Tragedia en Atlacomulco: El accidente que expuso la fragilidad del transporte de trabajadores en México

Una colisión entre un tren de carga y un autobús repleto de trabajadores revivió viejas advertencias sobre seguridad vial y negligencia sistemática en cruces ferroviarios mexicanas

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La mañana del lunes en Atlacomulco, Estado de México, se tiñó de tragedia. Un tren de carga embistió a un autobús de dos pisos que transportaba trabajadores del hogar y de la construcción hacia la Ciudad de México, dejando al menos 10 muertos y más de 50 heridos. El siniestro no sólo sacudió a la comunidad local, sino que también abrió una vez más una ventana a los profundos problemas estructurales del transporte obrero en México.

La tragedia al amanecer

Isabel Segundo, de 38 años, conversaba con su hija Yoana, de 17, mientras ésta viajaba como tantas otras mañanas al trabajo en un autobús de la línea Herradura de Plata. Minutos después, la colisión. El tren de carga, operado por Canadian Pacific Kansas City de México, partió el vehículo en dos.

Los testimonios de los sobrevivientes y de testigos en la zona revelan una historia repetida: señales de tránsito en mal estado, sin plumas de seguridad o luz intermitente para alertar a los conductores. Tampoco hay personal de vigilancia ni sistema automatizado que impida este tipo de cruces mortales.

Una tragedia anunciada

El lugar del accidente muestra el patrón de negligencia que afecta a muchos cruces de ferrocarril en México, especialmente en zonas industriales o de alto tránsito laboral. El último informe de la Agencia Reguladora del Transporte Ferroviario (SCT, 2023) lo confirma: en 2022 se registraron más de 800 accidentes ferroviarios, un incremento del 33% con respecto a 2020, cuando se reportaron 602.

Estas cifras reflejan más que números. Representan historias como las de Rebeca Miranda, quien perdió a su nuera en el accidente y vio a su hermana ser trasladada de emergencia. "Estas son vidas que se pierden por tratar de ganarle al tren", dijo con rabia contenida.

El rostro invisible del trabajo doméstico

La mayoría de las víctimas eran mujeres. Jóvenes como Yoana, que a sus 17 años ya trabaja como empleada doméstica en la capital. Este fenómeno no es nuevo: de los casi 2.5 millones de trabajadores del hogar en México, el 90% son mujeres y 70% viajan más de una hora diariamente a su lugar de empleo (CONAPRED, 2022).

El transporte público que utilizan estas trabajadoras no está supervisado ni regulado de forma estricta. Viajan largas distancias en condiciones precarias, a bordo de autobuses muchas veces saturados, con rutas descuidadas y horarios exigentes.

¿Dónde está la responsabilidad?

La empresa ferroviaria, Canadian Pacific Kansas City, emitió un escueto comunicado exhortando a los conductores a respetar la señalización. Por su parte, Herradura de Plata, responsable del autobús, aseguró estar colaborando con las autoridades y ofreciendo apoyo médico y legal a las víctimas. Sin embargo, las respuestas de ambas partes han sido consideradas insuficientes por los familiares afectados.

Florencia de Jesús, esposa de Alberto Maximino (uno de los sobrevivientes), fue clara: "Quiero saber cómo la empresa va a pagar los daños. Él mantiene a nuestra familia". Su testimonio refleja el sentimiento generalizado: una falta de rendición de cuentas crítica en este tipo de tragedias que, cada vez más, parecen opacadas por burocracia y olvido.

La infraestructura que no alcanza

Lejos del discurso oficial sobre inversión y modernización, el drama en Atlacomulco pone al descubierto una verdad incómoda: los cruces ferroviarios en áreas laborales no están adecuadamente mantenidos. En el lugar del accidente sólo había una señal de alto y señalización oxidada, sin barreras automáticas o luces preventivas.

Expertos en transporte han advertido durante años sobre la urgencia de actualizar la infraestructura ferroviaria, especialmente en zonas urbanas semicéntricas como el Estado de México. No obstante, los presupuestos federales siguen priorizando proyectos macro de alta velocidad o turismo, mientras el trabajador común se desplaza en condiciones mortales.

El patrón de la tragedia: Atlacomulco no es un caso aislado

  • Querétaro (2019): Un tren arrolló un autobús, matando a 9 personas.
  • Guanajuato (2024): Seis fallecidos tras el impacto entre un tren y varios vehículos.
  • Estado de México (2023): Dos incidentes no mortales en distintos cruces sin protección en menos de un mes.

Los datos no mienten. En México ocurren, en promedio, más de dos accidentes ferroviarios por día, muchos de ellos en cruces sin sistema de protección automática o vigilancia activa. La mayoría de las víctimas, paradójicamente, forman parte de las clases trabajadoras que más aportan al dinamismo económico del país.

¿Y ahora qué?

Las familias en Atlacomulco siguen esperando respuestas. Mientras tanto, las autoridades locales y federales han prometido investigar y revisar la seguridad en los cruces ferroviarios. Pero para muchos, estas promesas suenan huecas. “Siempre pasa lo mismo. Ya nos pasó en 2019, nos volvió a pasar hoy”, dijo Miguel Sánchez, testigo presencial y trabajador de una gasolinera cercana al accidente.

El problema no es sólo de infraestructura, sino también de política pública. Los cruces sin protección indican una indiferencia institucional ante la seguridad de quienes apenas subsisten en las márgenes de las grandes ciudades. Trabajadores que salen antes del amanecer y regresan al atardecer, apostando la vida en cada trayecto.

Un llamado urgente

La seguridad ferroviaria no puede seguir siendo una asignatura pendiente. Se requiere una revisión nacional de cruces activos y pasivos, campañas de concientización en empresas de transporte, inversión en tecnología de señalización y una responsabilidad corporativa real por parte de empresas ferroviarias y autobuseras.

Porque detrás de cada tren que pasa, hay una vida. Y detrás de cada accidente, una historia que evidencia que el abandono también mata.

El Estado mexicano y sus instituciones están, una vez más, ante un espejo que refleja las fallas de un sistema donde la modernidad no ha alcanzado al trabajador común. La tragedia en Atlacomulco no puede ser sólo una nota más. Debe ser el punto de quiebre que detone un cambio real.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press