Australia despliega tiburones de acero: drones submarinos para la guerra del futuro

Con el desarrollo del 'Ghost Shark', Australia lidera la carrera global por el control autónomo de los océanos mientras el mundo entra a una nueva era de defensa estratégica

Por primera vez en la historia moderna, una nación insular se pone a la vanguardia tecnológica en defensa marítima gracias a una iniciativa multimillonaria que podría redefinir el equilibrio geopolítico en Asia-Pacífico. Hablamos de Australia y su reciente anuncio: invertirá 1.700 millones de dólares australianos (unos 1.100 millones de dólares estadounidenses) para fortalecer su flota naval con docenas de drones submarinos autónomos bautizados como Ghost Shark.

¿Qué es el Ghost Shark?

No es una criatura mitológica. Se trata de un vehículo autónomo submarino (AUV, por sus siglas en inglés) que puede realizar misiones de inteligencia, vigilancia, reconocimiento y ataque sin necesidad de tripulación humana. El Ghost Shark —desarrollado localmente por Anduril Australia, filial de la empresa californiana Anduril Industries— es un ejemplo de cómo la inteligencia artificial y la robótica están revolucionando el campo de batalla invisible de las profundidades oceánicas.

De acuerdo con Richard Marles, Ministro de Defensa de Australia, los primeros ejemplares se entregarán en enero de 2026. Aunque no se ha revelado el alcance exacto ni la cantidad final de drones adquiridos, se habla de decenas de unidades que se integrarán a la flota naval durante los próximos cinco años.

El contexto marítimo: ¿Por qué ahora?

Como nación insular y economía dependiente del comercio marítimo, Australia ve con creciente preocupación el aumento de la actividad naval china en el Pacífico Sur. En febrero de 2025, una flotilla china realizó un ejercicio de fuego vivo entre Australia y Nueva Zelanda, una demostración considerada por analistas como una advertencia de las capacidades de proyectar poder de Beijing. Esta flotilla prácticamente circunnavegó Australia, algo inusual para la Marina china.

La respuesta australiana no es sólo reactiva: es estratégica. Integrar vehículos como el Ghost Shark representa un intento de recuperar ventaja tecnológica en el dominio submarino, mientras los submarinos nucleares prometidos por el pacto trilateral AUKUS (entre Australia, EE.UU. y Reino Unido) no lleguen, algo previsto para 2032.

Tecnología de vanguardia con sello oceánico

Los Ghost Sharks están diseñados para navegar grandes distancias sin ser detectados, almacenar información crítica y lanzar ataques de manera autónoma. Según el Jefe de la Marina, Vicealmirante Mark Hammond, estos drones pueden lanzarse tanto desde costas como desde barcos, aumentando su versatilidad en despliegue.

“El espacio de combate submarino será cada vez más congestionado y disputado. Los Ghost Sharks nos ayudarán a mantener nuestra ventaja en ese entorno”, afirmó Hammond.

Entre sus capacidades confirmadas están:

  • Operación autónoma prolongada
  • Capacidad de evasión de radares y sonares enemigos
  • Múltiples sensores para vigilancia e inteligencia
  • Opciones de armamento para misiones de ataque de precisión
  • Diseño modular que permite misiones duales o personalizadas

Además, el desarrollo y fabricación nacional garantiza que se mantengan los secretos tecnológicos dentro de territorio australiano y se impulsen sectores clave de la defensa y la ingeniería local.

Anduril: la startup que militariza el futuro

Anduril Industries, fundada por Palmer Luckey (creador de Oculus VR), se ha posicionado como un jugador disruptivo dentro del ecosistema de defensa global. Con sede en California y presencia en Australia, la compañía adopta un enfoque característico de Silicon Valley, priorizando plazos cortos, innovación ágil y soluciones de bajo costo comparado con los contratistas tradicionales.

En 2022, recibió un encargo inicial para desarrollar tres prototipos del Ghost Shark. Lo hizo en tiempo récord, ganando la confianza del gobierno australiano para escalar el proyecto a una flota operativa.

Hoy por hoy, Anduril representa una nueva oligarquía de empresas tecnológicas dedicadas a la defensa algorítmica, siguiendo una tendencia que muchos expertos denominan como la “nueva carrera armamentista del siglo XXI”.

¿Cuáles son las implicaciones geopolíticas?

La implementación de los Ghost Sharks ocurre en un momento de tensiones crecientes en el Indo-Pacífico. Las rutas marítimas clave que conectan China con Medio Oriente y África pasan muy cerca de Australia. De ahí que el control del lecho marino se esté convirtiendo en campo de batalla determinante.

China, por su lado, ha incrementado no sólo su presencia naval, sino también sus inversiones en tecnología AUV con proyectos como su Sea Wing y el submarino no tripulado HSU-001. Mientras tanto, EE.UU. trabaja en su Orca XLUUV, un dron submarino operativo desde 2023.

El hecho de que Australia se convierta en uno de los primeros países en desplegar una flota completa de drones submarinos desarrollados localmente podría significar un cambio dramático en las relaciones regionales. En palabras del Ministro Marles:

“Australia lidera el mundo en términos de capacidades militares autónomas bajo el agua”.

¿Es ético un ejército autónomo?

El desarrollo de armas autónomas, especialmente en entornos invisibles como el subsuelo oceánico, levanta preguntas fundamentales sobre las responsabilidades legales y éticas. ¿Quién responde ante un error de inteligencia artificial? ¿Podría un Ghost Shark iniciar un conflicto accidentalmente?

La comunidad internacional ha tratado de abordar estas inquietudes a través de foros multilaterales sobre armas autónomas letales (LAWS, por sus siglas en inglés), pero hasta ahora no existe un marco regulatorio internacional vinculante. El dron racialmente invisible en el fondo del mar sigue siendo, literalmente, un enemigo que nadie ve venir.

Nueva doctrina naval australiana

El uso de estos drones forma parte de un cambio doctrinal más amplio: combinar fuerzas humanas con sistemas no tripulados para reducir costos, riesgos humanos y tiempos de respuesta ante amenazas marítimas.

Estos sistemas pueden operar durante semanas sin intervención, recopilar datos de movimiento enemigo, descubrir minas, proteger cables submarinos estratégicos, e incluso lanzar contraataques coordinados. Es el modelo del guerrero híbrido del mar: máquina + humano desde comando remoto.

Y lo mejor para Canberra: a diferencia de los submarinos nucleares, los Ghost Sharks no infringen tratados internacionales ni necesitan décadas de gestación bajo presión política internacional. Están aquí ahora, discretos, eficaces y australianos.

Una mirada al futuro inmediato

En un mundo donde las tensiones entre grandes potencias se intensifican bajo la superficie (literalmente), el despliegue de flotas submarinas autónomas será uno de los ejes clave del poder militar. Australia, con su nuevo escuadrón de tiburones fantasmas, no sólo defiende mejor sus mares: también redefine lo que significa estar preparado para la guerra en el siglo XXI.

La pregunta ya no es si el futuro será autónomo. La verdadera cuestión es: ¿quién estará listo primero?

Este artículo fue redactado con información de Associated Press