casi dos años con Hamás. Sánchez lo calificó sin rodeos como "un exterminio de un pueblo indefenso".
Este posicionamiento, poco habitual por su dureza, ha convertido a España en uno de los líderes europeos más contundentes en su condena del accionar israelí, y al mismo tiempo ha generado una respuesta diplomática feroz por parte del gobierno de Tel Aviv, que ha prohibido el ingreso de dos ministras españolas claves: Yolanda Díaz, ministra de Trabajo, y Sira Rego, ministra de Juventud e Infancia, ambas del ala izquierdista del gobierno de coalición.
¿Qué medidas ha tomado el gobierno español?
- Embargo formal de armas a Israel, aunque el mismo ya estaba en efecto de facto desde octubre de 2023.
- Prohibición del paso por puertos españoles de buques que transporten combustible destinado al ejército israelí.
- Incremento significativo de la ayuda humanitaria a Gaza, que alcanzará los 150 millones de euros en 2026.
- Aumento de la financiación a la UNRWA (Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos).
- Embargo a productos fabricados en colonias israelíes dentro de territorios ocupados palestinos.
- Restricciones migratorias para individuos directamente implicados en lo que Sánchez llamó el “genocidio” en Gaza.
“Sabemos que estas medidas no serán suficientes para detener la invasión israelí ni los crímenes de guerra. Pero esperamos que aumenten la presión sobre Netanyahu y su gobierno”, sentenció el mandatario español en una comparecencia pública.
Una respuesta israelí incendiaria
La reacción israelí no se hizo esperar. El ministro de Asuntos Exteriores de Israel, Gideon Saar, acusó a Sánchez de "antisemita" y sostuvo que tales acciones no eran más que un intento de desviar la atención de los problemas internos de su partido, el PSOE, incluyendo casos recientes de corrupción.
Además, Saar comunicó mediante su cuenta en X (anteriormente Twitter) la prohibición oficial del ingreso a Israel de las ministras Díaz y Rego, por calificar públicamente a Israel como un “estado genocida”.
Este tipo de reacciones muestra cómo el conflicto en Gaza ha escalado su presencia en el terreno diplomático europeo, especialmente tras la decisión de España, junto con Irlanda y Noruega, de reconocer oficialmente al Estado palestino en mayo de 2024.
¿Una política exterior con conciencia ética o populismo internacional?
Existen dos interpretaciones dominantes en torno a estas acciones:
- Una postura ética y coherente con la política exterior progresista de España, que le ha dado peso a los derechos humanos y el multilateralismo desde el retorno de la democracia.
- Un movimiento político usado por el Gobierno para reflotar su imagen en un contexto interno precario y escándalos de corrupción que minan la credibilidad del PSOE.
La interrogante de hasta qué punto este activismo diplomático representa un cambio estructural —o si responde a una agenda coyuntural— desconcierta incluso a sectores del PSOE. No obstante, no es la primera vez que Sánchez ha roto con los convencionalismos en política exterior. Recordemos, por ejemplo, su reconocimiento del Sáhara Occidental como parte del Reino de Marruecos, lo cual tensionó la relación con Argelia, otro socio estratégico clave.
España y la Justicia Internacional: más allá de la retórica
En una maniobra todavía más inusual, España también solicitó formalmente unirse al caso que Sudáfrica elevó ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), en el cual acusa a Israel de cometer genocidio en Gaza. Esta acción catapulta a España —junto con Irlanda y otros pocos países— como voz activa en los organismos multilaterales contra los abusos en la franja palestina.
Esta posición contrasta de forma nítida con países como Alemania, Francia o incluso Reino Unido, que si bien han expresado cierta preocupación humanitaria, no han articulado medidas concretas de presión directa sobre Israel.
Contexto histórico: ¿cómo llegamos aquí?
La ofensiva sobre Gaza por parte de Israel comenzó en octubre de 2023 tras un ataque de extremistas de Hamás que mataron a más de 1,200 personas —según las autoridades israelíes— y secuestraron a más de 250. La respuesta israelí ha dejado un saldo de más de 64,000 personas fallecidas en el enclave palestino, conforme reportes del Ministerio de Salud de Gaza.
