Jeffrey Epstein, los saludos de cumpleaños y las incómodas conexiones del poder
Un análisis sobre las figuras políticas y empresariales que firmaron el misterioso y perturbador 'libro de cumpleaños' de Epstein
Un cumpleaños con demasiadas felicitaciones incómodas
Jeffrey Epstein, el financiero caído en desgracia conocido por sus redes de tráfico sexual de menores, vuelve a estar en el centro de atención pública. Esta vez, es por un cúmulo de felicitaciones reunidas en un libro con motivo de su 50 cumpleaños en 2003. Lo que podría parecer un curioso souvenir entre amigos se ha convertido hoy en un testimonio incómodo de la cercanía entre Epstein y algunas de las figuras más poderosas del planeta.
El libro, recientemente revelado por un comité del Congreso de Estados Unidos, contiene unas 50 entradas, muchas firmadas por empresarios destacados, científicos reconocidos e incluso expresidentes. Algunas son bromas subidas de tono y otras parecen inocentes. Pero dada la historia criminal del anfitrión, todo lo relacionado con Epstein adquiere un nuevo, y escalofriante, significado.
Bill Clinton, Trump y el juego de la cercanía política
Según documentos publicados, uno de los saludos más llamativos es un mensaje aparentemente escrito por el expresidente Bill Clinton. En letras cursivas negras se puede leer una reflexión sobre la "curiosidad infantil" de Epstein, aunque el texto completo es difícil de descifrar. Anteriormente, la oficina de Clinton ha declarado que desconocía los crímenes de Epstein y que su relación con él se limitó a viajes con fines humanitarios.
Al igual que Clinton, el expresidente Donald Trump aparece mencionado en el libro. Aunque este ha negado una relación cercana con Epstein o conocimiento de su conducta delictiva, su nombre figura en una nota rodeada por un dibujo de una figura femenina voluptuosa. Trump niega haber escrito la carta o haber hecho el dibujo, aunque la firma parece coincidir con la suya.
El nexo entre Epstein y figuras políticas no se limita a mensajes escritos. Se sabe que Epstein era habitual en círculos de poder, organizando cenas, eventos sociales y viajes en su avión privado —el tristemente célebre “Lolita Express”— al cual se subieron nombres de peso. Aunque viajar con Epstein no implica culpabilidad, sí revela una cercanía comprometedora.
Cuando el poder académico y empresarial también firma
El libro revela también mensajes de miembros influyentes del mundo académico. Uno de los nombres más sorprendentes es el de Henry Rosovsky, un importante economista de Harvard fallecido en 2002. En el "regalo" supuestamente comisionado por él, se incluye arte que muestra senos femeninos, etiquetados como "específicamente comisionados" para Epstein. Esto hace eco de los frecuentes vínculos entre Epstein y académicos de universidades como Harvard, Princeton y MIT.
Otro nombre vinculado al libro es el de Leslie Wexner, ex CEO del conglomerado L Brands (Victoria’s Secret, Bath & Body Works). Wexner, uno de los benefactores más importantes de Epstein durante años, firma un dibujo acompañado del mensaje: "Quería darte lo que querías... así que aquí lo tienes". Es un texto difícil de justificar dada la historia conocida del anfitrión.
También figura una poesía atribuida a Leon Black, poderoso inversor y ex presidente del Museo Metropolitano de Nueva York. En ella se menciona: “Rubia, Pelirroja o Morena, extendidas geográficamente”. Black, quien pagó millones a Epstein incluso después de su primera condena en 2008, se ha negado a hacer comentarios públicos sobre el libro.
¿Ingeniedad colectiva o cultura de impunidad?
Lo que emerge de este extraño objeto de deseo —el libro de cumpleaños de Epstein— es una imagen perturbadora del círculo íntimo de quien por años operó con impunidad. Las excusas de haber ignorado su conducta son hoy difíciles de sostener, sobre todo si se considera que el libro tiene entradas con alusiones directas a conductas misóginas, e incluso, en algunos casos, gráficas.
Las imágenes de Epstein sonriente, en bata, o semidesnudo junto a invitados desconocidos, muestran la construcción de una figura narcisista alimentada por los aplausos de los poderosos. Este tipo de documentación arroja luz sobre lo que muchos han llamado la cultura del silencio y el enmascaramiento entre élites.
Epstein, benefactor de instituciones y manipulador maestro
Hasta su arresto definitivo en 2019 (siguió a una primera condena en 2008 por solicitar servicios sexuales a una menor), Epstein se movía cómodamente en los escalones más altos de la sociedad. Donó millones a instituciones académicas de renombre, como la Universidad de Harvard, el Instituto Santa Fe y el MIT, muchas veces sin supervisión de cómo se obtenía ese dinero.
Los privilegios que recibió Epstein incluso después de su condena han sido objeto de investigación. Por ejemplo, su condena de 2008 le permitía salir de prisión seis días a la semana para trabajar desde su oficina privada, un trato impensable para la gran mayoría de los condenados por delitos sexuales.
Réquiem para un club de amigos influyentes
Las figuras incluidas en este "libro de cumpleaños" son muchas veces las mismas que Epstein presentó como "referencias" ante organismos financieros y sociales. Les daba prestigio y, a cambio, lograba acceso a nuevas redes, becas de investigación y revenidas fortunas.
Como señala la periodista Julie K. Brown en su libro Perversion of Justice, "Epstein compraba poder con el dinero que otras personas le confiaban, moldeando un imperio de favores interconectados que pocos se atrevían a desafiar".
Hoy, tras múltiples investigaciones, nombres como los de Clinton, Trump, Wexner, y Black se debaten entre el intento de desvincularse de Epstein y el costo político y social que conlleva esta asociación.
¿Qué sigue?
Más que un documento anecdótico, el libro de cumpleaños de Epstein funciona ahora como una ventana al funcionamiento de algunas de las redes más opacas del poder global. La impunidad de Epstein nunca fue obra de la casualidad, sino una construcción colectiva anclada en el prestigio que otros legitimaban con cartas, viajes, cenas y donaciones.
Mientras los fiscales continúan sus esfuerzos para desentrañar la red alrededor de Epstein —tras su aparente suicidio en 2019—, estos testimonios cotidianos sirven como nuevas pistas. Porque, en última instancia, los saludos aparentemente inocuos terminan revelando lo más profundo: quién estaba dispuesto a callar, a reírse, a firmar.