Cuando las aulas se apagan por el fuego: El largo camino educativo hacia la recuperación en Paradise
Siete años después del devastador incendio Camp Fire que arrasó esta ciudad de California, el sistema escolar aún lucha por devolver a sus estudiantes la estabilidad académica perdida
Por más que los árboles crezcan de nuevo y las fachadas se repinten, la herida que deja un desastre natural en las escuelas va mucho más allá de los escombros. En Paradise, California, el olor a pino ha vuelto, junto con nuevas casas, un supermercado reconstruido y hasta una tienda de helados. Pero debajo de esta aparente normalidad, sus escuelas siguen en ruinas emocionales y académicas.
El incendio que redefinió un pueblo y su sistema educativo
El incendio Camp Fire, ocurrido en noviembre de 2018, fue el más letal en la historia moderna de Estados Unidos, cobrando 85 vidas y destruyendo más de 18,000 estructuras. En solo unas horas, la ciudad —construida en la época de la fiebre del oro— desapareció del mapa físico y emocional de miles de personas.
Más de 26,000 residentes fueron desplazados y prácticamente todas las escuelas quedaron inoperables. Las consecuencias para los estudiantes fueron catastróficas. En el año escolar 2018-2019, el distrito escolar Paradise Unified reportó 154 días de cierre, impactando a al menos 4,200 alumnos. Pero el daño se extendió mucho más allá del condado Butte, afectando a hasta un millón de estudiantes en todo el estado debido al humo que obligó a cerrar más de 1,600 escuelas.
Las secuelas invisibles: trauma, ansiedad y abandono escolar
Lo que siguió al fuego no fue solamente la reconstrucción de edificios. Fue también un desmoronamiento silencioso: niños sin casa ni estabilidad, maestros con PTSD, familias rotas y una comunidad educativa desorientada. Según Michelle Zevely, subdirectora del Departamento de Educación del Condado de Butte, "no eran los niños quienes necesitaban ayuda primero: eran los adultos, los maestros, quienes sostenían a la comunidad desde sus propias ruinas".
El reto más apremiante fue el equilibrio entre salud mental y aprendizaje. Durante los primeros años tras el incendio, las escuelas de Paradise priorizaron actividades socioemocionales sobre la enseñanza tradicional. Casey Taylor, directora de Achieve Charter School, recuerda el enfoque de esos días: "Hacíamos caminatas diarias, teníamos cabras bebés, perros de terapia. Hablábamos de emociones. Era necesario, pero descuidamos el aprendizaje".
Los resultados lo confirman. En 2024, solo el 11% de los estudiantes de octavo grado cumplía con el estándar estatal en matemáticas. Entre los de sexto grado, apenas el 18% leía al nivel esperado. Para los alumnos de bajos ingresos, esos números eran aún peores.
Cuando se pierden semanas de clase, se pierden años de aprendizaje
Según investigaciones de la organización sin fines de lucro NWEA (anteriormente Northwest Evaluation Association), una semana perdida por desastres climáticos equivale a tres semanas de conocimiento perdido en lectura y cuatro en matemáticas. Lo más alarmante es que ese descenso afecta no solo a Paradise, sino también a comunidades escolares de Hawái, Puerto Rico, Florida y Carolina del Norte, que han enfrentado huracanes e incendios en los últimos años.
En Lahaina, Maui, tras los incendios de 2023, los niños de la escuela King Kamehameha III perdieron más de 50 días de clases. Eso se reflejó rápidamente: solo el 29% fue competente en matemáticas un año después del desastre, frente al 46% anterior. La historia se repite en todas partes.
Una comunidad dividida, una matrícula disminuida
Antes del incendio, el Distrito Escolar de Paradise tenía 3,441 estudiantes. En 2023, ese número era de solo 1,657. Además, la composición demográfica cambió: más diversidad racial, mayor pobreza, más estudiantes con discapacidades. Al menos el 25% de los alumnos actuales no vivieron el incendio, pero cargan con sus consecuencias.
Casey Taylor dice que después de la fase heroica de "Paradise Strong" vino la desilusión. El cansancio de vivir en casas temporales, la burocracia para reconstruir y las mudanzas causaron una segunda ola de trauma comunitario. Muchos maestros también abandonaron la ciudad o deben trasladarse más de 100 kilómetros diarios para enseñar.
Cuando las aspiraciones universitarias se apagan
En 2023, solo el 13% de los graduados de Paradise Unified cumplió con los requisitos de acceso a las universidades públicas de California, frente al 45% en el resto del estado. Ningún alumno se inscribió como freshman en la Universidad de California.
El caso de Kenny Michael, una estudiante que estaba en quinto grado durante el incendio, lo ilustra con crudeza. Su familia sobrevivió, pero perdió vecinos, mascotas y estabilidad. Michael se desconectó emocional y académicamente: repitió el grado y abandonó sus planes universitarios. Hoy estudia en línea desde Magalia y canaliza sus emociones escribiendo historias de terror... sobre fuego.
Replantear la recuperación: bienestar y aprendizaje pueden coexistir
Paradise ha comenzado a aplicar las lecciones aprendidas. En 2025, el distrito reabrió oficialmente su nueva escuela primaria: 46,000 pies cuadrados que incluyen un laboratorio STEM, campo de fútbol y escenario al aire libre. Pero lo crucial es que también están reforzando la estructura académica: nuevos programas de tutoría, expectativas más altas hacia los alumnos y un renovado compromiso con el rigor escolar.
"No se puede decir ‘primero la salud mental ahora, luego el álgebra’", dice Taylor. "Deben ir de la mano".
En Achieve Charter, se han implementado calendarios híbridos para dar espacio a las emociones sin dejar de lado la enseñanza del currículo básico. También se entrenan a los docentes en trauma y recuperación para que puedan apoyar a sus alumnos sin diluir el contenido escolar.
Un nuevo capítulo para las escuelas de Paradise
Paradise empieza a ver luz académica al final del túnel. Como señala Taylor: “Primero regresó una gasolinera, luego la tienda de caramelos Joy Lyn’s, después el desfile Gold Nugget. Ahora necesitamos asegurar que nuestros estudiantes también regresen — a su potencial académico”.
Y aunque parecen pasos pequeños, iniciativas en todo el país están tomando nota del modelo Paradise. En Lahainaluna High School, se ha implementado un seminario de nivel Advanced Placement (AP), con investigaciones exigentes y proyectos redactados que devolvieron el entusiasmo a estudiantes desmotivados. La escuela también instauró controles estrictos de asistencia diaria. "Lo difícil fue empezar", dice el docente Jarrett Chapin, "pero una vez que los chicos vieron sus propios logros, eso terminó por llenar el vacío dejado por el desastre".
Paradise ha entendido algo que otros distritos aún están por descubrir: reconstruir un aula no significa restaurar el aprendizaje. El trauma educativo va más allá del fuego. Pero también puede combatirse —con comunidad, con recursos, con visión y, por sobre todo, con esperanza.