Shelly-Ann Fraser-Pryce: El último sprint de una leyenda llamada 'Mommy Rocket'
De campeona olímpica a madre resiliente, así se despide la corredora más laureada de los 100 metros femeninos
Una despedida sobre sus propios términos
A los 38 años, Shelly-Ann Fraser-Pryce, la icónica velocista jamaicana conocida por su apodo “Mommy Rocket”, se prepara para disputar su último gran campeonato mundial. Esta será la octava ocasión en la que Fraser-Pryce se alinea para correr los 100 metros en una competencia global, una cifra que por sí sola habla de longevidad y excelencia en el deporte más impredecible del atletismo.
En un ambiente donde la juventud, la velocidad y la inmediatez predominan, Fraser-Pryce se despide como hizo siempre: compitiendo. El adiós llega después de un año más de lo planeado, postergando su retiro tras una amarga experiencia en los Juegos Olímpicos de París, donde un malentendido logístico la dejó fuera de la pista más importante de su carrera.
El día que la leyenda fue detenida en la entrada
Todo sucedió en la final de los 100 metros femeninos en París. Un video viral mostró a Fraser-Pryce discutiendo con personal de seguridad al no poder entrar al estadio por el portón habitual utilizado durante días. La escena fue angustiante: una estrella global retenida afuera del coliseo, mirando impotente cómo pasan autobuses con otros atletas mientras su reloj interno, afinado para la máxima precisión, se descuadra.
“Fue la primera vez en mi carrera que tuve un ataque de pánico”, confesó. “Siempre he superado lesiones y obstáculos, pero esta vez no pude llegar a la línea de salida.” Esas palabras expusieron algo más profundo que una simple carrera: el hecho de que incluso los más grandes son vulnerables.
La resiliencia como bandera
Fraser-Pryce no vuelve por dinero ni fama –ya tiene de sobra. Su regreso, simbolizado en el campeonato mundial de Tokio 2025, tiene un propósito mayor: cerrar su historia a su manera, con dignidad, velocidad y, sobre todo, con el ejemplo.
“Creo que la resiliencia es conocer tu poder, poseerlo y confiar en él. Eso es lo que intento demostrar cada vez que compito.”
– Shelly-Ann Fraser-Pryce
Su historia de vida es ya parte del folclore deportivo y social de Jamaica: nacida en Waterhouse, un barrio obrero de Kingston, compartía cama con sus dos hermanos en una casa sin baño interior. Hoy no solo es una celebridad nacional, sino que encabeza una fundación, The Pocket Rocket Foundation, que ha otorgado casi 100 becas a jóvenes estudiantes de bajos recursos.
De Beijing 2008 a Tokio 2025: 17 años de grandeza
Su trayectoria competitiva es tan impresionante como extensa:
- 2008 (Beijing): Gana oro olímpico con apenas 21 años, liderando una histórica barrida jamaicana en los 100 metros femeninos.
- 2012 (Londres): Repite como campeona olímpica, consolidando su lugar entre las leyendas.
- 2016 (Río de Janeiro): Medalla de bronce en una edición marcada por lesiones.
- 2017: Da a luz a su hijo, Zyon, iniciando una segunda etapa como madre y atleta.
- 2019 (Doha): Regresa para ganar el oro mundial —la primera madre en lograrlo en los 100 metros.
- 2022 (Oregón): Obtiene su quinto título mundial en los 100 metros con 35 años.
Posee tres oros olímpicos, diez títulos mundiales, y ha sido una constante en la élite del sprint femenino durante casi dos décadas. Ni siquiera figuras como Florence Griffith Joyner o Marion Jones tuvieron una vigencia tan prolongada con resultados consistentes (y sin manchas por dopaje).
Maternidad y lucha contra los estereotipos
En 2017, cuando anunció su embarazo, muchos creyeron que era el fin de su carrera. “Algunos me felicitaron como si dijeran ‘ha sido un buen intento, gracias por todo’”, recordó con honestidad. Pero Fraser-Pryce sentía que había más por hacer.
En 2019, su retorno triunfal en Doha sirvió para enviar un mensaje claro: las mujeres no desaparecen ni pierden su capacidad competitiva por convertirse en madres. Se unió así a un movimiento encabezado por otras campeonas como Allyson Felix y Faith Kipyegon, que exigían mejores condiciones para atletas embarazadas y madres recientes.
Más que una medallista, un símbolo
Vestida con pelucas fluorescentes, diminuta en estatura (1.52m), siempre sonriente, pero implacable en el carril: Fraser-Pryce redefinió la imagen de la velocista. No necesitaba fanfarronería ni gestos excesivos. Su carácter era firme. Su determinación hablaba sin palabras. Su apodo original, "Pocket Rocket", fue reformulado con ternura y respeto cuando se convirtió en madre: “Mommy Rocket”.
Como mujer negra y caribeña, ha sido inspiración para generaciones de niñas dentro y fuera del deporte. Y en cada competición, se aseguraba de mostrar que los límites los ponemos nosotros y no las reglas arbitrarias del envejecimiento o el patriarcado.
Un adiós necesario, no triste
En Tokio, compartirá pista con nuevas estrellas como Christine Mboma o Sha’Carri Richardson —mujeres que crecieron viéndola correr. Puede que Fraser-Pryce no gane esta vez. Puede que ni siquiera suba al podio. Pero eso no importa. Su legado ya está asegurado.
Corre por su hijo, corre por las madres, corre por Jamaica, corre por todas las mujeres que alguna vez pensaron que sus mejores años estaban en el retrovisor. Corre para decir adiós, sí, pero también para recordarnos que nunca es tarde hasta que tú decides que lo es.
Y si la línea de meta marca el fin de su carrera, también marca el inicio de otra: la de ser mentora, madre a tiempo completo, activista y símbolo cultural de resistencia.
“Seguiré llevando mi mensaje más allá de las pistas. Quiero que las niñas sepan que no hay sueños demasiado grandes ni obstáculos definitivos. El verdadero sprint está en el corazón”.
– Shelly-Ann Fraser-Pryce
La leyenda de “Mommy Rocket” no termina con su última carrera. Solo cambia de carril.