Nepal arde: el estallido generacional que sacudió el poder

De una censura digital a una revuelta nacional: jóvenes lideran una insurrección contra la élite política corrupta en medio de un desempleo crítico y represión mortal

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Una chispa digital que encendió la furia de una generación

Lo que comenzó como un acto aparentemente técnico —la prohibición de plataformas de redes sociales como Facebook, X (antes Twitter) y YouTube— terminó por encender una mecha latente en Nepal. El 17 de junio de 2025, decenas de miles de jóvenes salieron a las calles de Katmandú para protestar. Lo que siguió fue una de las mayores olas de disturbios civiles en las últimas décadas del pequeño país asiático enclavado entre China e India.

La llamada “Protesta de la Generación Z” no fue solo una reacción frente a la censura digital, sino que rápidamente se transformó en una denuncia explosiva de un régimen marcado por décadas de corrupción, privilegios políticos y desigualdades radicales. El saldo inicial: 19 personas muertas por fuego de la policía, más de medio centenar de heridos, la renuncia del primer ministro Khadga Prasad Oli, y una nación en caos.

¿Por qué la prohibición de redes sociales fue tan explosiva?

El gobierno justificó el bloqueo como una necesidad para controlar plataformas que no cumplían con las reglamentaciones locales. Sin embargo, en un país donde el 80% de la población menor de 30 años utiliza redes sociales como principal medio de comunicación y expresión política, la decisión fue vista como una clara represión de la libertad de expresión.

El mismo día que se implementó el bloqueo, los hashtags como #NepalUprising y #FreeOurVoices comenzaron a multiplicarse en VPNs, aplicaciones de mensajería encriptada y foros digitales. La rabia contenida encontró su cauce.

La represión, chispa final del imparable levantamiento

El 16 de junio, la policía abrió fuego contra los manifestantes frente al edificio del Parlamento. Murieron 19 jóvenes. Las imágenes de las víctimas se difundieron por canales alternativos y, en horas, la indignación se convirtió en levantamiento generalizado.

Las manifestaciones recrudecieron. Edificios públicos fueron incendiados, residencias de ministros y sedes de partidos políticos destruidas. El ejército fue desplegado, declaración tácita del fracaso del gobierno para contener la crisis por medios civiles.

El hartazgo de la juventud nepalí

Nepal tiene una población joven: el 60% tiene menos de 35 años. Y esa juventud enfrenta una crisis estructural de empleo. Según el Banco Mundial, el desempleo juvenil supera el 20%, y más de 2,000 jóvenes emigran al día a países del Golfo o el Sudeste Asiático buscando trabajo. Mientras tanto, los hijos de la élite política —llamados despectivamente “nepo kids”— ostentan coches de lujo y estudios en universidades europeas, financiados con fondos del erario público, según denuncias.

“Estamos cansados de que nuestras voces no se escuchen. Nos bloquean las redes, pero no pueden bloquear nuestra rabia.” — Anusha Rimal, 22 años, manifestante herida durante las protestas.

Crisis institucional: ¿renuncia real o teatro político?

El primer ministro Khadga Prasad Oli presentó su renuncia el martes 17 de junio, pero fue inmediatamente nombrado jefe de un gobierno interino. Para los manifestantes, es una burla: “Su renuncia es una farsa. El sistema sigue siendo el mismo”, gritaban en la Plaza Ratna de Katmandú.

El presidente Ram Chandra Poudel hizo un llamado a la paz mientras sus propios ministros eran evacuados en helicópteros militares. El Parlamento amanecía con columnas de humo: su estructura, al igual que la confianza pública, colapsaban.

Redes sociales como arena política y símbolo generacional

En Nepal —como en Myanmar, Irán o Sudán— el control de internet se ha convertido en herramienta de poder. En la última década, al menos 70 países impusieron bloqueos o restricciones a redes sociales durante períodos electorales o de crisis, según datos de Access Now. Nepal ahora se une a esa preocupante lista.

Pero el carácter de las protestas demostró algo más profundo: las redes se han vuelto no solo plataformas de expresión, sino también espacios generacionales de construcción ideológica. Su bloqueo no solo silenció voces: fracturó el último hilo de legitimidad entre los políticos tradicionales y sus futuros votantes.

Un modelo de poder corrompido: pasado que no se ha ido

Desde que Nepal se convirtió en república en 2008, el país ha tenido 13 primeros ministros. El nepotismo, la falta de políticas de desarrollo sostenibles y la dependencia excesiva de ayuda extranjera han alimentado un clima de desilusión ciudadana. Sumado a ello, los partidos políticos son percibidos como clubes familiares, donde los apellidos famosos valen más que los méritos o vocaciones.

El gobierno justificó su intento de regular las redes con un nuevo proyecto de ley que exigía a todas las plataformas tener representación legal en el país. Grupos de derechos humanos alertaron que el objetivo era imponer una censura institucionalizada, habilitando castigos a críticos del poder dentro y fuera del país.

Los heridos invisibles del conflicto

Más allá de los fallecidos, hay decenas de heridos y desaparecidos que aún no han sido identificados. La Sociedad Médica Nepalí ha denunciado la retención de cuerpos y la obstrucción a médicos voluntarios que intentaban asistir a los heridos en zonas de conflicto.

Ni el ejército ni la policía han dado cifras oficiales detalladas. Un soldado anónimo, citado por el colectivo FreeNepal, afirmó: “No somos enemigos del pueblo, pero nos ordenaron disparar si era necesario. Sentimos que estamos perdiendo el alma del país”.

Más allá de Nepal: ¿un nuevo mayo del '68, versión digital?

Algunos analistas están comparando este movimiento con una reedición digital de los movimientos estudiantiles de los años 60. Ahora no hace falta París ni Praga: basta con un celular y una bandera virtual. En 2014 fue Hong Kong. En 2020, Chile y Nigeria. En 2025, el rugido es nepalí. Y es digitalmente amplificado.

“La resistencia en Nepal puede parecer local, pero su mensaje es universal: sin justicia social, los muros de palacio son solo ruinas templadas esperando el derrumbe”, declaró la periodista independiente Meena Thapa.

¿Qué sigue?

  • La ley que regula redes sociales sigue siendo debatida en el parlamento interino.
  • Los líderes tradicionales enfrentan más investigaciones por enriquecimiento ilegítimo.
  • Un nuevo partido político de base juvenil (aún sin nombre oficial) ha anunciado su fundación para septiembre.
  • Se ha convocado a una comisión internacional para investigar los homicidios durante las protestas.

Una nueva era parece inevitable. En las paredes aún humeantes del Parlamento nepalí, la consigna más repetida está escrita en spray rojo: “No más dictadura disfrazada de democracia”.

Este artículo fue redactado con información de Associated Press