Aunque el número de civiles versus combatientes no ha sido discriminado con claridad, la abrumadora magnitud de víctimas ha centrado el foco internacional en el creciente costo humano del conflicto.
El tablero diplomático europeo se reconfigura
La valentía (o audacia, según quién lo mire) de España en política internacional reconfigura fuerzas dentro de la Unión Europea. Países tradicionalmente alineados con Israel ahora deben evaluar si seguir el ejemplo español o mantener su papel observador.
Un precedente clave fue la petición conjunta de Noruega, Irlanda y España de reconocer formalmente al Estado palestino el pasado mes de mayo. “No es un movimiento simbólico”, declaró entonces Sánchez, “es una necesidad política y moral frente a la injusticia sistémica que sufre el pueblo palestino”.
La pregunta que muchos otros actores europeos deben hacerse ahora es si este nuevo impulso diplomático será sostenible, coherente e influyente más allá del ruido electoral interno de cada país.
¿Cuál es el verdadero alcance de estas medidas?
Analistas internacionales coinciden en que, en términos prácticos, las medidas de Sánchez tienen un efecto limitado sobre el rumbo estratégico del Gobierno de Netanyahu. Israel no depende comercialmente de España en ninguna medida crítica, y su principal socio sigue siendo Estados Unidos, que continúa brindándole asistencia militar significativa. Esto fue enfatizado por Saar, quien declaró: “¿Quién cree usted que pierde más si España rompe relaciones con nosotros? No necesitamos a España para proteger nuestras fronteras”.
Sin embargo, el alcance simbólico y diplomático puede ser profundo y abrir nuevas ventanas geopolíticas en Medio Oriente. España está fijando una posición moral que podría convertirse en la referencia de una nueva doctrina sobre conflictos con impacto humanitario: una doctrina que le exige a los estados actuar cuando el Derecho Internacional Humanitario es pisoteado.
De la ONU al comercio: una política integral
El boicot a productos elaborados en asentamientos israelíes ilegales en Cisjordania y otros territorios ocupados representa otra medida clave que encaja con los dictámenes del Derecho Internacional —particularmente la Convención de Ginebra— pero que raramente ha sido aplicada por países europeos con tanto énfasis como ahora propone España.
Además, con la mayor inversión humanitaria prometida para Gaza, el gobierno español estaría por convertirse en el segundo donante europeo después de Alemania, un dato relevante a la hora de influir en el sistema multilateral vinculado a Naciones Unidas.
¿Y qué opina la ciudadanía española?
Las encuestas iniciales dan un respaldo sólido a esta postura gubernamental, especialmente entre los votantes de izquierda. En un sondeo realizado por Metroscopia para El Confidencial, el 58% de los ciudadanos apoyan la ruptura de relaciones comerciales con empresas que colaboran con el ejército israelí. No obstante, el respaldo disminuye en los sectores más moderados y en las regiones más conservadoras de España.
La polarización también es visible en el Congreso de los Diputados. Mientras Sumar y Podemos aplauden las decisiones del Ejecutivo, partidos de derecha como VOX y PP las califican de “irresponsables” y “dañinas para la imagen internacional de España”.
Un nuevo liderazgo moral o un salto al vacío
En un mundo cada vez más dividido entre pragmatismo geopolítico y principios éticos, Pedro Sánchez parece haber escogido la segunda vía. Pero incluso dentro del ámbito moral, hay quienes ven inconsistencias en su política exterior, particularmente en relación con Marruecos, Arabia Saudí u otros estados considerados cuestionables en materia de derechos humanos.
No obstante, lo que sí parece innegable es que España ha entrado decididamente en una etapa de activismo diplomático multilateral. Y, como ha demostrado la historia reciente, los países que marcan agenda pueden pasar de observadores a protagonistas sólo si mantienen coherencia, temple y visión global. El próximo capítulo lo escribirá el Parlamento, que deberá aprobar o rechazar este nuevo rumbo de política internacional.