Miedo, redadas y resistencia: la comunidad inmigrante de Chicago bajo fuego federal

El miedo crece en los barrios latinos ante operativos migratorios promovidos por la administración Trump, mientras residentes adaptan su vida diaria para protegerse

Un clima de ansiedad: Chicago en alerta migratoria

Las calles de algunos de los barrios más vibrantes de Chicago lucen inusualmente tranquilas. En enclaves como Little Village y Pilsen, el miedo a redadas migratorias y a una posible intervención federal ha modificado profundamente el comportamiento de residentes, comerciantes y comunidades religiosas.

El presidente Donald Trump ha prometido una “intervención” en ciudades santuario como Chicago, incluyendo un aumento masivo de deportaciones y potencial presencia de la Guardia Nacional. A pesar de ser una ciudad que históricamente ha protegido a los inmigrantes, esta nueva fase de amenazas ha generado una ola de temor más intensa que en ciclos anteriores.

Precauciones extremas en la vida diaria

La tensión ha llevado a que ciudadanos naturalizados y residentes legales tomen medidas cautelares impensables en otro contexto. Sam Sanchez, empresario restaurantero de origen mexicano, confiesa: “Fui a una boda y le pedí a mi esposa que llevara sus papeles de ciudadanía”. Incluso él, quien votó por Trump, ahora critica abiertamente las políticas de su presidente.

La comunidad ha empezado a adaptarse de forma visible y tangible. Iglesias recomiendan llevar identificación todo el tiempo. Algunos maestros proponen el regreso al aprendizaje remoto para proteger a estudiantes que temen salir de sus casas. Familias enteras ahora portan constantemente pasaportes, actas de nacimiento y tarjetas de residencia.

Impacto económico en barrios latinos

La economía de barrios como Little Village, considerada una de las zonas comerciales más lucrativas de Chicago después de Michigan Avenue, ha sufrido un golpe notable. Xochitl Martínez, comerciante con más de 20 años en la zona, resume el ambiente: “Las calles están muertas”.

La reducción del tráfico de clientes y el cierre de puestos informales se ha dado en paralelo al incremento de las redadas. Fabio Fernández, dueño de una tienda de arte y camisetas en Pilsen, nota una fuerte disminución de la clientela: “Ya no se siente seguro caminar por las calles como antes”.

Redadas recientes generan pánico

Los temores se han visto avivados por arrestos realizados en fines de semana. En una zona predominantemente latina, agentes armados y encapuchados detuvieron incluso a un reconocido vendedor de flores. Las autoridades federales indicaron que se trataba de personas con antecedentes penales, pero comunidades denunciaron el perfilamiento racial evidente durante las operaciones.

La situación empeoró con el anuncio del Departamento de Seguridad Interior sobre una nueva “operación” en Chicago. Aunque los detalles son ambiguos, líderes comunitarios interpretan la medida como una señal de que los operativos migratorios a gran escala están por comenzar.

Llamado a la resistencia desde la fe

Religiosos de distintas denominaciones —entre ellos pastores cristianos, imanes musulmanes y rabinos judíos— hicieron un llamado conjunto para que todos los residentes graben los encuentros con agentes federales, lleven documentación y protesten pacíficamente.

“Lucharemos por esta ciudad”, declaró el reverendo Otis Moss III de la iglesia Trinity United Church of Christ, antiguo templo del presidente Barack Obama. La solidaridad interreligiosa busca fortalecer un frente común ante un ambiente definido por el temor.

Una ciudad con raíces profundamente inmigrantes

Un dato indispensable para entender la crisis actual es el hecho de que el 20% de los habitantes de Chicago nacieron en el extranjero, de acuerdo con estimaciones del Censo de EE.UU. La mayoría proviene de México, China e India.

En cuanto a composición racial, los blancos, afroamericanos y latinos constituyen cada uno cerca de un tercio de la población. Chicago, por tanto, no es solo una ciudad santuario por decisión política, sino por su esencia demográfica.

Educación bajo asedio: ¿un regreso al aprendizaje remoto?

La propuesta de retorno parcial a la instrucción virtual ha sido sugerida por el sindicato de maestros de Chicago. Su presidenta, Stacy Davis Gates, mencionó como modelo a seguir los esfuerzos implementados en Los Ángeles, donde se ofrecieron clases online durante redadas migratorias.

“El aprendizaje presencial es valioso, pero no si el estudiante tiene miedo de ir a la escuela o caminar de vuelta a su casa”, señaló. Aunque los líderes del sistema educativo de Chicago aseguran que por ahora no planean cambiar el modelo presencial, han enviado cartas a los padres recordándoles que las escuelas no colaboran con ICE ni interrogaban sobre el estatus migratorio de los estudiantes.

Activistas: “Esto no es nuevo, pero ahora es más intenso”

Antonio Gutiérrez, de la organización Organized Communities Against Deportations, señala que el aparato de deportación no es exclusivo de la era Trump: “La máquina de deportaciones ha existido durante décadas. Pero ahora se siente sin precedentes”.

Los números de llamadas a sus líneas de emergencia han aumentado marcadamente. Muchas son reportes de presuntas redadas, algunas reales, otras infundadas, lo cual demuestra el nivel de paranoia reinante.

Del lado político, tanto el gobernador JB Pritzker como el alcalde de Chicago, Brandon Johnson, han prometido demandar al gobierno federal si su intervención se concreta, argumentando que viola principios constitucionales y pone en riesgo a familias trabajadoras.

Celebraciones en tono gris

Chicago suele celebrar el Día de Independencia de México con caravanas, festivales y desfiles al estilo de la fiesta nacional. Este año, algunas festividades fueron suspendidas y otras se realizaron con seguridad reforzada, una muestra clara del ambiente de incertidumbre que cubre a la ciudad.

Esta situación también ha llevado a que inmigrantes cancelen sus citas legales, incluyendo comparecencias en tribunales o solicitudes migratorias, por temor a ser detenidos al salir de casa. La paralización de procesos legales podría tener efectos devastadores a largo plazo.

Un momento decisivo

En medio de este clima opresivo, la comunidad inmigrante de Chicago está en una encrucijada que va mucho más allá de la coyuntura política: se trata de redefinir su lugar dentro del tejido urbano, exigir el respeto a sus derechos y encontrar formas nuevas de resistir y sobrevivir.

“Si Trump quiere ser inteligente, tiene que apoyar a los latinos para que podamos trabajar, para que los negocios crezcan, para levantar a nuestras familias y al país”, concluyó Martínez, la comerciante del barrio Little Village.

La batalla por el alma de Chicago —ciudad santuario, ciudad inmigrante, ciudad diversa— está más viva que nunca.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press