Francia al límite: del colapso político a la revuelta social

Entre la caída del primer ministro, amenazas de sabotaje y disturbios convocados por el movimiento ‘Bloquons Tout’, Francia enfrenta su mayor momento de inestabilidad interna en años

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Una nación en vilo: ¿qué está pasando en Francia?

Francia atraviesa una tormenta perfecta de inestabilidad política, descontento social y posibles amenazas externas. El reciente colapso del gobierno tras una moción de censura que destituyó al primer ministro François Bayrou ha profundizado una crisis que ya llevaba tiempo gestándose. En este contexto, surge con fuerza un nuevo movimiento de protesta, “Bloquons Tout” (Bloqueemos Todo), que amenaza con paralizar el país y sacudir aún más la presidencia de Emmanuel Macron.

El colapso del gobierno y el desgaste de Macron

El lunes, la Asamblea Nacional aprobó una moción de censura contra el primer ministro François Bayrou, lo que derivó automáticamente en su destitución. Esta marcó la tercera vez en 12 meses que Macron se ve forzado a buscar un nuevo jefe de gobierno, una señal clara del nivel de desgaste político y de división interna que impera en el país. El presidente enfrenta grandes dificultades para mantener una mayoría parlamentaria estable y funcional.

Bayrou, quien defendió medidas de austeridad fiscal en medio de una fuerte inflación y protestas sociales, se convirtió en blanco de numerosas críticas, especialmente por parte de movimientos populares que lo acusaban de insensibilidad ante la desigualdad creciente en Francia.

El nacimiento del movimiento “Bloquons Tout”

Inspirado en parte por los Chalecos Amarillos, el nuevo movimiento “Bloquons Tout” comenzó a organizarse discretamente durante el verano en redes sociales y plataformas de mensajería encriptada como Telegram. Aunque no cuenta con un liderazgo formal, ha ganado impulso entre sindicatos, colectivos estudiantiles, activistas climáticos y trabajadores precarizados.

Los objetivos del grupo son variados pero tienen un eje común: oposición a la austeridad fiscal, rechazo a la concentración de poder en la presidencia y demanda de justicia social. Entre sus métodos destacan llamados a bloqueos de carreteras, huelgas generales, concentraciones masivas y boicots económicos.

Una jornada de caos anunciada

Para el miércoles, se espera una jornada de protestas de gran envergadura. Las autoridades temen sabotajes en infraestructuras críticas como refinerías, depósitos de combustible, estaciones de tren y anillos viales. El ministro del Interior, Bruno Retailleau, anunció el despliegue de 80,000 agentes de policía y gendarmería, apoyados con helicópteros, drones y vehículos blindados, para hacer frente al posible caos.

La magnitud de la respuesta policial evidencia el nivel de preocupación del gobierno. “Hay grupos pequeños, no muy numerosos, pero sí decididos, organizados, experimentados y con tendencia a la violencia”, declaró Retailleau.

Pistas de posible sabotaje internacional

Aunque no directamente relacionadas, una serie de sucesos alarmantes aumentaron la tensión. El martes, las autoridades descubrieron cinco cabezas de cerdo con el nombre de Macron escritas sobre ellas, colocadas frente a nueve mezquitas en el área de París.

Estos actos fueron calificados como potenciales amenazas de desestabilización extranjera por parte del jefe de policía parisino, Laurent Nunez, quien indicó que el modus operandi se asemejaba a actos anteriores vinculados a la inteligencia rusa. Cabe recordar incidentes como los ataúdes frente a la Torre Eiffel rotulados como “soldados franceses de Ucrania” atribuidos a Moscú, o el vandalismo contra un monumento al Holocausto, ensangrentado con manos pintadas.

Desinformación y guerra híbrida

Este tipo de acciones no son nuevas. En los últimos años, los servicios de inteligencia franceses han denunciado un incremento sostenido de campañas de desinformación, sabotaje moral y ataques simbólicos, algunas atribuidas a operaciones rusas dentro de una guerra híbrida contra países europeos que apoyan a Ucrania. Francia, siendo uno de los líderes del esfuerzo militar europeo en asistencia a Kyiv, se ha convertido en un blanco estratégico para estos intentos de desestabilización.

Una revuelta en modernización

“Bloquons Tout” encarna un nuevo tipo de protesta en la era digital. A diferencia de los movimientos tradicionales, no depende de líderes visibles ni de estructuras jerárquicas. Sus acciones están propuestas por consensus en redes descentralizadas, lo que las vuelve más difíciles de rastrear y neutralizar.

Fédérico Tarragoni, sociólogo y experto en movimientos sociales de la Universidad de Caen en Normandía, lo explica así:

“Los seguidores de ‘Bloquons Tout’ creen que las marchas de protesta son ineficientes y han pasado a métodos más radicales como bloqueos y sabotajes para llamar la atención del presidente Macron.”

“No será un motín ni el Capitolio tras la elección de Biden”, añade, “pero será potencialmente ingobernable.”

¿Hacia dónde va Francia?

La jornada del miércoles será clave para medir el pulso del deterioro institucional francés. Por un lado, la imagen de Macron se juega mucho: un manejo excesivamente represivo podría avivar aún más el fuego social, mientras que una respuesta blanda podría interpretarse como inacción.

Por ahora, Macron busca su cuarto primer ministro en menos de un año, en medio de una ola de insatisfacción ciudadana que se manifiesta no solo en las calles, sino también en señales cada vez más inquietantes de interferencia externa. A esto se suma un creciente sentimiento de orfandad política entre los franceses, con muchos desconectados de partidos tradicionales y buscando otras formas de participación o resistencia.

Un déjà vu histórico

No es la primera vez que Francia enfrenta una situación de inestabilidad alimentada por movimientos ciudadanos descentralizados. En mayo de 1968, millones de personas paralizaron el país con huelgas, ocupaciones y manifestaciones. La situación desembocó en reformas profundas, pero también significó un momento de crisis de liderazgo que obligó al presidente Charles de Gaulle a convocar elecciones anticipadas.

Las comparaciones con 1968 no son nuevas, pero lo que distingue a este nuevo ciclo de protestas es su carácter híbrido —una mezcla de activismo digital, acciones directas y sabotaje simbólico. Esto plantea trampas difíciles para el Estado moderno, que aún responde con herramientas del siglo XX a desafíos del XXI.

¿Renovación o ruptura?

La pregunta que se cierne sobre el horizonte francés es clara: ¿estamos ante el inicio de una renovación democrática y social, o frente a una ruptura del pacto ciudadano? La respuesta podría depender tanto de la madurez del gobierno como de la capacidad del movimiento “Bloquons Tout” de conservar su impulso sin caer en una espiral de violencia que le reste legitimidad.

Mientras tanto, Francia observa, expectante. Y Europa, también.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press